GUERRA TERRESTRE
Los ejércitos de avanzada todavía están estructurados, como lo han estado desde la década de 1940, alrededor de fuerzas blindadas complementadas por efectivos de infantería ligera que se trasladan en vehículos, camiones y aviones. El mejor tanque del mundo es probablemente el Abrams Americano (EE.UU. tiene 9000), pero el Challenger II británico, el Leopard II alemán, el Merkava MK4 israelí y los T-80 y T-90 rusos entran en una notable distancia. Todos los tanques modernos tienen torretas blindadas estabilizadas, capacidad de visión nocturna, buscadores láser, y computadoras de orientación que les permiten combatir en condiciones –en movimiento o en la oscuridad- que habrían obstaculizado a los modelos anteriores. Además, el blindaje compuesto o reactivo ofrece bastante más protección que en años anteriores, y las principales armas de fuego que disparan uranio agotado tienen mayor poder de penetración.
Si bien los vehículos blindados han mejorado a lo largo de los años, también lo han hecho las armas anti-blindaje. Estas van desde pesados misiles disparados desde vehículos terrestres o aéreos (como el Hellfire norteamericano y el Ataka-V ruso) hasta versiones portátiles (como el Javelin norteamericano, el Milan francoalemán, y el Kornet ruso). Además, inlcuso los tanques más avanzados pueden ser incapacitados por otros tanques, minas masivas, bombas aéreas o proyectiles de artillería. El pleno impacto de los avances en la tecnología anti-blindaje todavía no se ha hecho evidente porque la mayor parte de las fuerzas que han combatido a los tanques modernos en los últimos años (iraquíes, palestinos, chechenos) no tenía las últimas armas defensivas. Pero el éxito de los EE.UU. en la destrucción de tanques iraquíes en gamas de alto rango sugiere que, en la constante lucha entre el ataque y la defensa, la ventaja puede haber virado en contra del blindaje pesado. Los israelíes tuvieron una experiencia sobre lo que la era moderna tiene guardada cuando, en agosto de 2006, sus tanques y tropas se toparon con una ráfaga de cohetes antitanque durante sus ataques a los bastiones del Hezbollah en el sur del Líbano.
El ejército de los EE.UU. está respondiendo ante estos cambios con un presupuesto de por lo menos $124 mil millones –y posiblemente mucho más- para desarrollar un Futuro Sistema de Combate que reemplazará a gran parte de su actual fuerza blindada con una familia de vehículos más ligeros, tripulados y no tripulados, con diseños furtivos (que los hará más difíciles de detectar), e ingenios eléctricos híbridos que disminuirán las necesidades de combustible. (Uno de los principales inconvenientes del Abrams, a gas, es su fuerte dependencia de las líneas de suministro, que son muy vulnerables). Los vehículos futuros contarán con un blindaje compuesto diseñado para brindar mayor protección que los actuales modelos para la misma cantidad de peso, pero dependerán para su protección menos del blindaje y más de la localización y destrucción del enemigo antes de ser atacados. Los críticos creen que esto pone demasiada confianza en la “perfecta conciencia situacional”, y que estos vehículos no serán de mucha utilidad contra las guerrillas, que pueden atacar sin previo aviso.
Como de costumbre, las herramientas de la infantería han cambiado menos que todas. Un soldado moderno tiene mejor protección que sus antepasados si es que lleva una armadura de Kevlar sobre su cuerpo, pero su poder de fuego (que proviene principalmente de un rifle de asalto de mano como el M-16 o el AK-47 y de una variedad de morteros y ametralladoras) no varía significativamente con respecto a un G.I. o Tommy en la Segunda Guerra Mundial. Se han desarrollado armas electrónicas capaces de descerrajar un millón de descargas por minuto, y podría permitirles a los soldados destruír una granada disparada por cohetes con una sólida pared de plomo. Pero tales armas están a años de distancia del campo de batalla.
Por desgracia para lo soldados occidentales, la proliferación de pequeñas armas puede poner a los adversarios más primitivos en casi pie de igualdad con los representantes de los ejércitos más avanzados. Hay 250 millones de pequeñas armas militares y policiales atacando en todo el mundo, y más están siendo fabricadas en todo momento por al menos 1249 proveedores en 90 países.
La salvación de la infantería en la era de la información, por lo menos cuando están llevando a cabo operaciones convencionales, es su capacidad de usar dispositivos de comunicaciones inalámbricas para pedir apoyo de fuego dando coordenadas exactas. Es dudoso que las fuerzas militares disfruten alguna otra vez de la preponderancia del General HH Kitchener en Omdurman, pero se le acercan las municiones de ataque directo conjunto (JDAM) arrojadas por los norteamericanos a miembros de una tribu afgana armados con Kalashnikovs –o incluso sobre soldados iraquíes con obsoletos tanques T-2. No obstante, la ventaja norteamericana disminuye considerablemente cuando sus tropas tienen que desplegarse para operaciones de paz o de contrainsurgencia, que las deja expuestas a emboscadas de baja tecnología. “Con las posibles excepciones de los dispositivos de visión nocturna, los Sistemas de Posicionamiento Global, y los misiles lanzados desde el hombro”, escribe el Mayor Retirado General Robert Scales, ex comandante de la Academia de Guerra del Ejército norteamericano, “no hay una ventaja tecnológica notable para un soldado de infantería norteamericano cuando libra una batalla cercana contra siquiera el enemigo más pobre, más primitivo”.
