18 enero 2010

Haití

La segunda república más antigua del hemisferio occidental ha sido azotada por golpes de estados, dictadores e intervenciones extranjeras durante casi toda su historia. Pero, incluso para los estándares haitianos, estas últimas décadas han sido particularmente trágicas.


1. La dictadura de Duvalier (años 1957-1986)


Tras un periodo de inestabilidad a mediados del siglo XX, después de una sangrienta guerra con la República Dominicana y una temporaria ocupación militar norteamericana en la isla, Haití vio una luz de esperanza cuando François “Papa Doc” Duvalier, un popular ministro de salud, fue elegido presidente (en unas elecciones arregladas militarmente).
Pero Duvalier no era precisamente el gobernante humanitario que los haitianos esperaban. Duvalier se preocupó rápidamente por consolidar su poder por sobre el estado y los servicios de seguridad, enriqueciéndose él mismo y sus compinches a través del soborno y la extorsión, y construyendo un culto a su propia personalidad. Durante sus primeros años en el poder, llenó sus arcas con millones en moneda norteamericana. Se calcula que unos 30.000 haitianos fueron asesinados durante el régimen del terror de Duvalier, y muchos más huyeron al exilio.
Tras su muerte, en 1971, fue sucedido por su hijo Jean-Claude, de 19 años de edad y conocido como “Baby Doc”. Continuó con las políticas de su padre, en cuanto a represión y corrupción, pero finalmente dejó el poder y huyó del país bajo presiones del gobierno de Reagan en 1986. No obstante, la dinastía Duvalier le dejó a Haití un legado de corrupción y pobreza, del que jamás se recuperó.
2. La primera crisis de Aristide (año 1991)

En 1990, Jean-Bertrand Aristide fue elegido en lo que se consideró las primeras elecciones justas de Haití. Un ex sacerdote que había ayudado a dirigir la oposición al régimen de Duvalier, Aristide parecía una opción natural para ayudar al país a recuperar su equilibrio. Pero esta democracia experimental en el país iba a durar muy poco.
Aristide fue derrocado en un golpe militar apenas unos pocos meses después, y fue obligado a salir del país. Más de 1.500 personas fueron asesinadas. Miles de refugiados se iban a Estados Unidos en precarias embarcaciones, lo que provocó que el entonces presidente George H. W. Bush promulgara un bloqueo contra el país.
En 1994, la ONU autorizó el uso de la fuerza para sacar a la dictadura militar, y Estados Unidos tomó la delantera en la formación de una fuerza militar multinacional para llevar a cabo el mandato. Desembarcaron unos veinte mil efectivos militares, casi sin oposición, colocando en el poder nuevamente a Aristide.

3. La segunda crisis de Aristide (año 2004)

A Aristide se le prohibió formalmente postularse a la presidencia nuevamente en 1995, pero regresó al poder cinco años más tarde en lo que se consideró, ampliamente, como unas elecciones fraudulentas, por lo que perdió mucho apoyo internacional. El primer intento de golpe de estado tuvo lugar apenas un año más tarde. La frustración por la elección de Aristide fue creciendo, en protestas cada vez más violentas entre los años 2000 y 2003.



En febrero de 2004, un grupo rebelde autodenominado “Frente Revolucionario Nacional por la Liberación de Haití”, compuesto por ex militares (incluyendo varias figuras notorias de la era Duvalier), capturó Gonaives, la cuarta ciudad más grande de Haití, y comenzó a avanzar hacia la capital. Aunque Estados Unidos había colaborado en el regreso de Aristide al poder, después de su derrocamiento, esta vez la administración de George W. Bush permaneció neutral, endilgándole la culpa por esta rebelión a todos los años de corrupción de Aristide. Aristide abandonó Haití a fines de febrero, acusando presiones de los Estados Unidos para que dejara el poder.


Poco tiempo después del golpe, la ONU autorizó una misión de estabilización a Haití, incluyendo una fuerza de paz liderada por el ejército brasileño. Pero lamentablemente, a pesar de la presencia de los cascos azules, la violencia política, los asesinatos extrajudiciales, y los arrestos a miembros de la oposición, continuaron durante el gobierno interino.


