El reciente acuerdo quebrantando entre Estados Unidos y Corea del Norte ha sido mencionado como un ejemplo y posible precursor de las negociaciones con Irán. Es difícil juzgar la eficacia de este actual acuerdo hasta que se den a conocer sus detalles y sea realmente implementado en el campo. Sin embargo, asumiendo de forma optimista que traiga un alto al programa nuclear de Pyongyang, indirectamente no tiene nada que ver con el arsenal nuclear ya existente de Corea. Además, los expertos y analistas no están de acuerdo sobre si puede, como señaló la Secretaria de Estado norteamericana Rice, demostrar la capacidad de la comunidad internacional de imponer sanciones significativas y ayudar a asegurar que Teherán no construya su propio arsenal nuclear, o, como señaló el ex embajador ante las Naciones Unidas John Bolton, podría envalentonar al régimen iraní el hecho de continuar examinando concienzudamente su programa nuclear bajo la suposición de que los norteamericanos serán disuadidos de atacar y finalmente forzados a acceder a sus demandas.
Hay varias similitudes entre los regímenes de Corea del Norte e Irán. Ambos son regímenes represivos encabezados por líderes cuyas personalidades son cuestionables, ambos han sido criticados por Occidente por cuestiones de violaciones a los derechos humanos, ambos están en la lista de países que apoyan al terrorismo (lista del Departamento de Estado norteamericano), sus programas nucleares han levantado una oleada a través de la arena internacional, y ambos están listados en el infame “Eje del mal”. No obstante, toda comparación entre los programas nucleares de Irán y Corea del Norte, y todo intento de sacar conclusiones con respecto a posibles escenarios para Irán también debe dar cuenta de las considerables diferencias entre las situaciones ideológicas, económicas, militares y geopolíticas de cada país.
Para Pyongyang las armas nucleares son un medio para atraer a Estados Unidos hacia la mesa de negociaciones, recibir concesiones políticas y financieras, y salir de la lista de países que apoyan al terrorismo. De hecho, Pyongyang no tuvo reparos en anunciar sus intenciones de desarrollar armas nucleares. Algunos incluso argumentan que lo hizo de forma tan abierta específicamente para captar la atención norteamericana y forzarlos a entablar negociaciones.
Económicamente, tras finales de la Guerra Fría y el cese del apoyo soviético, Corea del Norte se encontró en graves dificultades financieras e incluso hubo informes de escasez de alimentos y hambrunas. Esta situación se vio exacerbada por las sanciones que limitaron el comercio norcoreano. Poco dispuesto a someterse a cambiar el régimen o conceder reformas, Pyongyang no tiene mucho que ofrecer a la comunidad internacional en las negociaciones, por lo tanto necesita un programa nuclear para tener una posición ventajosa en la negociación.
Militarmente, Corea del Norte tiene el cuarto arsenal más grande del mundo y una clara ventaja convencional sobre Corea del Sur; las pocas armas nucleares que posee Corea del Norte no amenazan seriamente a Rusia o China. Por lo tanto, las armas nucleares no agregan demasiado a su posición estratégica. Ya que está rodeada por Rusia y China al Norte, Japón al Este, y Corea del Sur, al Sur, Pyongyang realmente no stand una oportunidad de convertirse en una superpotencia económica o militar, a menos que se una con Corea del Sur. Esto demuestra que Corea del Norte no tiene ningún espacio para incrementar sus influencias en la región, y por ende no necesita un programa nuclear.
En resumen: Corea del Norte no tiene mucho que ganar de mantener armas nucleares, pero sí en el marco de las negociaciones con Estados Unidos, y se encuentra en la imperiosa necesidad de asistencia financiera. Además, no tiene nada que ofrecer a la comunidad internacional a cambio de concesiones y tampoco tiene ninguna razón ideológica de peso como para tener armas nucleares; de manera que no puede darse el lujo de abandonar el plan nuclear.
Irán, por otra parte, se encuentra en una situación muy diferente. El programa nuclear iraní es una meta en sí misma y no sólo un medio de llegar a un fin. Irán proclama que su programa nuclear es sólo para uso civil, pero sus abundantes reservas petrolíferas hacen esa afirmación absurda. Parece altamente improbable que Irán, si consiguiera armas nucleares, las abandonara de buena voluntad.
Económicamente, si bien Irán no es un poder económico, casi no está en la extrema necesidad de Corea del Norte: el país cuenta con abundantes recursos naturales de petróleo y gas natural, lo que indica que Irán tendría menos necesidad de usar el chantaje nuclear para beneficios financieros. De hecho, Irán también usa su petróleo para “comprar” el favor internacional y disuadir a la comunidad internacional con amenazas respecto al suministro de petróleo. En términos de su posicionamiento internacional, a principios del siglo XXI, Irán bajo el liderazgo del reformista Khatami (Muhammad Khatami) parecía estar templando sus relaciones con Occidente bajo lo que Khatami denominó “Diálogo entre Civilizaciones”. Si Irán quería más concesiones de Occidente, habría sido mejor implementar reformas, no irritarlo acelerando su programa nuclear.
Geopolíticamente, una vez que Estados Unidos neutralizó al mayor enemigo regional de Irán, Irak, y derrocó al régimen talibán en la vecina Afganistán creando así un vacío de poder, Irán ya está trabajando para aumentar su influencia en las regiones shiítas de Irak. Por otra parte, Estados Unidos reclamó que suministra armas a los rebeldes shiítas. Siria se alineó estratégicamente con Irán, el Hezbollah respaldado por Irán continúa ganando poder en Líbano, y solamente Turquía queda en el camino de Irán. Un arsenal nuclear iraní cambiaría ampliamente el balance estratégico entre los dos e incrementaría en gran medida la esfera de influencia iraní.
Ideológicamente, el objetivo del estado iraní de exportar la revolución islámica y liderar al mundo islámico junto con el amplio rango de apoyo que proveen varios grupos terroristas, tales como Hezbollah y Hamas, sería ampliamente facilitado por un arma nuclear, lo que reduciría las probabilidades y el alcance de una posible represalia contra Teherán. También hay que señalar que Irán aceleró mucho su programa nuclear bajo el liderazgo del presidente Ahmadinejad y su cohorte radical. Si Irán es capaz de producir armas nucleares, podría ayudar a estos elementos radicales conservadores a solidificar su liderazgo, galvanizar la población alrededor del logro del país y permitir a los líderes evitar reformas.
Y lo que es más importante: siempre queda el grave asunto de que, tras su incesante negación del Holocausto y discursos sobre borrar a la entidad Zionista del mapa, Ahmadinejad constantemente transmite su ideología mesiánica y apocalíptica, que incluye la preparación del escenario para el regreso del Mahdi (el Imán oculto). Esto se hace trayendo caos al mundo. ¿Sería usar una bomba nuclear parte de ese plan?
Los eventos de las pocas semanas pasadas sugieren que la administración Bush ha entendido las diferencias entre los dos regímenes y el hecho de que sería muy improbable la renuncia de Irán a las armas nucleares, si fuera capaz de producirlas. Si bien continúa negando todo plan de atacar a Irán, Estados Unidos recientemente envió al USS John C. Stennis para encabezar una fuerza de ataque desplegada en el Golfo Pérsico junto con otras varias naves ya estacionadas en la región. Las bruscas acusaciones de Bush contra Irán por su intromisión en Irak y suministrarles armas a los rebeldes insurgentes shiítas construyen además un caso de la Administración Bush contra Teherán.
A lo largo de las últimas semanas algunas figuras predominantes en Irán han sugerido que sería mejor detener su programa nuclear y negociar con la comunidad internacional. Por otra parte, comandantes de la Guardia Revolucionaria Iraní advirtieron a los Estados Unidos contra el ataque, llevaron a cabo varios ejercicios con el fin de demostrar su resolución y capacidades y afirmaron que contraatacarían objetivos norteamericanos en todo el mundo. También amenazaron con bloquear el estrecho de Hormuz en el Golfo Pérsico, por donde pasa aproximadamente un 20% del suministro mundial de petróleo.
Mientras que Estados Unidos ciertamente prefiere el diálogo diplomático con los iraníes, es más probable que no dude en llamarlo un “engaño” iraní y evite que Irán alcance el “punto sin retorno” nuclear.
Traducido de: The North-Korean and Iranian Nuclear Programs: similar, but not the same. By Moshe Horowitz. http://www.ict.org.il/index.php?sid=119&lang=en&act=page&id=10249&str=nuclear%20programs
Hay varias similitudes entre los regímenes de Corea del Norte e Irán. Ambos son regímenes represivos encabezados por líderes cuyas personalidades son cuestionables, ambos han sido criticados por Occidente por cuestiones de violaciones a los derechos humanos, ambos están en la lista de países que apoyan al terrorismo (lista del Departamento de Estado norteamericano), sus programas nucleares han levantado una oleada a través de la arena internacional, y ambos están listados en el infame “Eje del mal”. No obstante, toda comparación entre los programas nucleares de Irán y Corea del Norte, y todo intento de sacar conclusiones con respecto a posibles escenarios para Irán también debe dar cuenta de las considerables diferencias entre las situaciones ideológicas, económicas, militares y geopolíticas de cada país.
Para Pyongyang las armas nucleares son un medio para atraer a Estados Unidos hacia la mesa de negociaciones, recibir concesiones políticas y financieras, y salir de la lista de países que apoyan al terrorismo. De hecho, Pyongyang no tuvo reparos en anunciar sus intenciones de desarrollar armas nucleares. Algunos incluso argumentan que lo hizo de forma tan abierta específicamente para captar la atención norteamericana y forzarlos a entablar negociaciones.
Económicamente, tras finales de la Guerra Fría y el cese del apoyo soviético, Corea del Norte se encontró en graves dificultades financieras e incluso hubo informes de escasez de alimentos y hambrunas. Esta situación se vio exacerbada por las sanciones que limitaron el comercio norcoreano. Poco dispuesto a someterse a cambiar el régimen o conceder reformas, Pyongyang no tiene mucho que ofrecer a la comunidad internacional en las negociaciones, por lo tanto necesita un programa nuclear para tener una posición ventajosa en la negociación.
Militarmente, Corea del Norte tiene el cuarto arsenal más grande del mundo y una clara ventaja convencional sobre Corea del Sur; las pocas armas nucleares que posee Corea del Norte no amenazan seriamente a Rusia o China. Por lo tanto, las armas nucleares no agregan demasiado a su posición estratégica. Ya que está rodeada por Rusia y China al Norte, Japón al Este, y Corea del Sur, al Sur, Pyongyang realmente no stand una oportunidad de convertirse en una superpotencia económica o militar, a menos que se una con Corea del Sur. Esto demuestra que Corea del Norte no tiene ningún espacio para incrementar sus influencias en la región, y por ende no necesita un programa nuclear.
En resumen: Corea del Norte no tiene mucho que ganar de mantener armas nucleares, pero sí en el marco de las negociaciones con Estados Unidos, y se encuentra en la imperiosa necesidad de asistencia financiera. Además, no tiene nada que ofrecer a la comunidad internacional a cambio de concesiones y tampoco tiene ninguna razón ideológica de peso como para tener armas nucleares; de manera que no puede darse el lujo de abandonar el plan nuclear.
Irán, por otra parte, se encuentra en una situación muy diferente. El programa nuclear iraní es una meta en sí misma y no sólo un medio de llegar a un fin. Irán proclama que su programa nuclear es sólo para uso civil, pero sus abundantes reservas petrolíferas hacen esa afirmación absurda. Parece altamente improbable que Irán, si consiguiera armas nucleares, las abandonara de buena voluntad.
