Relación entre religión y cultura
Antes de tratar la religión y la cultura como motivaciones para el terrorismo, es necesario definir ambos términos. Muchos estudiosos han intentado hacerlo, y todavía, como ocurre con la palabra “terrorismo”, no hay una única definición que genere consenso, sino más bien un conjunto de definiciones que se complementan entre sí.
Religión es un término vago que comprende varios aspectos diferentes, muchos de los cuales no son del todo objetivos. Una de las definiciones más comprehensivas de religión está conformada por cuatro dominios: un discurso cuyos asuntos trascienden lo humano, lo temporal, lo contingente; un conjunto de prácticas tendientes a producir un mundo y sujetos humanos adecuados; una comunidad que constituye una identidad; y una institución que otorgue una validación eterna. Los cuatro dominios permiten a cada ser humano aplicar su propia definición subjetiva de religión y practicarla de acuerdo a ello.
La cultura es otro término intangible que puede definirse de varias formas. Tradicionalmente se define la cultura mediante una combinación de conceptos tales como: un grupo o comunidad con una identidad colectiva que puede ser transmitida mediante una lengua, o signos no verbales, normas de comportamiento, hábitos, vestimenta, arte, etc. Ernst Gellner sostiene que cultura es “una forma distinta de hacer las cosas que caracteriza a una comunidad dada... [cultura] puede definirse como sistemas o conceptos o ideas que guían el pensamiento y la conducta”. La cultura es más flexible que la religión y por lo tanto puede surgir a partir de eventos o procesos y puede ser cambiada de acuerdo a ello.
A través de los años la religión ha evolucionado como uno de los componentes centrales de la mayoría de las culturas, involucrándose profundamente en las prácticas de la comunidad. Además, la religión es uno de los aspectos más impredecibles de la identidad cultural de toda comunidad. En muchos casos es imposible distinguir entre religión y cultura como si fueran dos conceptos separados que constituyen la identidad colectiva de una nación o comunidad específica. Entonces, religión y cultura están directamente ligadas entre sí, y la simbiosis entre ambas ha provocado consecuencias destructivas, dando como resultado (en este caso) el apoyo y la comisión de actos terroristas islámicos.
El uso de religión y cultura por las organizaciones terroristas islámicas
Religión y cultura son prácticamente inseparables, y las organizaciones terroristas islámicas utilizan esta relación para operar en dos ámbitos. El primero es el ámbito de lo religioso, en el cual la violencia en primer lugar es representada como un acto sacramental o un deber divino, ejecutado en respuesta directa a alguna demanda o imperativo teológico. El otro ámbito es el cultural: la cultura brinda la cohesión social que se necesita para legitimar al terrorismo religioso.
El terrorismo por definición no es un fenómeno islámico. ¿Entonces por qué la mayoría de los ataques en los últimos años han sido perpetrados en nombre del Islam? La principal razón es que el Islam provee el basamento religioso necesario en donde quizás se nutra el terrorismo, además de un trasfondo cultural que permite a las sociedades aceptar y apoyarlo. No obstante, es necesario destacar que muchas comunidades musulmanas en todo el mundo no se involucran con el terrorismo ni lo apoyan como un medio de obtener ningún propósito general. La ausencia de un determinado ambiente cultural necesario para perpetrar un terrorismo religiosamente motivado explica por qué el terrorismo islámico en muchos casos no surgió dentro de comunidades musulmanas en países occidentales, sino que en realidad es producto de terroristas fuera de países musulmanes.
Es imposible determinar cuál es el instigador predominante, la religión o la cultura, en relación con el terrorismo. Sin embargo, el hecho de que la religión sea parte integrante de la cultura islámica, provee la base fértil para el creciente fenómeno del terrorismo religioso.
Para comprender los motivos que llevarían al terrorismo es preciso reconocer aspectos específicos de la cultura islámica. Por ejemplo, la gloria de los antiguos imperios islámicos sirve como un importante factor en el anhelo musulmán de revivir los grandes días del Islam. Además, la cultura guerrera inherente en el Islam desde los días del profeta Mahoma, construye conceptos de castigos religiosos en nombre de Dios, venganza de sangre, honor y respeto, y una profundamente arraigada diferenciación entre musulmanes e infieles. Estos dos principales aspectos en la cultura islámica sirven como motor en la identidad colectiva de muchas comunidades musulmanas. En consecuencia, el viraje hacia la violencia mientras se usa una justificación religiosa distorsionada, parece filtrarse en el modo de vida de algunas comunidades musulmanas.
Una percepción deformada del decreto religioso junto con un particular entorno cultural puede verse en el concepto de martirio (Shahadah). Este concepto –la santificación del nombre de Dios mediante el sacrificio de la propia vida- se ha vuelto un modus operandi popular entre varias comunidades musulmanas, debido al hecho de que es un deber religioso cuya glorificación se origina a partir de la fundación cultural inherente en el Islam. Muchas sociedades musulmanas utilizan la religión para bogar por el martirio, creando “culturas de veneración al martirio”, que toman la forma de atacantes suicidas. No obstante, esto crea un problema para los musulmanes, dado que si bien el entorno cultural está listo para aceptar a los mártires, el concepto de la comisión de suicidio es inaceptable para el Islam, ya que a cualquier persona que cometa suicidio se le prohíbe la entrada al cielo (otro concepto divino en el Islam). Por lo tanto, al enfrentar la necesidad de utilizar un terrorismo suicida, la moderna “bomba inteligente” de las organizaciones terroristas islámicas, fue necesario obtener una autorización religiosa para justificar estos actos.
Un eminente erudito religioso, el Jeque Yusuf al-Qaradawi, anunció que “Las operaciones llevadas a cabo por los jóvenes musulmanes que defienden las tierras del Islam, y su religión y dignidad, son la forma más grande de Jihad por Alá. Ellos caen bajo la definición de terrorización legítima... Sostengo que es erróneo considerar a estos actos como ‘suicidas’, porque estos son actos heroicos de martirio, de hecho muy diferentes al suicidio”. Esta declaración explicó a los musulmanes que los ataques suicidas, si bien están prohibidos en el Islam, están justificados si se hacen según la voluntad de Dios, y les promete a los atacantes suicidas la entrada al cielo.
Otro erudito religioso, el Jeque Muhammad Fadlallah, también fue llamado para explicar esta contradicción entre el cielo y los ataques suicidas. Su solución está representada en la siguiente ley religiosa: “No hay ninguna diferencia entre morir con un arma entre las manos o explotarse a sí mismo. En una situación de lucha o guerra santa, hay que encontrar la mejor manera de lograr los objetivos”.
Ninguna organización terrorista puede actuar efectivamente si la sociedad que la rodea no apoya sus actividades. Mao Tse-Tung dijo alguna vez que: “La guerrilla debe moverse entre la gente igual que un pez nada en el mar”. Si bien él se refería a los combatientes de la guerrilla, los terroristas no son diferentes en su necesidad de sentirse cómodos en su hábitat natural. Por lo tanto, en momentos en que los alrededores naturales no se acomodan al terrorismo, hay una necesidad de crear el entorno cultural esencial en el que el terrorismo, y especialmente el motivado por lo religioso, pueda operar.
Yasser Arafat, el último líder palestino (y símbolo de la lucha palestina por la autodeterminación), no era un líder religioso. Sin embargo, consistentemente fomentó la creación de condiciones culturales que permitieran a los palestinos continuar en su lucha por la independencia. Uno de los métodos más populares que Arafat adoptó fue el de utilizar una terminología religiosa y retórica en sus alocuciones públicas en árabe (la lengua es un elemento fundamental en cualquier cultura). En una entrevista a la TV Nacional Palestina el 15 de Enero de 2002, Arafat explicó que los niños palestinos muertos –Shahids- son “el mensaje más importante para el mundo”. Después del primer ataque suicida femenino con bombas que mató a un ciudadano israelí e hirió a 140, Arafat dijo: “El Movimiento Fatah... elogia orgullosamente a su mártir heroína, del campo de refugiados de Alamari, la mártir Wafa Idris”.
Quizás su declaración pública más famosa fue hecha en Johannesburgo, en el medio de los acuerdos de Oslo, cuando la paz estaba cerca de alcanzarse. “La Jihad continuará, y Jerusalem no es [solamente] para el pueblo palestino, es para toda la nación musulmana... Necesitamos de ustedes como musulmanes, como guerreros de la Jihad [en árabe, Mujaheddin]”. Mediante el uso de las palabras “Jihad”, “nación musulmana” y “guerreros” en una sola frase, Arafat vinculó religión y cultura; la “Jihad” usada para ilustrar los medios, “nación musulmana” con la intención de proporcionar una identidad colectiva, y “guerreros” para representar el conjunto de normas y comportamientos inherentes al Islam.
La sociedad palestina es un ejemplo de sociedad musulmana con un entorno cultural que es una plataforma efectiva para el terrorismo motivado por lo religioso contra Israel. En el pico de la onda terrorista en 2002, la idolatría hacia los terroristas palestinos, a pesar de que su causa era más nacionalista que religiosa, ilustraba la cohesión social de la sociedad palestina y la legitimación que proveía para el terrorismo. El actual uso masivo en medios electrónicos, wallpapers, periódicos, graffitis callejeros y más, creó una cultura de terrorismo dentro de una sociedad que glorifica a los atacantes suicidas, manufactura héroes y es conminada a continuar la lucha contra los infieles (israelíes). Como resultado de este entorno cultural, el terrorismo religioso puede florecer, y el apoyo masivo que tiene entre la gente y los líderes provee la necesaria legitimación para los ataques terroristas. Por ejemplo, las Brigadas Mártires Al-Aqsa, el ala armada del Fatah (la principal organización palestina que controla la OLP), es una organización secular que usa el terrorismo para obtener objetivos nacionales y políticos para el pueblo palestino. Incluso todos los ataques suicidas llevados a cabo por sus miembros fueron hechos después de un adoctrinamiento religioso exhaustivo, que le dio al perpetrador una herramienta para auto- justificar su acto –en nombre de Dios y por la liberación de Palestina. Además, incluso el nombre de la organización, indica que sus acciones están derivadas de motivos o justificaciones religiosas, ya que la mezquita de Al-Aqsa es uno de los sitios más sagrados del Islam, y el martirio es un concepto islámico. De hecho, la cultura religiosa dentro de la sociedad palestina, si bien la mayoría de los palestinos se considera a sí mismo como secular, permite a los terroristas usar la religión como una justificación para sus actos.
Conclusiones No hay indicaciones en el Corán sobre la palabra terrorismo. Sin embargo, sabios religiosos (Faqih –experto en la ley islámica) usan la religión para encontrar modernos módulos políticos y servir para propósitos específicos, mediante el uso de interpretaciones y métodos contemporáneos. Estos sabios religiosos usan fatwas (pronunciamientos legales que no son tocantes a todos los musulmanes) y su autoridad religiosa para justificar el terrorismo como un medio necesario para satisfacer las necesidades de la realidad. Según Magnus Ranstorp: “Los terroristas buscan refugio en la religión... que determina las metas; ellos encuentran un santuario físico o psicológico contra la represión; o pueden usarlo como el principal instrumento de activismo y de acción política”. De hecho, la religión sirve como un instrumento en manos de los terroristas musulmanes para justificar sus actos, y les proporciona explicaciones morales para sus inhumanas acciones.
La cultura, por otra parte, provee la identidad colectiva y el comportamiento social que legitima y apoya al terrorismo, y también crea el entorno necesario para reclutar activistas y recaudar fondos. Sin la propia cultura, la religión por sí misma no puede ser usada como una adecuada razón para los ataques terroristas. De manera que la combinación de religión y cultura puede generar un conjunto de creencias y valores que motivan al terrorismo islámico y producen unidad social, a pesar del fervor religioso de los miembros de la comunidad.
A pesar de que frecuentemente se considera que el terrorismo es una manifestación de fanatismo religioso, cuando se observa a la actual Jihad Global queda claro que no puede separarse del trasfondo cultural ni de los eventos diarios. Como la religión y la cultura están interconectadas, habría que explorarlas en conjunto y ponerlas en el contexto político y socio-económico para poder comprender la verdadera naturaleza de la Jihad Global.-
Traducido de: Religion and Culture as Motivations for Terrorism, by Mr. Amir Frayman (ICT)
Véase el artículo original en: http://www.ict.org.il/apage/6844.php
Antes de tratar la religión y la cultura como motivaciones para el terrorismo, es necesario definir ambos términos. Muchos estudiosos han intentado hacerlo, y todavía, como ocurre con la palabra “terrorismo”, no hay una única definición que genere consenso, sino más bien un conjunto de definiciones que se complementan entre sí.