4. Inundaciones (año 2004)


Como si la agitación política no hubiera sido suficiente, la naturaleza golpeó salvajemente a Haití en el año 2004, con efectos devastadores. Justamente un mes después del golpe de estado, repentinas inundaciones golpearon la frontera entre Haití y la República Dominicana, dejando más de 1.600 muertos. Luego, en septiembre, el huracán Jeanne diezmó Gonaives, dejando más de 3.000 muertos. El gobierno interino estaba casi totalmente en la bancarrota, y fue incapaz de dar una respuesta efectiva.


El efecto devastador de las inundaciones se vio incrementado por la deforestación. A causa de la muy deficiente gestión ambiental y la pobreza, se había desmontado más del 98 por ciento de las tierras forestales del país, eliminando la capa superior del suelo que podría haber detenido o aminorado el avance del agua. Los 8000 efectivos de la fuerza de paz de la ONU (que había sido destinada originalmente para ayudar en la formación de un gobierno en Haití) tuvieron serias dificultades para hacer frente al desastre humanitario. El ejército norteamericano, de forma controvertida, detuvo el despacho de ayuda durante la primera serie de inundaciones a causa de la falta de recursos.


5. Disturbios (año 2008)

Un atisbo de estabilidad política fue restaurado con la elección del presidente René Préval en 2005, pero la calma tampoco duró demasiado. Para el año 2008, un ochenta por ciento de los haitianos vivía con menos de $2 por día, y el país mismo se encontraba en las garras de una crisis alimentaria. Los medios de comunicación internacionales shockeaban a sus lectores con informes respecto a haitianos haciendo galletitas con tierra apisonada.

En abril, después de que el precio del arroz se duplicara en el transcurso de seis meses, los manifestantes llegaron a Port-au-Prince para exigirle al gobierno que tomara medidas para bajar el costo de vida o, si no, que renunciara. Los manifestantes levantaron barricadas e intentaron utilizar botes de basura como arietes para abrirse camino hacia el palacio nacional. Atrapados entre la turba y el gobierno (a quien se les acusaba de estabilizar), los pacificadores de la ONU dispararon balas de goma contra la multitud. Uno de los manifestantes le decía a la agencia Reuters, “Si la policía y las tropas de la ONU quieren dispararnos, está bien, porque al final si no somos asesinados por las balas moriremos de hambre”. Al final, el gobierno sobrevivió a la crisis, pero su credibilidad se había precipitado, y la desesperación del pueblo haitiano continuó.


6. Huracanes (año 2008)

En el otoño de 2008, Haití sufrió una serie de huracanes, y Fay, Gustav, Hanna y Ike, en el espacio de un mes, dejaron más de 800 muertos y más de un millón sin hogar. La ciudad de Gonaives, que tanto había padecido, nuevamente se llevó la peor parte. Durante mucho tiempo quedó inhabitable, y los ministros del gobierno dijeron que simplemente había que sacar gran parte de ella. Un sesenta por ciento de la cosecha del hambreado país fue destruido, y los escombros todavía seguían allí.

Si bien otros países de la región, incluyendo a la República Dominicana y Cuba, habían sido casi tan golpeados por las tormentas, el número de víctimas en Haití era casi un diez por ciento más alto a raíz de la degradación medioambiental, que exacerbó las inundaciones, y la incapacidad de respuesta por parte del gobierno.
Paul Farmer, antropólogo norteamericano y, desde hace mucho tiempo, activista en Haití, llamaba a la temporada de huracanes un “desastre no natural”, diciendo que era necesario un “Plan Marshall” para reconstruir las instituciones políticas de Haití, porque de lo contrario el país “tendría serias dificultades para sobrevivir en una temporada de huracanes”.
Pero el daño desatado en esta semana, por un terremoto de magnitud 7, posiblemente fue más de lo que este pobrísimo país hubiera imaginado.
Traducido de: The Unluckiest Conuntry. By: Joshua Keating. Foreign Policy, january 14, 2010 -véase el art. original en: