01 abril 2009

Quien manda realmente en Irán (II)

Del mismo modo, Khamenei tiene injerencias en asuntos culturales y académicos. Si bien el presidente es, ex officio, el director del SNSC {Consejo Supremo de Seguridad Nacional}, el líder supremo controla la composición de dicho consejo y aprueba sus decisiones y prácticas, una de las cuales es la censura a los medios de comunicación en nombre de la seguridad nacional. Abolreza Rahmani-Fazli, uno de los ex secretarios del primer viceministro del consejo, dijo en una entrevista para la conservadora Agencia de Noticias Mehr, con sede en Teherán, que el desacuerdo entre los miembros del consejo estaba “descartado, porque, en general y en cuestiones fundamentales, el SNSC procede en base a las órdenes y las decisiones del líder… El líder toma las decisiones, y el gobierno las pone en práctica”. A fines de la década de 1990, Khamenei se aseguró que el Gran Ayatollah Hossein Ali Montazeri, quien alguna vez fuera heredero de Khomeini, fuera mantenido bajo arresto domiciliario durante varios años, en base a una decisión del SNSC.

Las interferencias de Khamenei en los asuntos culturales y académicos, se aplican a cuestiones grandes y pequeñas. En 1998, le prohibió a Abdollah Nouri, ministro del interior durante el gobierno de Khatami, que hablara en una mezquita sunita campestre en una época de gran desconcierto entre la minoría sunita iraní. Cuando Nouri desobedeción, Khamenei arregló que fuera removido del gabinete y juzgado ante la Corte Especial para la Clerecía. (Nouri fue sentenciado a cinco años de prisión). Por otra parte, Khamenei en persona examinó la lista de los escritores que serían honrados en un congreso en 1998 que conmemoraba los “20 años de ficción literaria”.

A petición de los clérigos conservadores, ordenó la supresión de una parte de la entrada sobre Haj Sayyid Mohammad Rashti, un eminente clérigo del siglo XIX, en la enciclopedia Dehkhoda. El ofensivo párrafo sugería que Rashti había llevado a cabo unas 120 ejecuciones en nombre del castigo religioso, decapitando a los acusados después de haberles hecho confesar, y diciéndoles que “personalmente intercedería en su defensa el Día del Juicio Final”.

Igualmente, Khamenei influye habitualmente en los medios de prensa a través de las políticas del Supremo Consejo de la Revolución Cultural, cuyos miembros actuales fueron elegidos por el mismísimo Khamenei. También hace que sus preferencias políticas se conozcan ampliamente, esperando que todos los que trabajen las satisfagan. En 1998, Khamenei colmaba de elogios a la conservadora Asociación de Periodistas Musulmanes: “Les doy las gracias. Ustedes son quienes defienden las fronteras del Islam en el frente de la batalla contra la invasión cultural de Occidente. Ustedes tienen ametralladoras en sus manos. Pero me gustaría extender un agradecimiento especial al periódico Kayhan. Kayhan no solamente tiene una ametralladora en sus manos, sino que también es un francotirador muy hábil”.

El monopolio de la violencia

En su primera reunión con los ministros del gabinete como líder supremo, en 1989, Khamenei expuso una “teoría del terror”, que desde entonces ha definido su enfoque en los asuntos de seguridad interior. Basándose en su interpretación del Corán y en la historia primera del Islam, dijo en esta reunión: “La mayoría de la gente en el país está silenciosa. Un grupo desinteresado de personas puede hacer que el estado perdure utilizando el terror”. Esta teoría ha servido como justificación para el asesinato de disidentes en Irán y en el exterior, y el silenciamiento de cualquiera que suponga un desafío ideológico para el régimen.

De acuerdo con la interpretación de Weber de que bajo un sultán “la dominación tradicional desarrolla una administración y una fuerza militar que son instrumentos puramente personales del señor”, Khamenei se ha basado en los servicios de inteligencia y en las fuerzas armadas y de seguridad para implementar sus políticas (hasta un punto sin precedentes). Tras el derrocamiento del shah en 1979, los revolucionarios y los grupos de izquierda iraníes pidieron que las fuerzas armadas se desintegraran. Khomeini no los escuchó, y en cambio reconstituyó el ejército, ejecutando o pasando a retiro a muchos de los altos jefes que todavía no habían escapado. Además estableció una fuerza militar paralela, la Guardia Revolucionaria, para proteger a la revolución, y ordenó la creación del Basij, una organización paramilitar de voluntarios para ayudar en la aplicación de la ley, la vigilancia de las cuestiones morales, y la prestación de servicios sociales. La Guardia Revolucionaria desarrolló capacidades aéres, navales y terrestres en paralelo a las del ejército convencional, y asumió el comando del Basij.

