28 marzo 2007

Una sombrilla estratégica e ideológica Jihadista Global: el Convenio del Consejo Supremo de los Grupos Jihadistas

El 14 de enero de 2007, uno de los líderes eruditos jihadistas salafístas, el jeque kuwaití Hamed bin Abdallah al-Ali, publicó en su sitio web un nuevo e interesante documento: “The Covenant of the Supreme Council of Jihad Groups (Mithaq añ-Majles al-A´la li-Fasael al Jihad)”. El documento comenzó a circular inmediatamente en los foros jihadistas y, como se esperaba, recibió un entusiasta apoyo. Dicho documento es el primero de esta clase desde que Osama bin Laden y sus colegas trataron la declaración de fundación del Frente Islamista Mundial contra los Judíos y los Cruzados (febrero de 1998). Esa declaración simbolizaba la formación de una estructura organizacional que de hecho habría formado a Al Qaeda o Qa´idat al Jihad como frente. Aunque desde entonces Al Qaeda ha aparecido de varias formas, quizás se entiende menos como una organización frontal.

Al Qaeda se ha visto obligado a mutar en una especie de “sombrilla” frontal de varios grupos jihadíes –salafistas locales debido a una cantidad de hechos: por ejemplo, la caída del régimen talibán en Afganistán en diciembre de 2001 y la ocupación norteamericana en marzo-mayo de 2003, con el surgimiento allí de la insurgencia jihadista sunní. Si bien los grupos jihadíes salafistas locales han conseguido llevar a cabo varios ataques terroristas alrededor de todo el mundo, actuando en una variedad de blancos locales y globales, se han manejado de acuerdo a una estrategia más bien unificada. Esa estrategia ha sido dirigida por varios elementos:

* Primero, por el antiguo liderazgo “nuclear” de Al Qaeda, que dirigió al grupo por medio de una variedad de medios conocidos (por ejemplo, Internet y comunicaciones satelitales) y desconocidos (probablemente encuentros cara a cara y mensajeros);

* Segundo, por tácticas y estrategias independientes que se desarrollaron de acuerdo a las condiciones locales: los ejemplos aquí incluyen a la Tawid wal- Jihad, más tarde rebautizada como Al Qaeda, en Irak, de Zarkawi, la algerina GSPC, el Batallón Árabe en Chechenia, grupos en Indonesia, grupos independientes locales en Europa, o grupos jihadíes en Sinaí/Egipto, Jordania o Arabia Saudita.

* Tercero, por los intentos de coordinar y obtener un máximo de unidad de estrategia e ideología por parte de la generación más joven de clérigos y eruditos jihadíes salafistas a través de Internet. Entre estos eruditos, predominaban los sauditas, así como también otros clérigos árabes que se graduaron en universidades islámicas sauditas durante la década de 1990. Además de las doctrinas básicas neo-Wahabbitas Salafistas que absorbieron en Arabia Saudita, esta clase de eruditos se vio influenciada por la emergencia del movimiento reformista saudita, que fue en parte una reacción ante la presencia de los Estados Unidos en Arabia tras la primera guerra del Golfo, en 1991.

Desde la formación del frente de Al Qaeda, no se hicieron intentos de establecer ninguna herramienta organizacional de tipo global para aunar los esfuerzos bajo un determinado comando. Solamente se trató de conseguir una unidad de líneas de pensamientos.

En dos de sus discursos públicos, Osama Bin Laden (en 2003) y Ayman al-Zawahiri (en 2004) plantearon la idea de un Consejo Islámico para los responsables de la toma de decisiones de la comunidad en la forma islámica tradicional: Majlis al –Hall wal- ´Aqd. Tal consejo todavía no se ha establecido, y es dudoso que se haga en un futuro cercano, dadas las presentes condiciones de Al Qaeda y su liderazgo. Es decir, solamente se han hecho esfuerzos locales en Irak. Esto incluyó a Agu Mus´ab al- Zarkawi y su declaración de fidelidad a Bin Laden y Al Qaeda en 2004 (Tawhid wal- Jihad); la formación de Al Qaeda en Irak (también conocido como Al Qaeda en la Tierra de los Dos Ríos) como una organización frontal de seis grupos locales, el mismo año; discursos públicos de Ayman al-Zawahiri y otros eruditos jihadiíes para influenciar e incluso moderar la política de Zarqawi hasta su asesinato en junio de 2006; y la fundación de un Estado Islámico en Irak en septiembre de 2006. Este estado fue diseñado para ser dominado por Al Qaeda, pero el grupo tenía que ser solamente uno de varios elementos componentes del Estado, que era regido por Abu Omar al-Baghdadi al- Hashemi. En 2006, otros varios grupos declararon su lealtad hacia Al Qaeda: el algerino GSPC, parte del egipcio Gama´at Islamiyyah, y no oficialmente la Unión de Cortes Islámicas de Somalía.

