01 julio 2009

Las Mujeres en las Fuerzas Militares y de Seguridad



Mientras la cantidad de mujeres disminuye en los ejércitos y las fuerzas de paz, hay una creciente atención en las cuestiones de género y sexualidad en los estudios sobre relaciones internacionales y seguridad, escribe Jody Ray Bennett, de ISN Security Watch.


Foto: Un miembro femenino del batallón etíope de la Misión de las Naciones Unidas en Liberia (UNMIL) se une a los observadores militares en un desfile para recibir las medallas en reconocimiento de su contribución a la misión.
A lo largo de los últimos cinco años, los asuntos militares se han convertido cada vez más en un espacio único de análisis para los téoricos de las relaciones internacionales, los economistas políticos, sociólogos, antropólogos, y, más recientemente, especialistas en estudios de género y sexualidad.

El enfoque de los estados-naciones sobre la monopolización y movilización de las fuerzas ha sido analizado desde muchas perspectivas en el mundo académico, es difícil encontrar una disciplina que ya no haya intentado penetrar en el ámbito de la guerra militarizada o algún aspecto de la fuerza o la violencia organizada.

Tal es el caso de dos focos relativamente nuevos de las ciencias sociales y, lo que es más importante, de las relaciones internacionales (RI). En concreto, abarcan el fenómeno de las compañías privadas militares y de seguridad (CPMS) y los estudios de género y el análisis dentro de los asuntos internacionales, siendo esta última una cuestión situada más a menudo en las relaciones internacionales (RI) como un tema de derechos humanos internacionales.

Hasta ahora, lo poco que existía sobre análisis de género en estudios de seguridad se enfocaba principalmente en las culturas masculinas dentro de instituciones dominadas en gran parte por los hombres, como las fuezas policíacas y militares.

Sin embargo, este análisis ha logrado trascender no solo en el ámbito del mantenimiento de la paz internacional, sino también en la industria de las CPMS, dos áreas que durante muchísimo tiempo han sido inmunes al examen de una perspectiva de género y sexualidad.

Si bien algunos especialistas en seguridad se han mostrado más que dispuestos a compartir sus investigaciones, en un giro inesperado, los analistas de género y sexualidad ya habían empezado a concentrarse en la abrumadora ausencia de mujeres en los ejércitos, las fuerzas de paz internacionales y las CPMSs (compañías privadas militares y de seguridad).


El 2 de junio, una atribulada ONU publicó un informe destacando la disminución del personal femenino en las misiones de paz, alegando que las mujeres pacificadoras constituían “sólo el ocho por ciento de la fuerza policial de la ONU y aproximadamente un dos por ciento de los soldados proporcionados por los estados miembros”.


Esto ha hecho que la ONU pase a la ofensiva, publicando un conjunto de herramientas de reformas del sector de seguridad y género (Gender and Security Sector Reform Toolkit), que pretende servir como una “herramienta comprehensiva para fortalecer la respuesta del sector de seguridad ante la violencia contra la mujer y otros crímenes basados en el género”, destacando al mismo tiempo los posibles roles operativos de las mujeres en la ONU y en la industria privada (CPMS).


La teniente Carmen Estrella, asistente especial del asesor militar adjunto de la ONU , explica por qué es esencial el rol de las mujeres en las operaciones de seguridad: “Las mujeres aportan un rostro más suave en las operaciones de mantenimiento de paz de la ONU , uno que no tiene nada que ver con el combate pero sí con el mantenimiento de la paz […] Podemos ayudar a las mujeres de esos países a ver y comprender que tienen una voz y que pueden ser parte del proceso de paz, y esto es lo que la ONU está intentando promover”.

Pero junto con la disminución de la población femenina como reclutas, con una industria militar y de seguridad privada en expansión, los especialistas en seguridad están empezando a considerar si es que, y cómo, estas compañías podrían llenar este vacío. Aquí es donde entra en juego el rol de las CPMS, no solo como actor que podría ser potencialmente efectivo en las futuras misiones de paz, sino como un mecanismo que tiene el potencial de “mejorar enormemente la efectividad operativa a través del sector [militar y de seguridad privado] y configurar positivamente su desarrollo futuro”.