Económicamente, si bien Irán no es un poder económico, casi no está en la extrema necesidad de Corea del Norte: el país cuenta con abundantes recursos naturales de petróleo y gas natural, lo que indica que Irán tendría menos necesidad de usar el chantaje nuclear para beneficios financieros. De hecho, Irán también usa su petróleo para “comprar” el favor internacional y disuadir a la comunidad internacional con amenazas respecto al suministro de petróleo. En términos de su posicionamiento internacional, a principios del siglo XXI, Irán bajo el liderazgo del reformista Khatami (Muhammad Khatami) parecía estar templando sus relaciones con Occidente bajo lo que Khatami denominó “Diálogo entre Civilizaciones”. Si Irán quería más concesiones de Occidente, habría sido mejor implementar reformas, no irritarlo acelerando su programa nuclear.
Geopolíticamente, una vez que Estados Unidos neutralizó al mayor enemigo regional de Irán, Irak, y derrocó al régimen talibán en la vecina Afganistán creando así un vacío de poder, Irán ya está trabajando para aumentar su influencia en las regiones shiítas de Irak. Por otra parte, Estados Unidos reclamó que suministra armas a los rebeldes shiítas. Siria se alineó estratégicamente con Irán, el Hezbollah respaldado por Irán continúa ganando poder en Líbano, y solamente Turquía queda en el camino de Irán. Un arsenal nuclear iraní cambiaría ampliamente el balance estratégico entre los dos e incrementaría en gran medida la esfera de influencia iraní.
Ideológicamente, el objetivo del estado iraní de exportar la revolución islámica y liderar al mundo islámico junto con el amplio rango de apoyo que proveen varios grupos terroristas, tales como Hezbollah y Hamas, sería ampliamente facilitado por un arma nuclear, lo que reduciría las probabilidades y el alcance de una posible represalia contra Teherán. También hay que señalar que Irán aceleró mucho su programa nuclear bajo el liderazgo del presidente Ahmadinejad y su cohorte radical. Si Irán es capaz de producir armas nucleares, podría ayudar a estos elementos radicales conservadores a solidificar su liderazgo, galvanizar la población alrededor del logro del país y permitir a los líderes evitar reformas.
Y lo que es más importante: siempre queda el grave asunto de que, tras su incesante negación del Holocausto y discursos sobre borrar a la entidad Zionista del mapa, Ahmadinejad constantemente transmite su ideología mesiánica y apocalíptica, que incluye la preparación del escenario para el regreso del Mahdi (el Imán oculto). Esto se hace trayendo caos al mundo. ¿Sería usar una bomba nuclear parte de ese plan?
Los eventos de las pocas semanas pasadas sugieren que la administración Bush ha entendido las diferencias entre los dos regímenes y el hecho de que sería muy improbable la renuncia de Irán a las armas nucleares, si fuera capaz de producirlas. Si bien continúa negando todo plan de atacar a Irán, Estados Unidos recientemente envió al USS John C. Stennis para encabezar una fuerza de ataque desplegada en el Golfo Pérsico junto con otras varias naves ya estacionadas en la región. Las bruscas acusaciones de Bush contra Irán por su intromisión en Irak y suministrarles armas a los rebeldes insurgentes shiítas construyen además un caso de la Administración Bush contra Teherán.
A lo largo de las últimas semanas algunas figuras predominantes en Irán han sugerido que sería mejor detener su programa nuclear y negociar con la comunidad internacional. Por otra parte, comandantes de la Guardia Revolucionaria Iraní advirtieron a los Estados Unidos contra el ataque, llevaron a cabo varios ejercicios con el fin de demostrar su resolución y capacidades y afirmaron que contraatacarían objetivos norteamericanos en todo el mundo. También amenazaron con bloquear el estrecho de Hormuz en el Golfo Pérsico, por donde pasa aproximadamente un 20% del suministro mundial de petróleo.
Mientras que Estados Unidos ciertamente prefiere el diálogo diplomático con los iraníes, es más probable que no dude en llamarlo un “engaño” iraní y evite que Irán alcance el “punto sin retorno” nuclear.
Traducido de: The North-Korean and Iranian Nuclear Programs: similar, but not the same. By Moshe Horowitz. http://www.ict.org.il/index.php?sid=119&lang=en&act=page&id=10249&str=nuclear%20programs
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