Religión es un término vago que comprende varios aspectos diferentes, muchos de los cuales no son del todo objetivos. Una de las definiciones más comprehensivas de religión está conformada por cuatro dominios: un discurso cuyos asuntos trascienden lo humano, lo temporal, lo contingente; un conjunto de prácticas tendientes a producir un mundo y sujetos humanos adecuados; una comunidad que constituye una identidad; y una institución que otorgue una validación eterna. Los cuatro dominios permiten a cada ser humano aplicar su propia definición subjetiva de religión y practicarla de acuerdo a ello.
La cultura es otro término intangible que puede definirse de varias formas. Tradicionalmente se define la cultura mediante una combinación de conceptos tales como: un grupo o comunidad con una identidad colectiva que puede ser transmitida mediante una lengua, o signos no verbales, normas de comportamiento, hábitos, vestimenta, arte, etc. Ernst Gellner sostiene que cultura es “una forma distinta de hacer las cosas que caracteriza a una comunidad dada... [cultura] puede definirse como sistemas o conceptos o ideas que guían el pensamiento y la conducta”. La cultura es más flexible que la religión y por lo tanto puede surgir a partir de eventos o procesos y puede ser cambiada de acuerdo a ello.
A través de los años la religión ha evolucionado como uno de los componentes centrales de la mayoría de las culturas, involucrándose profundamente en las prácticas de la comunidad. Además, la religión es uno de los aspectos más impredecibles de la identidad cultural de toda comunidad. En muchos casos es imposible distinguir entre religión y cultura como si fueran dos conceptos separados que constituyen la identidad colectiva de una nación o comunidad específica. Entonces, religión y cultura están directamente ligadas entre sí, y la simbiosis entre ambas ha provocado consecuencias destructivas, dando como resultado (en este caso) el apoyo y la comisión de actos terroristas islámicos.
El uso de religión y cultura por las organizaciones terroristas islámicas
Religión y cultura son prácticamente inseparables, y las organizaciones terroristas islámicas utilizan esta relación para operar en dos ámbitos. El primero es el ámbito de lo religioso, en el cual la violencia en primer lugar es representada como un acto sacramental o un deber divino, ejecutado en respuesta directa a alguna demanda o imperativo teológico. El otro ámbito es el cultural: la cultura brinda la cohesión social que se necesita para legitimar al terrorismo religioso.
El terrorismo por definición no es un fenómeno islámico. ¿Entonces por qué la mayoría de los ataques en los últimos años han sido perpetrados en nombre del Islam? La principal razón es que el Islam provee el basamento religioso necesario en donde quizás se nutra el terrorismo, además de un trasfondo cultural que permite a las sociedades aceptar y apoyarlo. No obstante, es necesario destacar que muchas comunidades musulmanas en todo el mundo no se involucran con el terrorismo ni lo apoyan como un medio de obtener ningún propósito general. La ausencia de un determinado ambiente cultural necesario para perpetrar un terrorismo religiosamente motivado explica por qué el terrorismo islámico en muchos casos no surgió dentro de comunidades musulmanas en países occidentales, sino que en realidad es producto de terroristas fuera de países musulmanes.
Es imposible determinar cuál es el instigador predominante, la religión o la cultura, en relación con el terrorismo. Sin embargo, el hecho de que la religión sea parte integrante de la cultura islámica, provee la base fértil para el creciente fenómeno del terrorismo religioso.
Para comprender los motivos que llevarían al terrorismo es preciso reconocer aspectos específicos de la cultura islámica. Por ejemplo, la gloria de los antiguos imperios islámicos sirve como un importante factor en el anhelo musulmán de revivir los grandes días del Islam. Además, la cultura guerrera inherente en el Islam desde los días del profeta Mahoma, construye conceptos de castigos religiosos en nombre de Dios, venganza de sangre, honor y respeto, y una profundamente arraigada diferenciación entre musulmanes e infieles. Estos dos principales aspectos en la cultura islámica sirven como motor en la identidad colectiva de muchas comunidades musulmanas. En consecuencia, el viraje hacia la violencia mientras se usa una justificación religiosa distorsionada, parece filtrarse en el modo de vida de algunas comunidades musulmanas.