Si bien los vehículos blindados han mejorado a lo largo de los años, también lo han hecho las armas anti-blindaje. Estas van desde pesados misiles disparados desde vehículos terrestres o aéreos (como el Hellfire norteamericano y el Ataka-V ruso) hasta versiones portátiles (como el Javelin norteamericano, el Milan francoalemán, y el Kornet ruso). Además, inlcuso los tanques más avanzados pueden ser incapacitados por otros tanques, minas masivas, bombas aéreas o proyectiles de artillería. El pleno impacto de los avances en la tecnología anti-blindaje todavía no se ha hecho evidente porque la mayor parte de las fuerzas que han combatido a los tanques modernos en los últimos años (iraquíes, palestinos, chechenos) no tenía las últimas armas defensivas. Pero el éxito de los EE.UU. en la destrucción de tanques iraquíes en gamas de alto rango sugiere que, en la constante lucha entre el ataque y la defensa, la ventaja puede haber virado en contra del blindaje pesado. Los israelíes tuvieron una experiencia sobre lo que la era moderna tiene guardada cuando, en agosto de 2006, sus tanques y tropas se toparon con una ráfaga de cohetes antitanque durante sus ataques a los bastiones del Hezbollah en el sur del Líbano.
El ejército de los EE.UU. está respondiendo ante estos cambios con un presupuesto de por lo menos $124 mil millones –y posiblemente mucho más- para desarrollar un Futuro Sistema de Combate que reemplazará a gran parte de su actual fuerza blindada con una familia de vehículos más ligeros, tripulados y no tripulados, con diseños furtivos (que los hará más difíciles de detectar), e ingenios eléctricos híbridos que disminuirán las necesidades de combustible. (Uno de los principales inconvenientes del Abrams, a gas, es su fuerte dependencia de las líneas de suministro, que son muy vulnerables). Los vehículos futuros contarán con un blindaje compuesto diseñado para brindar mayor protección que los actuales modelos para la misma cantidad de peso, pero dependerán para su protección menos del blindaje y más de la localización y destrucción del enemigo antes de ser atacados. Los críticos creen que esto pone demasiada confianza en la “perfecta conciencia situacional”, y que estos vehículos no serán de mucha utilidad contra las guerrillas, que pueden atacar sin previo aviso.
Como de costumbre, las herramientas de la infantería han cambiado menos que todas. Un soldado moderno tiene mejor protección que sus antepasados si es que lleva una armadura de Kevlar sobre su cuerpo, pero su poder de fuego (que proviene principalmente de un rifle de asalto de mano como el M-16 o el AK-47 y de una variedad de morteros y ametralladoras) no varía significativamente con respecto a un G.I. o Tommy en la Segunda Guerra Mundial. Se han desarrollado armas electrónicas capaces de descerrajar un millón de descargas por minuto, y podría permitirles a los soldados destruír una granada disparada por cohetes con una sólida pared de plomo. Pero tales armas están a años de distancia del campo de batalla.
Por desgracia para lo soldados occidentales, la proliferación de pequeñas armas puede poner a los adversarios más primitivos en casi pie de igualdad con los representantes de los ejércitos más avanzados. Hay 250 millones de pequeñas armas militares y policiales atacando en todo el mundo, y más están siendo fabricadas en todo momento por al menos 1249 proveedores en 90 países.
La salvación de la infantería en la era de la información, por lo menos cuando están llevando a cabo operaciones convencionales, es su capacidad de usar dispositivos de comunicaciones inalámbricas para pedir apoyo de fuego dando coordenadas exactas. Es dudoso que las fuerzas militares disfruten alguna otra vez de la preponderancia del General HH Kitchener en Omdurman, pero se le acercan las municiones de ataque directo conjunto (JDAM) arrojadas por los norteamericanos a miembros de una tribu afgana armados con Kalashnikovs –o incluso sobre soldados iraquíes con obsoletos tanques T-2. No obstante, la ventaja norteamericana disminuye considerablemente cuando sus tropas tienen que desplegarse para operaciones de paz o de contrainsurgencia, que las deja expuestas a emboscadas de baja tecnología. “Con las posibles excepciones de los dispositivos de visión nocturna, los Sistemas de Posicionamiento Global, y los misiles lanzados desde el hombro”, escribe el Mayor Retirado General Robert Scales, ex comandante de la Academia de Guerra del Ejército norteamericano, “no hay una ventaja tecnológica notable para un soldado de infantería norteamericano cuando libra una batalla cercana contra siquiera el enemigo más pobre, más primitivo”.
Artículo relacionado: Tecnología Militar (EEUU)
Traducido de: The paradox of militar technologies, por Max Boot. en: Council on Foreign Relations
véase el art. original en:
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