29 mayo 2009

Corea del Norte (¿otra vez?)



El último ensayo nuclear norcoreano, este 25 de mayo (el segundo desde octubre de 2006), nuevamente pone en peligro la estabilidad del norte de Asia, y plantea además un serio desafío para el sistema internacional de no proliferación nuclear.

Pyongyang también amenaza con hacer caso omiso del armisticio de 1953 que puso el punto final a la Guerra de Corea, lo que podría agravar aún más la escalada de tensiones en la península. La crisis reaviva cuestiones candentes sobre el régimen norcoreano –la extensión de sus capacidades nucleares, la turbia sucesión política, su aparente insensibilidad ante las sanciones, y los límites de la diplomacia multilateral destinada a la desnuclearización.

En una serie de entrevistas realizadas por Robert McMahon y Jayshree Bajoria, del CFR (Council on Foreign Relations) se tratan estos cuatro temas fundamentales:

1. Capacidad nucleares de Corea del Norte.
2. La cuestión de la sucesión (de Kim Jong-Il)
3. Aspectos económicos
4. Compromiso diplomático

1. CAPACIDADES NUCLEARES

¿Por qué Corea del Norte realizó un ensayo nuclear y por qué esto lo convierte en una mayor amenaza?

Corea del Norte tal vez haya puesto a prueba a la administración Obama, que todavía es muy nuevo en su cargo, para lograr así un mejor trato del que tenía con el gobierno de Bush. Se presume que Kim Jong-Il habría ordenado el ensayo para reforzar el apoyo interno hacia su régimen. Si bien todavía quedan dudas sobre las razones políticas nacionales e internacionales para este ensayo, desde el punto de vista tecnológico y militar, Corea del Norte sí tenía razones de peso para realizar la prueba. El primer ensayo nuclear norcoreano en octubre de 2006 transmitió más debilidad que fortaleza, porque tenía un rendimiento explosivo muy por debajo del diseñado. Por lo tanto, difícilmente el ejército norcoreano podría haber confiado en que su arsenal nuclear funcionara de manera confiable, basándose en este único ensayo.

Hay una considerable incertidumbre acerca de la capacidad del arsenal nuclear de Corea del Norte. Expertos independientes calculan que Corea del Norte podría tener entre cuarenta y sesenta kilogramos de plutonio (se necesitan aproximadamente seis kilogramos de plutonio para fabricar una bomba). La declaración de Corea del Norte en el año 2008 afirmaba que tenía treinta y siete kilogramos. El reactor de producción de plutonio en Yongbyon podría llegar a producir casi la misma cantidad de plutonio para una bomba por año cuando entre en operaciones. En virtud del acuerdo del gobierno de Bush con Corea del Norte, este reactor fue parcialmente desmantelado. Se necesitarían varios meses para reparar y reactivar al reactor.

Pyongyang también emprendió un programa de enriquecimiento de uranio para incrementar aún más sus reservas de materiales fisibles, pero se sabe muy poco acerca del status de este programa.

Otra razón para más para realizar un ensayo es el desarrollo de ojivas nucleares más livianas y más pequeñas, para reducir el peso y el tamaño para que así puedan caber en un misil balístico. Corea del Norte ha efectuado pocos lanzamientos de la serie Taepodong de misiles balísticos de largo alcance (que eventualmente podrían tener un rango lo suficientemente largo como para alcanzar a Estados Unidos). El ensayo más reciente de los Taepodong, en abril de 2009, demostró que Corea del Norte no tiene todavía la capacidad de lanzar de manera fiable un satélite ligero, y mucho menos una ovija nuclear de primera generación que podría pesar unos 500 kilogramos (1100 libras) o más.

Una tercera razón para pruebas nucleares adicionales es dar a conocer las capacidades nucleares norcoreanas a potenciales compradores. Si bien Corea del Norte debería temer las consecuencias si fuera descubierto transfiriendo armas o materiales nucleares, ya tiene varios antecedentes de venta de misiles balísticos. El de más importancia, según el gobierno norteamericano, fue el caso en que Corea del Norte ayudó a Siria en la construcción de un reactor nuclear, que fue destruido por bombardeos israelíes en septiembre de 2007. La importante lección que aprendió Corea del Norte fue que a pesar de las acusaciones norteamericanas de su participación, Corea del Norte no sufrió ninguna consecuencia.

Estados Unidos y sus socios tienen pocas opciones, limitadas, en su intento de detener a Corea del Norte en su desarrollo de un arsenal nuclear. Ratificar el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN), uno de los puntos fundamentales en la agenda de no proliferación, no evitará que Corea del Norte siga efectuando más ensayos, pero una sanción por parte de China y Estados Unidos proporcionará un mayor peso político y legitimidad para estos países, demostrando que Corea del Norte está desobedeciendo abiertamente la conducta aceptable internacionalmente.

Pero por otra parte, tener a China, Japón y Corea del Sur formando parte en la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación (PSI) para interceptar barcos y aviones que lleven armas y materiales nucleares, podría desencadenar una guerra, a la luz de las recientes amenazas de Pyongyang de ataques convencionales contra Corea del Sur. Nuevas sanciones podrían traer nuevamente a Corea del Norte a la mesa de las negociaciones, o podría agravar la crisis.

2. LA CUESTIÓN DE LA SUCESIÓN

El reciente ensayo nuclear y el lanzamiento del misil por parte de Corea del Norte han tenido lugar en medio de una gran incertidumbre acerca de la salud de su líder supremo, Kim Jong-Il, y quién lo sucederá. Kim evidentemente sufrió un ataque cerebral importante en agosto de 2008, y desapareció de la vista pública por seis meses. Sus pocas apariciones desde marzo de 2009 lo muestran demacrado y débil, al tiempo que experimenta una cierta pérdida de la movilidad del brazo izquierdo; todo esto ha alimentado las especulaciones de que habría comenzado a sentar las bases para su sucesión. Varios cambios recientes en la composición de la Comisión Nacional de Defensa (CND) –el principal órgano de control estatal-, que Kim Jong-Il encabeza como presidente, le da cierta credibilidad a los rumores. El general O Kuk-ryol, descrito como un “fiel asistente”, se convirtió en vicepresidente. Ha habido informes de que el tercer hijo de Kim Jong-Il, Kim Jong-un, también fue nombrado en un alto cargo en el CND y que se está preparando para la sucesión, pero esto no se ha confirmado.

Los comentarios que vinculan el ensayo nuclear de Corea del Norte con su situación política interna infieren uno o más de los siguientes casos: Kim Jong-Il está poniendo de relieve el poderío militar para reafirmar su posición dentro del liderazgo norcoreano después de su enfermedad; está comprando el apoyo de las fuerzas armadas para su sucesor; o está procurando fortalecer al país lo más que se pueda para contrarrestar cualquier ataque posible durante el periodo de la sucesión, en el que se encontrará potencialmente más vulnerable. Todo esto es posible, pero si no hay más información, todo queda en simples especulaciones.

¿Cuáles son las implicancias políticas? En primer lugar, la probabilidad de hacer un progreso importante hacia la desnuclearización no es alta mientras el liderazgo norcoreano permanezca distraído en el proceso de la sucesión. Ya se especula que el año 2012 sería la culminación del proceso: marcará el centésimo aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, el padre fundador de Corea del Norte (también, el septuagésimo cumpleaños de Kim Jong-Il; y, posiblemente, el trigésimo cumpleaños de Kim Jong-un).

En segundo lugar, en la medida en que las nuevas iniciativas diplomáticas hacia Corea del Norte tengan éxito, tienen que ajustarse a la posibilidad de que el programa de armas nucleares se impulsa principalmente por consideraciones de “supervivencia del régimen”, no por cuestiones de la seguridad nacional. Por lo tanto, tal vez no sea suficiente dar señales de que Estados Unidos no tiene “intenciones hostiles” hacia Corea del Norte sino que más bien sería necesario considerar medidas activas para asegurar el futuro del régimen de la familia Kim. Todas las reservas morales acerca de hacer esto tienen que ser sopesadas contra el objetivo más grande de la desnuclearización. El precedente libio es un buen ejemplo al respecto.

En tercer lugar, si bien Corea del Norte ya ha demostrado que puede experimentar una sucesión dinástica (es el único país comunista totalitario que lo hace), no hay ninguna garantía de que sea nuevamente exitoso. Estados Unidos tiene que estar preparado poara la posibilidad de que Kim Jong-Il muera antes de que haya puesto en marcha un sólido acuerdo sucesorio o que lo que se haya decidido sea impugnado después de su fallecimiento. La planificación de una serie de contingencias es esencial.

Continuará: Aspectos económicos. Compromiso diplomático.
Fuentes:

1. Charles D. Ferguson, Philip D. Reed Senior Fellow for Science and Technology, Council on Foreign Relations
2. Paul B. Stares, General John W. Vessey Senior Fellow for Conflict Prevention and Director of the Center for Preventive Action, Council on Foreign Relation
The North Korean Puzzle. Entrevistas realizada por: Robert McMahon y Jayshree Bajoria, del CFR.
Artículo Original en:
http://www.cfr.org/publication/19507/north_korean_policy_puzzle.html?breadcrumb=%2F

13 mayo 2009

Las frágiles bases de Pakistán





Las luchas de Pakistán por eliminar la creciente violencia militar han impulsado a varios expertos a pedirle al gobierno –con la ayuda de socios internacionales- que se haga cargo de las fallas estructurales de larga data del país. Entre las principales recomendaciones: mayores derechos políticos para las provincias, igualdad socieconómica para los diversos grupos étnicos, y una disminución del rol dominante del ejército. Si bien la mayoría de los especialistas dice que no hay temor de una ruptura del país, la capacidad de gobierno del estado está siendo cada vez más cuestionada. Apuntando al deterioro de la situación de la ley y el orden del país, Daniel Markey, Colaborador Principal del CFR (Council on Foreign Relations), advierte sobre un “deterioro progresivo” de la capacidad de gobierno del Estado.

Un Estado débil

Alternando entre fuertes regímenes militares y débiles gobernantes civiles, Pakistán no logró desarrollar instituciones políticas saludables, una democracia perdurable, un poder judicial imparcial, o una economía próspera. Desde su nacimiento en agosto de 1947, Pakistán ha tenido que hacer frente a un agudo sentido de inseguridad en el medio de una crisis de identidad continua, escribe Ahmed Rashid, analista pakistaní, en el libro “Descent into Chaos” (2008). “La incapacidad de Pakistán de forjar una identidad nacional ha provocado una intensificación de los nacionalismos étnicos, lingüísticos y regionales, lo que ha dividido y fragmentado al país”, argumenta. El ejemplo más dramático de esta fragmentación ocurrió en 1971, cuando el fracaso del gobierno en atender las necesidades de la comunidad étnica bengalí llevó a Pakistán Oriental a convertirse en una nación independiente: Bangladesh.

En muchos casos, los tribunales y los jueces de Pakistán han considerado oportuno o necesario dar cabida a cambios constitucionales o maniobras inconstitucionales por parte de dirigentes pakistaníes. Los partidos políticos, aunque en gran cantidad, continúan siendo dominados por la élite tradicional, y frecuentemente se los acusa de corrupción masiva.

El actual embajador pakistaní en Washington, Husain Haqqani, escribió en “The Washington Quarterly” en el 2005 (cuando era un estudioso visitante en el Fondo Carnegie para la Paz Internacional, o “Carnegie Endowment for International Peace”) que las facciones políticas de Pakistán a menudo han encontrado difícil cooperar entre ellas o someterse a la ley. Como resultado de ello, sostuvo, “Pakistán está lejos de desarrollar una de gobierno consistente, con una polarización política persistente entre las tres líneas principales: entre los civiles y el ejército, entre los diferentes grupos étnicos y provinciales, y entre los islamistas y los secularistas”.

Relaciones civiles-militares

Las relaciones entre el ejército pakistaní y los gobiernos civiles siempre han sido poco claras y débiles. Los sucesivos golpes militares debilitaron a las instituciones políticas. Por otro lado, los corruptos gobiernos civiles han proporcionado en reiteradas oportunidades las razones para los golpes militares, en los que los generales ofrecían orden en medio del caos.

Las agencias de inteligencia militar, como el ISI, también han jugado un rol altamente controvertido: a menudo se los culpa por entrometerse en la política nacional. Frederick Grare, del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, escribe que todos los gobiernos militares de Pakistán, y algunos gobiernos civiles, como el de Zulfikar Ali Bhutto en la década de 1970, han utilizado las agencias de inteligencia con fines políticos. Los gobiernos civiles también han sido víctimas de las manipulaciones de las agencias, en el pasado.

La promesa de autonomía provincial

Pakistán está dividida en cuatro provincias: Punjab, Sindh, Baluchistán, y la Provincia de la Frontera Noroeste. Además, están las Áreas Tribales Administradas Federalmente, a lo largo de la frontera con Afganistán; las Zonas del Norte, de Administración Federal (Gilgit y Baltistán), y Cachemira, la parte administrada por Pakistán (que Pakistán llama Azad Kashmir), en la frontera con la India. Históricamente, el rol dominante desempeñado por Punjab, que es el hogar de más del 55 por ciento de la población y proporciona la mayor parte del ejército y la burocracia, ha causado mucho resentimiento entre las otras tres provincias. Rashid escribe: “ Punjab nunca aceptó a Pakistán como un estado multiétnico que necesita de iguales derechos políticos, mayor autonomía para las provincias más pequeñas, y una distribución más equitativa de los fondos”.

La constitución de Pakistán prevé la distribución del poder legislativo entre el centro y las provincias. Sin embargo, ninguno de los gobiernos civiles ni militares ha implementado las autonomías provinciales, jamás. En el año 2000, el gobierno militar pakistaní de Pervez Musharraf lanzó una campaña destinada a transferir poderes administrativos y financieros a los gobiernos locales. Pero un informe del año 2004 del “International Crisis Group” sostuvo que la transferencia política, de hecho, “ha resultado ser poco más que una cubierta para un control más centralizado”.

Islamabad siempre había tenido un poder limitado en las áreas tribales autónomas en la parte noroeste, y la indefinición del status de las Zonas del Norte de Administración Federal, el área más septentrional del país, ha fomentado una región inestable. Pero el ejército y la agencia de inteligencia militar, el ISI, apoyaron a varios grupos militantes a luchar primero en Afganistán contra los soviéticos, y luego contra las fuerzas indias en Cachemira, desestabilizando aún más al país. Estos grupos continúan manejando campos en la Áreas Tribales Administradas Federalmente y las Zonas del Norte, y a su vez, la parte de Cachemira administrada por Pakistán, entre otros lugares, y ahora está volviéndose cada vez más creadora de estos campos.

Quejas de las provincias

Los derechos sobre los recursos naturales han permanecido en el centro de las demandas de autonomías provinciales. Las cuatro provincias del país siguen luchando por la distribución de los ingresos provenientes de los recursos naturales, y la construcción de grandes presas para energía eléctrica e irrigación, escribe Markey en un informe especial para el CFR de agosto de 2008. Una disputa de larga data es sobre el agua. La provincia de Sindh reclama que Punjaba violó el acuerdo previo a la independencia que las dos provincias habían firmado por la distribución de las aguas, construyendo nuevas redes de irrigación. La construcción propuesta de represas en el río Indo, la principal fuente de agua del país, también ha desatado el enojo de las tres provincias más pequeñas, que están preocupadas por el impacto ambiental, y por la tendencia pro-Punjab en la asignación del agua.