Una percepción deformada del decreto religioso junto con un particular entorno cultural puede verse en el concepto de martirio (Shahadah). Este concepto –la santificación del nombre de Dios mediante el sacrificio de la propia vida- se ha vuelto un modus operandi popular entre varias comunidades musulmanas, debido al hecho de que es un deber religioso cuya glorificación se origina a partir de la fundación cultural inherente en el Islam. Muchas sociedades musulmanas utilizan la religión para bogar por el martirio, creando “culturas de veneración al martirio”, que toman la forma de atacantes suicidas. No obstante, esto crea un problema para los musulmanes, dado que si bien el entorno cultural está listo para aceptar a los mártires, el concepto de la comisión de suicidio es inaceptable para el Islam, ya que a cualquier persona que cometa suicidio se le prohíbe la entrada al cielo (otro concepto divino en el Islam). Por lo tanto, al enfrentar la necesidad de utilizar un terrorismo suicida, la moderna “bomba inteligente” de las organizaciones terroristas islámicas, fue necesario obtener una autorización religiosa para justificar estos actos.
Un eminente erudito religioso, el Jeque Yusuf al-Qaradawi, anunció que “Las operaciones llevadas a cabo por los jóvenes musulmanes que defienden las tierras del Islam, y su religión y dignidad, son la forma más grande de Jihad por Alá. Ellos caen bajo la definición de terrorización legítima... Sostengo que es erróneo considerar a estos actos como ‘suicidas’, porque estos son actos heroicos de martirio, de hecho muy diferentes al suicidio”. Esta declaración explicó a los musulmanes que los ataques suicidas, si bien están prohibidos en el Islam, están justificados si se hacen según la voluntad de Dios, y les promete a los atacantes suicidas la entrada al cielo.
Otro erudito religioso, el Jeque Muhammad Fadlallah, también fue llamado para explicar esta contradicción entre el cielo y los ataques suicidas. Su solución está representada en la siguiente ley religiosa: “No hay ninguna diferencia entre morir con un arma entre las manos o explotarse a sí mismo. En una situación de lucha o guerra santa, hay que encontrar la mejor manera de lograr los objetivos”.
Ninguna organización terrorista puede actuar efectivamente si la sociedad que la rodea no apoya sus actividades. Mao Tse-Tung dijo alguna vez que: “La guerrilla debe moverse entre la gente igual que un pez nada en el mar”. Si bien él se refería a los combatientes de la guerrilla, los terroristas no son diferentes en su necesidad de sentirse cómodos en su hábitat natural. Por lo tanto, en momentos en que los alrededores naturales no se acomodan al terrorismo, hay una necesidad de crear el entorno cultural esencial en el que el terrorismo, y especialmente el motivado por lo religioso, pueda operar.
Yasser Arafat, el último líder palestino (y símbolo de la lucha palestina por la autodeterminación), no era un líder religioso. Sin embargo, consistentemente fomentó la creación de condiciones culturales que permitieran a los palestinos continuar en su lucha por la independencia. Uno de los métodos más populares que Arafat adoptó fue el de utilizar una terminología religiosa y retórica en sus alocuciones públicas en árabe (la lengua es un elemento fundamental en cualquier cultura). En una entrevista a la TV Nacional Palestina el 15 de Enero de 2002, Arafat explicó que los niños palestinos muertos –Shahids- son “el mensaje más importante para el mundo”. Después del primer ataque suicida femenino con bombas que mató a un ciudadano israelí e hirió a 140, Arafat dijo: “El Movimiento Fatah... elogia orgullosamente a su mártir heroína, del campo de refugiados de Alamari, la mártir Wafa Idris”.