El principal motivo de esta estrategia ha sido el principio de creación de unidad en el mundo musulmán. Por lo tanto, donde quiera y cuando quiera que tenga lugar un ataque contra tierras musulmanas o contra los musulmanes mismos, o un conflicto entre musulmanes y no musulmanes, todos los musulmanes deberán emprender una Jihad.

El año 2006 también ha sido testigo de un creciente foco en la estrategia anti Shi´a, no sólo en el contexto de la insurgencia sunní jihadista en Irak. La imagen victoriosa del Hezbollah libanés en la guerra contra Israel, la creciente participación en la arena palestina y con Hamas, y la forma en que Saddam Hussein fue ejecutado, todo se ha agregado al creciente sentimiento anti-Shi´a como parte integral y significativa de la estrategia global de la Jihad.

Hamed al-Ali y su llamamiento a la fundación de un Consejo Jihadista Global

Entre 2005 y 2006, el jeque kuwaití Hamed al-Ali se convirtió en el clérigo líder jihadí-salafista de la nueva generación de eruditos jihadistas y Muftíes. Su creciente preeminencia y popularidad se vio favorecida por el hecho de que la mayoría de sus colegas fueron encarcelados o asesinados, mientras que muchos otros cambiaron sus ideas bajo severas presiones por parte del gobierno saudita. Pocos clérigos tienen hoy un impacto similar en los sostenes de la Jihadí-Salafiyyah global. El jeque Al Ali vive en Kuwait, donde disfruta de una libertad de expresión y de actividades relativamente alta, y una completa libertad de utilizar Internet para sus propósitos.

En 2006, también se convirtió en el erudito jihadista más fructífero en el mundo árabe, ya que sus artículos y fatwas fueron leídos y hechos circular inmediatamente en todos los foros jihadistas. Mientras que sus vínculos organizacionales con Al Qaeda se desconocen, su efecto sobre lo sostenedores del frente jihadí global es inmenso. Como resultado, sus escritos se convierten en una antorcha de vanguardia para la consolidación de una doctrina jihadista globalmente aceptada.

El documento que se publicó el 14 de enero de 2006 puede tomarse como un intento de consolidar una estrategia unida para la Jihad Global en un futuro cercano. Al margen de si esto es resultado de una iniciativa personal, o si es de acuerdo con los principales agentes operativos tales como Ayman Zawahiri o los comandantes de Al Qaeda en Irak, su llamamiento podría verse como un documento estratégico. Sin embargo, Al Alí presenta su documento como si ya hubiera habido un encuentro de eruditos jihadistas y el documento fuera resultado de tal reunión, que “trató sobre las condiciones de la nación islámica y la conspiración en su contra por parte de dos enemigos”.

Si su “Covenant of the Supreme Council of Jihad Groups” es un llamamiento para realmente formar un consejo de este tipo o si es simplemente un intento de trazar a grandes rasgos los perfiles de una estrategia unida, lo que está claro es que el documento es una estampa oficial que marca la apertura de un frente anti-iraní y anti-Shi´a junto con el tradicional anti Cruzados-Judíos, que es asistido por gobiernos árabes. El documento de Al Alí es un intento de delinear la futura estrategia de lucha simultáneamente en dos frentes. Lo que comenzó en Irak como la principal estrategia de Zarkawi y sus seguidores de Tawhid wal-Jihad ha sido ratificado por Al Qaeda tras su muerte y es ahora sostenido por el nuevo liderazgo de la insurgencia jihadista. Con este documento, dicha estrategia obtiene la aprobación clerical a través de Hamed Al Ali.

Para enfocarse en el elemento innovador en esta estrategia, Al Ali coloca la amenaza Iraní-Shiita como la primera de dos: “El enemigo Safawi que busca la destrucción de la civilización islámica, mata cruelmente a los musulmanes bajo banderas religiosas”. La segunda amenaza es, naturalmente, la campaña Cruzados-Zionistas. Estas dos campañas “anti-islámicas” reciben la misma prioridad y la naturaleza de una obligación personal (Fardh ´Ayn), según la cual cada musulmán debe participar en la Jihad en defensa de todos los musulmanes.

Otro elemento nuevo y significativo en el documento es el llamamiento a la unidad, aunque dentro de un marco de pluralismo organizacional de varios grupos Jihadistas. La unidad se logra concentrando los esfuerzos en el marco de una estrategia unida, aunque no necesariamente a través de la unidad de las organizaciones. Además, hay un llamado a la tolerancia hacia los otros grupos islámicos, y contra cualquier excomunión extrema de los otros musulmanes (Al-Ghuluw fi al-Takfir). El documento también rechaza la lucha contra los grupos o individuos que no siguen un cierto grupo jihadí o no prestan juramento a su liderazgo. “Nosotros debemos comprender que la nación necesita tanto la Jihad como la prudencia de todos sus componentes y grupos. La nación necesita tolerar las legítimas disputas”.

El Convenio está acompañado por un suplemento, que el autor inicia declarando que hay solamente tres proyectos en Medio Oriente: el Safawi-Iraní, el Zionista-Cruzado, y la Jihad Islámica. Una vez más, Al Alí menciona el proyecto iraní en primer lugar. El suplemento se enfoca en la Jihad contra la conspiración occidental, pero también predice un conflicto sobre el dominio de Medio Oriente entre los dos enemigos, que llevará a “un caos en la región por algún periodo, que será a favor del proyecto de la Jihad que se expandirá a lo largo de todo el mundo musulmán como el fuego en la madera”. Prosigue Al Ali: “La misión más importante del proyecto jihadista actualmente es demostrar resistencia en el enfrentamiento con nuestros enemigos y perseverancia en nuestra ruta bajo su estandarte hasta la victoria final”.

La respuesta jihadista a la campaña de Occidente deberá incluir cuatro elementos: la jihad mediante la violencia (que ya está teniendo lugar); independencia económica; la contradicción de la perspectiva o el pensamiento occidental promocionando el islámico; y la destrucción de la “entidad zionista”. “No es importante la velocidad de obtención de las metas. Lo más importante es la comprensión del plan y el mantenimiento de un espíritu de desafío”.

Conclusión

La importancia del documento de Al Alí yace principalmente en su intento de delinear una estrategia jihadista unificada, una que no ponga atención en la estructura organizacional de varios grupos, ni en la unidad organizativa. La estrategia necesita enfrentar una campaña enemiga dual: una iraní-shiíta y una occidental. El énfasis en el pluralismo organizacional del proyecto jihadista es una innovación, y probablemente sea resultado de la incapacidad de unir a todos los grupos insurgentes jihadistas en Irak. También emana probablemente del reconocimiento de que diferentes condiciones gobiernan las realidades en varias partes del mundo musulmán.

Por un lado, esta nueva aproximación puede parecer una falla en la parte de Al Qaeda de establecer un solo grupo jihadista unificado, a pesar de la declaración de un “Estado Islámico Iraquí” en el área sunnita de Bagdad y sus alrededores. El reconocimiento de este pluralismo legítimo también se refleja en el sistema de información, propaganda, y campaña de adoctrinamiento que varios grupos están prosiguiendo en Internet. En el año 2006, parecía que una suerte de tregua se había desarrollado entre varios grupos, y que una mejor cooperación en este campo había reemplazado a los anteriores enfrentamientos. También parece que a diferencia del pasado, los diferentes sistemas de información –Global Islamic Media Front (GIMF), Al-Sahab, Al-Furqan, Al-Fajr, Al-Boraq, y varios otros- actualmente actúan en armonía unos con otros. Si esto es resultado de una planificación deliberada o un compromiso, la realidad muestra que hay alguien que intenta incluirlo en una estrategia, para crear un cierto orden en el proyecto jihadista.

En cierto modo, Hamed al-Ali completa algunos de los lineamientos políticos de la política transmitida por Ayman al-Zawahiri en sus grabaciones de audio y video. No está claro si existe algún contacto entre dos de ellos, y cuán extenso es, pero hay fuertes signos de que la Jihad Global logra disponer un procedimiento a través del cual se produce un nuevo pensamiento constantemente, se aprenden nuevas lecciones, y se delinean adaptaciones a las políticas o estrategias. La clara oposición de Al Alí a la refutación radical de otros musulmanes sunníes se parece a los escritos de Zawahiri y el criticismo de Abu Muhammed al-Maqdisi de Abu Mus´ab al Zarqawi en 2005. Estos pensadores no parecen llegar a sus conclusiones como resultado de consultas mutuas o una jerarquía de instituciones, sino trazando principalmente una estrategia lógica común –por lo menos, lógica desde su punto de vista.