La propiedad de los recursos naturales y la distribución de los ingresos provenientes del petróleo y el gas en una hambrienta Pakistán son otros factores que alimentan las tensiones, especialmente en las provincias de Sindh y Baluchistán. La privatización propuesta del Campo Gasífero de Qadirpur en Sindh en el año 2008, provocó la protesta de los empleados de la compañía de gas nacional y los partidos de oposición, dando como resultado la suspensión del plan hasta que se llegó a un acuerdo nacional. Del mismo modo, Baluchistán ha reclamado mayores oportunidades laborales para la población de la región en el recientemente construido puerto de Gwadar, así como también mayores ingresos en concepto de regalías por del uso de sus recursos naturales.

A pesar de que Baluchistán representa más de un tercio de la producción gasífera total de Pakistán, es la provincia más pobre del país, con más del cuarenta por ciento de sus habitantes que viven por debajo de la línea de pobreza. Además, recibe solamente una quinta parte, como mucho, de regalías en relación con las otras provincias productoras de gas, escribe Robert G. Wirsing, del “Asia-Pacific Center for Security Studies”, en un trabajo publicado en abril de 2008.

“Algunas de las disputas interprovinciales han debilitado a Pakistán”, dice Markey (del CFR) porque “las políticas están divididas entre esas líneas”. Los principales partidos pakistaníes están divididos en líneas regionales o étnicas. El Partido Popular Pakistaní gobernante, es poderoso en Sindh; la Liga Musulmana, el principal partido de la oposición de Pakistán, es influyente en el Punjab; y el Partido Nacional Awami, nacionalista pashtún, maneja la Provincia de la Frontera Noroeste. Esto implica una falta de partidos políticos que puedan responder a las preocupaciones a nivel nacional, dice Markey.

El nacionalismo étnico

Las 170 millones de personas de Pakistán están divididas en seis grupos étnicos principales; punjabí (44.7 por ciento), pashtún (15.47 por ciento), sindhi (14.1 por ciento), siraiki (8.4 por ciento), muhajirs (7.6 por ciento), y baluchi (3.6 por ciento). En su libro “The idea of Pakistan” (2006), Stephen P. Cohen, del Brookings Institution, enumera los varios movimientos nacionalistas entre los diferentes grupos étnicos pakistaníes. “Algunos de esos grupos están atrapados en una mutua enemistad”, escribe, señalando que todos tienen una relación diferente con la provincia dominante, el Punjab.

Baluchistán ha experimentado múltiples movimientos insurgentes desde 1948, por lo general motivados por cuestiones étnicas, y el estado pakistaní ha usado frecuentemente la fuerza militar brutal para reprimirlos. En los últimos tiempos, estas insurgencias han sido provocadas por la marginación política y económica. Los talibán, dominados por la etnia pashtún, también están activos a lo largo de toda Baluchistán, particularmente en la ciudad de Quetta. Es muy posible que Quetta sea el lugar en que se ocultan Osama bin Laden y el líder talibán afgano Mullah Mohmmad Omar, de acuerdo con algunos analistas. Algunos oficiales del ejército norteamericano sospechan que este liderazgo guía la insurgencia en el sur de Afganistán, y entrega armas y militantes para combatir contra las tropas norteamericanas y de la OTAN en Afganistán.

Islam, el Estado y los conflictos sectarios

Creada como patria de los musulmanes indios en agosto de 1947, Pakistán tuvo que lidiar con la cuestión de la identidad incluso antes de que se formara –ya fuera como un país democrático secular para los musulmanes y otras minorías religiosas, o como un estado islámico. La población musulmana de Pakistán se divide en: sunitas (85 por ciento) y chiítas (12 por ciento), y también hay sectores más pequeños como por ejemplo los ismailíes, seguidores del Aga Khan. Sin embargo, Cohen, en su “The Idea of Pakistan”, señala que “la mayoría de los pakistaníes de las zonas rurales todavía siguen desorientados con respecto a su Islam, y su religión está fuertemente entremezclada con prácticas populares, las creencias sufíes, e incluso el hinduismo y el budismo.