Los especialistas del sector de reforma de la seguridad (SRS) ya están intentando incorporar cuestiones de género y sexualidad dentro de las recomendaciones políticas a la industria de las CPMS, reconociendo que, al igual que las fuerzas policíacas y militares, las CPMS a menudo contienen “subculturas machistas que no proporcionan un entorno hospitalario para las mujeres”.

Los argumentos del lado del SRS son multifacéticos. Por un lado, el argumento es político: las compañías privadas militares y de seguridad deberían contratar más mujeres para legitimar aún más una industria que ya se ha visto empañada en casi todos sus niveles. Este argumento fue declarado después de que varios informes sacaran a la luz numerosos abusos contra compañeras mujeres que formaban parte del personal (militar y contratado), abusos que se habían institucionalizado socialmente entre los contratistas, casi sin ninguna amonestación o castigo para los ofensores (abusadores).

El segundo argumento es funcional. Los especialistas del SRS sostienen que en algunos casos, el rol operativo de las mujeres puede ser más ventajoso que el de los hombres en varios contextos. Por ejemplo, un informe del SRS enumera algunas áreas potenciales en donde las mujeres pueden incrementar la efectividad operativa de una misión pacificadora:

“La investigación muestra que los hombres y mujeres locales tienden a ver al personal femenino como más accesible y menos amenazador, aún en las sociedades tradicionales; [...] para servir como modelos de un rol positivo para las mujeres locales que están considerando unirse, por ejemplo, a la policía; [...] para encarar un enfoque diferente en la detección de riesgos para la seguridad, mejorando potencialmente la identificación de los tipos específicos de peligro al que están expuestas las mujeres en las sociedades anfitrionas”.

Concluye de modo muy interesante: “En las sociedades tradicionales, como las de Afganistán e Irak, es peligroso para una mujer local ser vista hablando con el personal de seguridad masculino; pero sin embargo, sí podría hablar con una mujer. Por lo tanto, el empleo de un equipo femenino puede asegurar una mejor utilización de los recursos; la extracción/recolección de información podría ser más efectiva, y el análisis de las cuestiones que afectan a las comunidades locales , más preciso”.

Algunos investigadores que se enfocan en las cuestiones de género y sexualidad, advierten que los ejércitos, las fuerzas de paz de la ONU y la industria privada, todos por igual, deben tener cuidado de no manejar las cuestiones sobre mujeres como un programa internacional de “acción afirmativa” basado en el género. Hay que evitar caer en el paradigma de “mujeres que pueden hacer todo lo que los hombres hacen”.

“Esto no es solamente algo que las mujeres ya han demostrado, sino que ha sido sobre-enfatizado por el sistema de géneros, hasta el punto que en las situaciones militares, si se convierte en el foco, podría ser instigador de violencia y/o inseguridad (es decir, se lo acusa de un desplazamiento agresivo de la ira visto en situaciones de rehenes, o de desquitarse con las víctimas, en un intento de justificar la dominación masculina o del estado)” (Gail M. Zuckerwise, invest. del Graduate Programme of Cultural Analysis, Universiteit van Amsterdam, en declaraciones a ISN Security Watch).


“El rol de la mujer debe enmarcarse como una adición positiva sin enfatizar en los aspectos negativos que `normativamente` se vinculan con la mujer en el ejército”.


Por ahora, la ONU es el mayor perdedor en lo que respecta a la población de mujeres en sus propias fuerzas. Mientras el ejército norteamericano busca programas alternativos de reclutamiento para facilitar su creciente demanda de personal, uno podría esperar que las mujeres seguirán siendo consideradas para varios roles funcionales por parte del Departamento de Defensa. Las compañías de la industria privada posiblemente encararán el tema como lo haría cualquier negocio, y hasta la fecha no hay ningún plan estratégico conocido que reconozca el rol de la mujer en la fuerza de operaciones, o un reconocimiento oficial de las subculturas machistas internas.


Sin embargo, los estudiantes de cuestiones de género y sexualidad seguirán colocando estas cuestiones a la vanguardia de sus propios estudios, que inevitablemente irrumpirán en las preocupaciones más amplias de los estudios de las relaciones internacionales y la seguridad.
Traducido de: The softer side of security. By: Jody Ray Bennett for ISN Security Watch
International Relations and Security Network

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