También hay que rescatar que la noción del enemigo shiíta es equivalente al del “cruzado judío”, aun cuando esto no es algo nuevo, sino el resultado de los hechos en Iraq y las posibilidades de lo que los jihadistas salafistas interpretan como una retirada de los Estados Unidos de Irak en un futuro cercano. El conflicto con Irán y la Shi´a ya había sido predicho a principios de 2003, en los escritos de los últimos jeques, el saudita Yousef al-Uyeri y el jordano Abu Omar Seyf, dos de los principales arquitectos de la estrategia jihadista en Irak. La enemistad hacia Irán y la Shi´a sólo había sido demonizada durante los últimos tres años. Hamed Al Ali viene ahora y la proporciona con el sello de la estrategia oficial de la Jihad Global. Sea por su propia iniciativa, o en concordancia con Al Qaeda, haciendo esto cierra la puerta a cualquier compromiso posible con Irán o la comunidad shiíta en Irak, a menos que futuras condiciones fuerce a hacerlo.

Todavía queda la cuestión de cómo Al Qaeda o la Jihad Global en general es dirigida. No conocemos el proceso exacto de toma de decisiones en Al Qaeda, o si el llamado de Bin Laden a establecer un “Consejo Ejecutivo” fue respondido. El discurso del documento de Al Alí insinúa la posible existencia de alguna forma de este consejo.

Traducido de: A Global Jihadi Umbrella for Strategy and Ideology: The Covenant of the Supreme Council of Jihad Groups. By Reuven Paz, Director,
Project for the Research of Islamist Movements (PRISM) GLORIA Center, IDC HerzliyaICT Research Fellow Enero 22, 2007
Vea el artículo original en:
http://www.ict.org.il/index.php?sid=119&lang=en&act=page&id=9415&str=Covenant

Los programas nucleares de Corea del Norte e Irán: similares pero no iguales

El reciente acuerdo quebrantando entre Estados Unidos y Corea del Norte ha sido mencionado como un ejemplo y posible precursor de las negociaciones con Irán. Es difícil juzgar la eficacia de este actual acuerdo hasta que se den a conocer sus detalles y sea realmente implementado en el campo. Sin embargo, asumiendo de forma optimista que traiga un alto al programa nuclear de Pyongyang, indirectamente no tiene nada que ver con el arsenal nuclear ya existente de Corea. Además, los expertos y analistas no están de acuerdo sobre si puede, como señaló la Secretaria de Estado norteamericana Rice, demostrar la capacidad de la comunidad internacional de imponer sanciones significativas y ayudar a asegurar que Teherán no construya su propio arsenal nuclear, o, como señaló el ex embajador ante las Naciones Unidas John Bolton, podría envalentonar al régimen iraní el hecho de continuar examinando concienzudamente su programa nuclear bajo la suposición de que los norteamericanos serán disuadidos de atacar y finalmente forzados a acceder a sus demandas.

Hay varias similitudes entre los regímenes de Corea del Norte e Irán. Ambos son regímenes represivos encabezados por líderes cuyas personalidades son cuestionables, ambos han sido criticados por Occidente por cuestiones de violaciones a los derechos humanos, ambos están en la lista de países que apoyan al terrorismo (lista del Departamento de Estado norteamericano), sus programas nucleares han levantado una oleada a través de la arena internacional, y ambos están listados en el infame “Eje del mal”. No obstante, toda comparación entre los programas nucleares de Irán y Corea del Norte, y todo intento de sacar conclusiones con respecto a posibles escenarios para Irán también debe dar cuenta de las considerables diferencias entre las situaciones ideológicas, económicas, militares y geopolíticas de cada país.

Para Pyongyang las armas nucleares son un medio para atraer a Estados Unidos hacia la mesa de negociaciones, recibir concesiones políticas y financieras, y salir de la lista de países que apoyan al terrorismo. De hecho, Pyongyang no tuvo reparos en anunciar sus intenciones de desarrollar armas nucleares. Algunos incluso argumentan que lo hizo de forma tan abierta específicamente para captar la atención norteamericana y forzarlos a entablar negociaciones.

Económicamente, tras finales de la Guerra Fría y el cese del apoyo soviético, Corea del Norte se encontró en graves dificultades financieras e incluso hubo informes de escasez de alimentos y hambrunas. Esta situación se vio exacerbada por las sanciones que limitaron el comercio norcoreano. Poco dispuesto a someterse a cambiar el régimen o conceder reformas, Pyongyang no tiene mucho que ofrecer a la comunidad internacional en las negociaciones, por lo tanto necesita un programa nuclear para tener una posición ventajosa en la negociación.