Los expertos sostienen que el creciente conflicto secular en Pakistán es una consecuencia de décadas de islamización y la marginalización de las fuerzas democráticas seculares. El establecimiento del Islam como una ideología de estado fue una estratagema destinada a definir una identidad pakistaní durante los años de formación del país (escribe Haqqani). Esto tuvo su momento más álgido durante el régimen militar de Zia ul-Haq, a fines de la década de 1970, y los sucesivos gobiernos militares han islamizado las leyes, la educación, y la cultura, y han captado y patrocinado partidos religiosos para contrarrestar la oposición civil. Tanto los gobiernos pakistaníes militares como los civiles han permitido que florezcan las organizaciones religiosas extremistas. Por ejemplo, el ejército apoyó y armó a los militantes islamistas que luchan contra el gobierno indio en los territorios de Jammu y Cachemira, y respaldó a los talibán en su búsqueda de un régimen cliente en Afganistán.

El foco puesto en la construcción de un estado ideológico, ha causado que Pakistán se retrase en casi todas las áreas que definen el funcionamiento de un estado moderno. El uso político del Islam por el Estado “promueve una competencia agresiva por el patrocinio oficial entre y dentro de las múltiples variantes del Islam sunita y el chiíta, con las élites clericales de los principales sectores y subsectores luchando por construir sus partidos políticos, reclutar las milicias jihadistas, y expandir las redes de madrasas” (Informe del International Crisis Group, 2005).

La privación política de los derechos de las regiones como las Zonas Tribales Administradas Federalmente en la parte noroccidental y las Zonas del Norte de Administración Federal en la parte nororiental, las han convertido en santuarios para los terroristas sectarios e internacional, y centros del tráfico de armas y drogas (ICG, 2005). Las Zonas del Norte, que alguna vez fueron parte de Jammu y Cachemira, son la única región de mayoría chiíta en Pakistán (la mayoría es sunita). No tiene un estatus oficial en la constitución pakistaní, ni tampoco está representada en el parlamento. El ejército, la voz dominante en la política cachemira, se resiste a garantizarle una autonomía a las Zonas del Norte, vinculando el estatus constitucional de la región y la cuestión de los derechos políticos a la resolución de la disputa con la India sobre Cachemira.

Aumento de la pobreza

Pakistán gasta solamente un 2 por ciento del producto bruto interno (PBI) en educación, y apenas un 0.5 por ciento en saludo. En consecuencia, los indicadores de desarrollo humano son bastante bajos; este país ocupa el puesto número 139 de los 179 países en el Indice de Desarrollo Humano, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el año 2008. Hasta hace poco tiempo, Pakistán experimentaba un crecimiento económico de más del 6 por ciento anual. Este crecimiento tenía cada vez más disparidades entre las regiones y entre las zonas urbanas y rurales.

El sistema feudal pakistaní, que priva a gran cantidad de personas de su propia tierra, es otro contribuyente de la pobreza. En una monografía publicada por el Instituto Pakistaní de Economía del Desarrollo (PIDE), los expertos señalaban que el nivel de pobreza es el más alto entre los hogares sin tierras. Un 75 por ciento de los hogares no tienen tierras propias. La monografía recomienda un programa de reforma agraria, incluyendo la redistribución de las tierras, contratos de arrendamiento confiables y justos, programas de empleo público rural, y acceso al crédito.

La lucha contra la pobreza es fundamental para derrotar al creciente extremismo en el país; algunos especialistas en la materia afirman que el mal gobierno ha permitido que prosperen en Pakistán las madrasas que enseñan el wahabismo (una forma ortodoxa de Islam sunita, similar al practicado en Arabia Saudita). Estas escuelas religiosas continúan proporcionando los reclutas para los Talibán y otros grupos militantes dentro de Pakistán.