Quizás su declaración pública más famosa fue hecha en Johannesburgo, en el medio de los acuerdos de Oslo, cuando la paz estaba cerca de alcanzarse. “La Jihad continuará, y Jerusalem no es [solamente] para el pueblo palestino, es para toda la nación musulmana... Necesitamos de ustedes como musulmanes, como guerreros de la Jihad [en árabe, Mujaheddin]”. Mediante el uso de las palabras “Jihad”, “nación musulmana” y “guerreros” en una sola frase, Arafat vinculó religión y cultura; la “Jihad” usada para ilustrar los medios, “nación musulmana” con la intención de proporcionar una identidad colectiva, y “guerreros” para representar el conjunto de normas y comportamientos inherentes al Islam.
La sociedad palestina es un ejemplo de sociedad musulmana con un entorno cultural que es una plataforma efectiva para el terrorismo motivado por lo religioso contra Israel. En el pico de la onda terrorista en 2002, la idolatría hacia los terroristas palestinos, a pesar de que su causa era más nacionalista que religiosa, ilustraba la cohesión social de la sociedad palestina y la legitimación que proveía para el terrorismo. El actual uso masivo en medios electrónicos, wallpapers, periódicos, graffitis callejeros y más, creó una cultura de terrorismo dentro de una sociedad que glorifica a los atacantes suicidas, manufactura héroes y es conminada a continuar la lucha contra los infieles (israelíes). Como resultado de este entorno cultural, el terrorismo religioso puede florecer, y el apoyo masivo que tiene entre la gente y los líderes provee la necesaria legitimación para los ataques terroristas. Por ejemplo, las Brigadas Mártires Al-Aqsa, el ala armada del Fatah (la principal organización palestina que controla la OLP), es una organización secular que usa el terrorismo para obtener objetivos nacionales y políticos para el pueblo palestino. Incluso todos los ataques suicidas llevados a cabo por sus miembros fueron hechos después de un adoctrinamiento religioso exhaustivo, que le dio al perpetrador una herramienta para auto- justificar su acto –en nombre de Dios y por la liberación de Palestina. Además, incluso el nombre de la organización, indica que sus acciones están derivadas de motivos o justificaciones religiosas, ya que la mezquita de Al-Aqsa es uno de los sitios más sagrados del Islam, y el martirio es un concepto islámico. De hecho, la cultura religiosa dentro de la sociedad palestina, si bien la mayoría de los palestinos se considera a sí mismo como secular, permite a los terroristas usar la religión como una justificación para sus actos.
Conclusiones No hay indicaciones en el Corán sobre la palabra terrorismo. Sin embargo, sabios religiosos (Faqih –experto en la ley islámica) usan la religión para encontrar modernos módulos políticos y servir para propósitos específicos, mediante el uso de interpretaciones y métodos contemporáneos. Estos sabios religiosos usan fatwas (pronunciamientos legales que no son tocantes a todos los musulmanes) y su autoridad religiosa para justificar el terrorismo como un medio necesario para satisfacer las necesidades de la realidad. Según Magnus Ranstorp: “Los terroristas buscan refugio en la religión... que determina las metas; ellos encuentran un santuario físico o psicológico contra la represión; o pueden usarlo como el principal instrumento de activismo y de acción política”. De hecho, la religión sirve como un instrumento en manos de los terroristas musulmanes para justificar sus actos, y les proporciona explicaciones morales para sus inhumanas acciones.
La cultura, por otra parte, provee la identidad colectiva y el comportamiento social que legitima y apoya al terrorismo, y también crea el entorno necesario para reclutar activistas y recaudar fondos. Sin la propia cultura, la religión por sí misma no puede ser usada como una adecuada razón para los ataques terroristas. De manera que la combinación de religión y cultura puede generar un conjunto de creencias y valores que motivan al terrorismo islámico y producen unidad social, a pesar del fervor religioso de los miembros de la comunidad.
A pesar de que frecuentemente se considera que el terrorismo es una manifestación de fanatismo religioso, cuando se observa a la actual Jihad Global queda claro que no puede separarse del trasfondo cultural ni de los eventos diarios. Como la religión y la cultura están interconectadas, habría que explorarlas en conjunto y ponerlas en el contexto político y socio-económico para poder comprender la verdadera naturaleza de la Jihad Global.-
Traducido de: Religion and Culture as Motivations for Terrorism, by Mr. Amir Frayman (ICT)
Véase el artículo original en: http://www.ict.org.il/apage/6844.php
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