Militarmente, Corea del Norte tiene el cuarto arsenal más grande del mundo y una clara ventaja convencional sobre Corea del Sur; las pocas armas nucleares que posee Corea del Norte no amenazan seriamente a Rusia o China. Por lo tanto, las armas nucleares no agregan demasiado a su posición estratégica. Ya que está rodeada por Rusia y China al Norte, Japón al Este, y Corea del Sur, al Sur, Pyongyang realmente no stand una oportunidad de convertirse en una superpotencia económica o militar, a menos que se una con Corea del Sur. Esto demuestra que Corea del Norte no tiene ningún espacio para incrementar sus influencias en la región, y por ende no necesita un programa nuclear.

En resumen: Corea del Norte no tiene mucho que ganar de mantener armas nucleares, pero sí en el marco de las negociaciones con Estados Unidos, y se encuentra en la imperiosa necesidad de asistencia financiera. Además, no tiene nada que ofrecer a la comunidad internacional a cambio de concesiones y tampoco tiene ninguna razón ideológica de peso como para tener armas nucleares; de manera que no puede darse el lujo de abandonar el plan nuclear.

Irán, por otra parte, se encuentra en una situación muy diferente. El programa nuclear iraní es una meta en sí misma y no sólo un medio de llegar a un fin. Irán proclama que su programa nuclear es sólo para uso civil, pero sus abundantes reservas petrolíferas hacen esa afirmación absurda. Parece altamente improbable que Irán, si consiguiera armas nucleares, las abandonara de buena voluntad.

Económicamente, si bien Irán no es un poder económico, casi no está en la extrema necesidad de Corea del Norte: el país cuenta con abundantes recursos naturales de petróleo y gas natural, lo que indica que Irán tendría menos necesidad de usar el chantaje nuclear para beneficios financieros. De hecho, Irán también usa su petróleo para “comprar” el favor internacional y disuadir a la comunidad internacional con amenazas respecto al suministro de petróleo. En términos de su posicionamiento internacional, a principios del siglo XXI, Irán bajo el liderazgo del reformista Khatami (Muhammad Khatami) parecía estar templando sus relaciones con Occidente bajo lo que Khatami denominó “Diálogo entre Civilizaciones”. Si Irán quería más concesiones de Occidente, habría sido mejor implementar reformas, no irritarlo acelerando su programa nuclear.

Geopolíticamente, una vez que Estados Unidos neutralizó al mayor enemigo regional de Irán, Irak, y derrocó al régimen talibán en la vecina Afganistán creando así un vacío de poder, Irán ya está trabajando para aumentar su influencia en las regiones shiítas de Irak. Por otra parte, Estados Unidos reclamó que suministra armas a los rebeldes shiítas. Siria se alineó estratégicamente con Irán, el Hezbollah respaldado por Irán continúa ganando poder en Líbano, y solamente Turquía queda en el camino de Irán. Un arsenal nuclear iraní cambiaría ampliamente el balance estratégico entre los dos e incrementaría en gran medida la esfera de influencia iraní.

Ideológicamente, el objetivo del estado iraní de exportar la revolución islámica y liderar al mundo islámico junto con el amplio rango de apoyo que proveen varios grupos terroristas, tales como Hezbollah y Hamas, sería ampliamente facilitado por un arma nuclear, lo que reduciría las probabilidades y el alcance de una posible represalia contra Teherán. También hay que señalar que Irán aceleró mucho su programa nuclear bajo el liderazgo del presidente Ahmadinejad y su cohorte radical. Si Irán es capaz de producir armas nucleares, podría ayudar a estos elementos radicales conservadores a solidificar su liderazgo, galvanizar la población alrededor del logro del país y permitir a los líderes evitar reformas.

Y lo que es más importante: siempre queda el grave asunto de que, tras su incesante negación del Holocausto y discursos sobre borrar a la entidad Zionista del mapa, Ahmadinejad constantemente transmite su ideología mesiánica y apocalíptica, que incluye la preparación del escenario para el regreso del Mahdi (el Imán oculto). Esto se hace trayendo caos al mundo. ¿Sería usar una bomba nuclear parte de ese plan?

Los eventos de las pocas semanas pasadas sugieren que la administración Bush ha entendido las diferencias entre los dos regímenes y el hecho de que sería muy improbable la renuncia de Irán a las armas nucleares, si fuera capaz de producirlas. Si bien continúa negando todo plan de atacar a Irán, Estados Unidos recientemente envió al USS John C. Stennis para encabezar una fuerza de ataque desplegada en el Golfo Pérsico junto con otras varias naves ya estacionadas en la región. Las bruscas acusaciones de Bush contra Irán por su intromisión en Irak y suministrarles armas a los rebeldes insurgentes shiítas construyen además un caso de la Administración Bush contra Teherán.