Implicancias políticas

Los expertos dicen que Pakistán necesita emprender una amplia gama de reformas, entre ellas, una distribución más equitativa, la devolución de las responsabilidades administrativas, políticas y financieras a las provincias, y una mayor inversión en educación y salud.

Un informe de este año, hecho por el Atlantic Council (un “think tank” con base en los Estados Unidos) establece una serie de recomendaciones sobre cómo Estados Unidos podría ayudar a fortalecer las instituciones políticas, sociales y económicas pakistaníes. Estas recomendaciones incluyen el respaldo social y económico norteamericano a las administraciones provinciales pakistaníes; la creación de zonas de oportunidades de reconstrucción dentro de Pakistán; y una asociación entre estados norteamericanos y las cuatro provincias pakistaníes. Algunas de estas recomendaciones encontraron eco en la legislación pendiente que propone que Estados Unidos triplique la asistencia no-militar a Pakistán, y que garantiza un $7.5 mil millones por cinco años para proyectos de desarrollo.




traducido de: Pakistan's Fragile Foundations. By: Jayshree Bajoria. Council on Foreign Relations (Backgrounder)
véase el art. original en:


07 mayo 2009

Argentina: dengue, mosquitos destituyentes, más morochitos, menos blanquitos

El dirigente piquetero Luis D´Elía marchó hoy en la Capital Federal: " Queremos más morochos y menos blancos en las listas"

El dirigente Luis D'Elia convocó hoy "a un urnazo" el 28 de junio porque "no estamos dispuestos a que se vuelva atrás después de haber asegurado 4 millones de puestos de trabajo" (Esto juro que es cierto! Les digo, hay cuatro millones de señores que se juntan en una plaza, a cambio de un par de planes sociales, a festejar las gansadas que dice el gobierno). El dirigente lideraba una marcha que culminó en Plaza de Mayo y, a un día del cierre de las listas, presionó para que se abran los espacios: "Queremos más morochos y menos blancos en las listas".

El líder piquetero marchó desde Liniers a la Plaza de Mayo acompañado de centenares de militantes de la Federación Tierra y Vivienda (FTV) y de otras organizaciones sociales afines al Gobierno.

“Convocamos a un urnazo el 28 el junio, hay que reventar las urnas de votos para el Frente de la Victoria y hay que asegurarle la mayoría en las dos Cámaras a Néstor (Kirchner) y a Cristina”, enfatizó D'Elia en diálogo con la prensa antes de iniciar una marcha a favor del gobierno nacional.

"Estemos o no estemos en las listas, estaremos con ellos. Primero la patria, nuestro pueblo y después no importa”, dijo D'Elía pero advirtó: "No se abusen de nuestra nobleza, de nuestra generosidad. No queremos listas blancas y marketineras. Queremos pueblo, trabajadores, morochos en nuestras listas que nos representen y nos llenen de orgullo. Ayer se lo pedí a (Florencio) Randazzo”.

Luego dijo que los argentinos “no vamos a permitir que Julio Cobos sea presidente de la Argentina el 29 de junio”, tras hacer un llamado a “reventar las urnas de votos para el Frente para la Victoria” en las elecciones legislativas.
Para ponerle un poquito de humor a todo esto (si es que se puede), finalmente, un pantallazo de la realidad argentina, con dedicatoria especial para los malditos mosquitos destituyentes oligarcas y la bellísima presidenta de la nación:


Alguna vez tendría que publicar la "Carta de un Argentino caliente a Kirchner", lo que pasa es que tiene palabrotas de grueso calibre. Si no hubiera damas presentes, les juro que la publicaría, y le agregaría más groserías que todavía no se han inventado. Pero que no cunda el pánico, el 28 de junio le reventamos las urnas a este &%$¡(&/(%··"&%!!!!!!!!!!!! $%$·/%6s5/&$%&·$$·$%!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!