A lo largo de las últimas semanas algunas figuras predominantes en Irán han sugerido que sería mejor detener su programa nuclear y negociar con la comunidad internacional. Por otra parte, comandantes de la Guardia Revolucionaria Iraní advirtieron a los Estados Unidos contra el ataque, llevaron a cabo varios ejercicios con el fin de demostrar su resolución y capacidades y afirmaron que contraatacarían objetivos norteamericanos en todo el mundo. También amenazaron con bloquear el estrecho de Hormuz en el Golfo Pérsico, por donde pasa aproximadamente un 20% del suministro mundial de petróleo.

Mientras que Estados Unidos ciertamente prefiere el diálogo diplomático con los iraníes, es más probable que no dude en llamarlo un “engaño” iraní y evite que Irán alcance el “punto sin retorno” nuclear.

Traducido de: The North-Korean and Iranian Nuclear Programs: similar, but not the same. By Moshe Horowitz.
http://www.ict.org.il/index.php?sid=119&lang=en&act=page&id=10249&str=nuclear%20programs

05 marzo 2007

Religión y cultura como motivaciones para el terrorismo (2)

Relación entre religión y cultura

Antes de tratar la religión y la cultura como motivaciones para el terrorismo, es necesario definir ambos términos. Muchos estudiosos han intentado hacerlo, y todavía, como ocurre con la palabra “terrorismo”, no hay una única definición que genere consenso, sino más bien un conjunto de definiciones que se complementan entre sí.

Religión es un término vago que comprende varios aspectos diferentes, muchos de los cuales no son del todo objetivos. Una de las definiciones más comprehensivas de religión está conformada por cuatro dominios: un discurso cuyos asuntos trascienden lo humano, lo temporal, lo contingente; un conjunto de prácticas tendientes a producir un mundo y sujetos humanos adecuados; una comunidad que constituye una identidad; y una institución que otorgue una validación eterna. Los cuatro dominios permiten a cada ser humano aplicar su propia definición subjetiva de religión y practicarla de acuerdo a ello.

La cultura es otro término intangible que puede definirse de varias formas. Tradicionalmente se define la cultura mediante una combinación de conceptos tales como: un grupo o comunidad con una identidad colectiva que puede ser transmitida mediante una lengua, o signos no verbales, normas de comportamiento, hábitos, vestimenta, arte, etc. Ernst Gellner sostiene que cultura es “una forma distinta de hacer las cosas que caracteriza a una comunidad dada... [cultura] puede definirse como sistemas o conceptos o ideas que guían el pensamiento y la conducta”. La cultura es más flexible que la religión y por lo tanto puede surgir a partir de eventos o procesos y puede ser cambiada de acuerdo a ello.

A través de los años la religión ha evolucionado como uno de los componentes centrales de la mayoría de las culturas, involucrándose profundamente en las prácticas de la comunidad. Además, la religión es uno de los aspectos más impredecibles de la identidad cultural de toda comunidad. En muchos casos es imposible distinguir entre religión y cultura como si fueran dos conceptos separados que constituyen la identidad colectiva de una nación o comunidad específica. Entonces, religión y cultura están directamente ligadas entre sí, y la simbiosis entre ambas ha provocado consecuencias destructivas, dando como resultado (en este caso) el apoyo y la comisión de actos terroristas islámicos.

El uso de religión y cultura por las organizaciones terroristas islámicas

Religión y cultura son prácticamente inseparables, y las organizaciones terroristas islámicas utilizan esta relación para operar en dos ámbitos. El primero es el ámbito de lo religioso, en el cual la violencia en primer lugar es representada como un acto sacramental o un deber divino, ejecutado en respuesta directa a alguna demanda o imperativo teológico. El otro ámbito es el cultural: la cultura brinda la cohesión social que se necesita para legitimar al terrorismo religioso.

El terrorismo por definición no es un fenómeno islámico. ¿Entonces por qué la mayoría de los ataques en los últimos años han sido perpetrados en nombre del Islam? La principal razón es que el Islam provee el basamento religioso necesario en donde quizás se nutra el terrorismo, además de un trasfondo cultural que permite a las sociedades aceptar y apoyarlo. No obstante, es necesario destacar que muchas comunidades musulmanas en todo el mundo no se involucran con el terrorismo ni lo apoyan como un medio de obtener ningún propósito general. La ausencia de un determinado ambiente cultural necesario para perpetrar un terrorismo religiosamente motivado explica por qué el terrorismo islámico en muchos casos no surgió dentro de comunidades musulmanas en países occidentales, sino que en realidad es producto de terroristas fuera de países musulmanes.

Es imposible determinar cuál es el instigador predominante, la religión o la cultura, en relación con el terrorismo. Sin embargo, el hecho de que la religión sea parte integrante de la cultura islámica, provee la base fértil para el creciente fenómeno del terrorismo religioso.

Para comprender los motivos que llevarían al terrorismo es preciso reconocer aspectos específicos de la cultura islámica. Por ejemplo, la gloria de los antiguos imperios islámicos sirve como un importante factor en el anhelo musulmán de revivir los grandes días del Islam. Además, la cultura guerrera inherente en el Islam desde los días del profeta Mahoma, construye conceptos de castigos religiosos en nombre de Dios, venganza de sangre, honor y respeto, y una profundamente arraigada diferenciación entre musulmanes e infieles. Estos dos principales aspectos en la cultura islámica sirven como motor en la identidad colectiva de muchas comunidades musulmanas. En consecuencia, el viraje hacia la violencia mientras se usa una justificación religiosa distorsionada, parece filtrarse en el modo de vida de algunas comunidades musulmanas.

Una percepción deformada del decreto religioso junto con un particular entorno cultural puede verse en el concepto de martirio (Shahadah). Este concepto –la santificación del nombre de Dios mediante el sacrificio de la propia vida- se ha vuelto un modus operandi popular entre varias comunidades musulmanas, debido al hecho de que es un deber religioso cuya glorificación se origina a partir de la fundación cultural inherente en el Islam. Muchas sociedades musulmanas utilizan la religión para bogar por el martirio, creando “culturas de veneración al martirio”, que toman la forma de atacantes suicidas. No obstante, esto crea un problema para los musulmanes, dado que si bien el entorno cultural está listo para aceptar a los mártires, el concepto de la comisión de suicidio es inaceptable para el Islam, ya que a cualquier persona que cometa suicidio se le prohíbe la entrada al cielo (otro concepto divino en el Islam). Por lo tanto, al enfrentar la necesidad de utilizar un terrorismo suicida, la moderna “bomba inteligente” de las organizaciones terroristas islámicas, fue necesario obtener una autorización religiosa para justificar estos actos.

Un eminente erudito religioso, el Jeque Yusuf al-Qaradawi, anunció que “Las operaciones llevadas a cabo por los jóvenes musulmanes que defienden las tierras del Islam, y su religión y dignidad, son la forma más grande de Jihad por Alá. Ellos caen bajo la definición de terrorización legítima... Sostengo que es erróneo considerar a estos actos como ‘suicidas’, porque estos son actos heroicos de martirio, de hecho muy diferentes al suicidio”. Esta declaración explicó a los musulmanes que los ataques suicidas, si bien están prohibidos en el Islam, están justificados si se hacen según la voluntad de Dios, y les promete a los atacantes suicidas la entrada al cielo.

Otro erudito religioso, el Jeque Muhammad Fadlallah, también fue llamado para explicar esta contradicción entre el cielo y los ataques suicidas. Su solución está representada en la siguiente ley religiosa: “No hay ninguna diferencia entre morir con un arma entre las manos o explotarse a sí mismo. En una situación de lucha o guerra santa, hay que encontrar la mejor manera de lograr los objetivos”.

Ninguna organización terrorista puede actuar efectivamente si la sociedad que la rodea no apoya sus actividades. Mao Tse-Tung dijo alguna vez que: “La guerrilla debe moverse entre la gente igual que un pez nada en el mar”. Si bien él se refería a los combatientes de la guerrilla, los terroristas no son diferentes en su necesidad de sentirse cómodos en su hábitat natural. Por lo tanto, en momentos en que los alrededores naturales no se acomodan al terrorismo, hay una necesidad de crear el entorno cultural esencial en el que el terrorismo, y especialmente el motivado por lo religioso, pueda operar.
Yasser Arafat, el último líder palestino (y símbolo de la lucha palestina por la autodeterminación), no era un líder religioso. Sin embargo, consistentemente fomentó la creación de condiciones culturales que permitieran a los palestinos continuar en su lucha por la independencia. Uno de los métodos más populares que Arafat adoptó fue el de utilizar una terminología religiosa y retórica en sus alocuciones públicas en árabe (la lengua es un elemento fundamental en cualquier cultura). En una entrevista a la TV Nacional Palestina el 15 de Enero de 2002, Arafat explicó que los niños palestinos muertos –Shahids- son “el mensaje más importante para el mundo”. Después del primer ataque suicida femenino con bombas que mató a un ciudadano israelí e hirió a 140, Arafat dijo: “El Movimiento Fatah... elogia orgullosamente a su mártir heroína, del campo de refugiados de Alamari, la mártir Wafa Idris”.
Quizás su declaración pública más famosa fue hecha en Johannesburgo, en el medio de los acuerdos de Oslo, cuando la paz estaba cerca de alcanzarse. “La Jihad continuará, y Jerusalem no es [solamente] para el pueblo palestino, es para toda la nación musulmana... Necesitamos de ustedes como musulmanes, como guerreros de la Jihad [en árabe, Mujaheddin]”. Mediante el uso de las palabras “Jihad”, “nación musulmana” y “guerreros” en una sola frase, Arafat vinculó religión y cultura; la “Jihad” usada para ilustrar los medios, “nación musulmana” con la intención de proporcionar una identidad colectiva, y “guerreros” para representar el conjunto de normas y comportamientos inherentes al Islam.
La sociedad palestina es un ejemplo de sociedad musulmana con un entorno cultural que es una plataforma efectiva para el terrorismo motivado por lo religioso contra Israel. En el pico de la onda terrorista en 2002, la idolatría hacia los terroristas palestinos, a pesar de que su causa era más nacionalista que religiosa, ilustraba la cohesión social de la sociedad palestina y la legitimación que proveía para el terrorismo. El actual uso masivo en medios electrónicos, wallpapers, periódicos, graffitis callejeros y más, creó una cultura de terrorismo dentro de una sociedad que glorifica a los atacantes suicidas, manufactura héroes y es conminada a continuar la lucha contra los infieles (israelíes). Como resultado de este entorno cultural, el terrorismo religioso puede florecer, y el apoyo masivo que tiene entre la gente y los líderes provee la necesaria legitimación para los ataques terroristas. Por ejemplo, las Brigadas Mártires Al-Aqsa, el ala armada del Fatah (la principal organización palestina que controla la OLP), es una organización secular que usa el terrorismo para obtener objetivos nacionales y políticos para el pueblo palestino. Incluso todos los ataques suicidas llevados a cabo por sus miembros fueron hechos después de un adoctrinamiento religioso exhaustivo, que le dio al perpetrador una herramienta para auto- justificar su acto –en nombre de Dios y por la liberación de Palestina. Además, incluso el nombre de la organización, indica que sus acciones están derivadas de motivos o justificaciones religiosas, ya que la mezquita de Al-Aqsa es uno de los sitios más sagrados del Islam, y el martirio es un concepto islámico. De hecho, la cultura religiosa dentro de la sociedad palestina, si bien la mayoría de los palestinos se considera a sí mismo como secular, permite a los terroristas usar la religión como una justificación para sus actos.
Conclusiones No hay indicaciones en el Corán sobre la palabra terrorismo. Sin embargo, sabios religiosos (Faqih –experto en la ley islámica) usan la religión para encontrar modernos módulos políticos y servir para propósitos específicos, mediante el uso de interpretaciones y métodos contemporáneos. Estos sabios religiosos usan fatwas (pronunciamientos legales que no son tocantes a todos los musulmanes) y su autoridad religiosa para justificar el terrorismo como un medio necesario para satisfacer las necesidades de la realidad. Según Magnus Ranstorp: “Los terroristas buscan refugio en la religión... que determina las metas; ellos encuentran un santuario físico o psicológico contra la represión; o pueden usarlo como el principal instrumento de activismo y de acción política”. De hecho, la religión sirve como un instrumento en manos de los terroristas musulmanes para justificar sus actos, y les proporciona explicaciones morales para sus inhumanas acciones.
La cultura, por otra parte, provee la identidad colectiva y el comportamiento social que legitima y apoya al terrorismo, y también crea el entorno necesario para reclutar activistas y recaudar fondos. Sin la propia cultura, la religión por sí misma no puede ser usada como una adecuada razón para los ataques terroristas. De manera que la combinación de religión y cultura puede generar un conjunto de creencias y valores que motivan al terrorismo islámico y producen unidad social, a pesar del fervor religioso de los miembros de la comunidad.
A pesar de que frecuentemente se considera que el terrorismo es una manifestación de fanatismo religioso, cuando se observa a la actual Jihad Global queda claro que no puede separarse del trasfondo cultural ni de los eventos diarios. Como la religión y la cultura están interconectadas, habría que explorarlas en conjunto y ponerlas en el contexto político y socio-económico para poder comprender la verdadera naturaleza de la Jihad Global.-

Traducido de: Religion and Culture as Motivations for Terrorism, by Mr. Amir Frayman (ICT)
Véase el artículo original en:
http://www.ict.org.il/apage/6844.php