Sin embargo, Khomeini abiertamente y con frecuencia se oponía a su participación en los asuntos políticos. Como una figura carismática y un clérigo de alto nivel y con muy buena reputación y una base sólida entre el establishment religioso y las masas piadosas, apenas necesitaba el respaldo militar. Khamenei, por otra parte, carece de tales credenciales: hasta el punto de que la conservadora Asociación de Maestros de Seminarios, en Qom, se negó a apoyarlo como alto clérigo hasta 1992, cuando la Guardia Revolucionaria rodeó sus sedes. Así que necesita, con desesperación, el respaldo militar.

También durante mucho tiempo ha estado interesado en el trabajo militar y de seguridad. Fue el representante de Khomeini en el Ministerio de Defensa durante el gobierno interino en 1979, luego trabajó en el estado mayor conjunto del ejército, y más tarde se desempeñó como viceministro de defensa. Cuando en 1984 se creó el Ministerio de Seguridad, mientras él era presidente, Khamenei sostuvo que debía estar bajo su jurisdicción.

Con los años, Khameni ha ido facultando gradualmente a la Guardia Revolucionaria, dándole cada vez más influencia en la política y la economía del país.

Cuando Mohammad Baqer Zolqadr, alto comandante de la Guardia Revolucionaria, no logró llevar a la victoria al principal rival de Khatami durante las elecciones presidenciales de mayo de 1997, y durante la era reformista que le siguió, los comandantes de la Guardia Revolucionaria y el Basij se movilizaron cada vez más contra el movimiento de la reforma. Karroubi, entonces portavoz del Majlis, describió recientemente un tenso intercambio de palabras que tuvo con un alto comandante de la Guardia Revolucionaria durante el segundo periodo de Katami (2001-2005), cuando el Majlis estaba considerando un proyecto de reforma propuesto para limitar el poder del Consejo de Guardianes (se refería al veto de candidatos electorales). Karroubi cuenta que lo desafió al comandante, quien estaba preocupado por la aprobación del proyecto, preguntándole si seguiría aprobando la selección del Consejo de Guardianes si, por ejemplo, los dos altos clérigos reformistas (Ayatollah Yusuf Saneii y Ayatollah Abdolkarim Mousavi Ardebili) estaban en el consejo. “Si estos dos son nombrados”, respondió el comandante, según Karroubi, “tendremos que irnos a Bangladesh”.

Además, de acuerdo con una fuente oficial citada por el sitio web Emrooz, un sitio reformista vinculado con el Partido Mosharekat, en febrero pasado (2008), el entonces jefe de policía Mohammad Bagher Ghalibaf (actual alcalde de Teherán) contribuyó a la descalificación de candidatos para las elecciones del Majlis en 2004 haciendo declaraciones no autorizadas acerca de los compromisos de los candidatos con el Islam y las autoridades de evaluación. Muchos oficiales militares más encontraron su lugar en el Majlis en aquellas elecciones de lo que jamás había ocurrido, y hombres con experiencias en el ejército o en las fuerzas de seguridad se convirtieron en concejales en las elecciones locales posteriores.

La Guardia Revolucionaria ha recibido más facultades durante la presidencia de Ahmadinejad. El presupuesto militar se ha duplicado desde la era de Khatami, hasta alcanzar casi un cinco por ciento del PBI del país. La mayoría de los designados por Ahmadinejad en algún momento ocuparon puestos en el ejército regular, los servicios de inteligencia o, por ejemplo, la fiscalía pública. Khamenei nombró a miembros de la Guardia Revolucionaria para dirigir la organización transmisora (radio y televisión) estatal. Aunque la ley electoral establece explícitamente que ningún oficial militar puede participar en ninguna etapa del proceso electoral, el Brigadier General Alireza Afshar, sin embargo, fue designado para manejar la sede del Ministerio del Interior para las elecciones de Majlis de 2008, y muchos oficiales militares participaron en las juntas ejecutivas o de supervisión electoral. El Mayor General Hassan Firouzabadi, jefe del estado mayor conjunto del ejército, advirtió antes de las elecciones parlamentarias en marzo, que “no se les debe permitir {a los reformistas} que entren nuevamente en el Majlis y que repitan su último desempeño”, y luego agregó: “Estas facciones y personas, respaldados por el {presidente de los Estados Unidos, George W.} Bush, no hacen nada pero satisfacen los intereses de los Estados Unidos, y Bush los ve como garantes de los intereses norteamericanos. ¿La nación iraní no ha probado ya esta amarga vergüenza alguna vez?”

El involucramiento militar en la economía también ha aumentado significativamente, y ahora está oficialmente aprobado. Muchas disputas de larga data sobre las presuntas actividades ilegales de la Guardia Revolucionaria, se han encubierto. Se les ha garantizado contratos petroleros a miembros de la fuerza, o han obtenido mayores beneficios en verdaderos acuerdos estatales (cuestionables).

Desde los años 1990, la Guardia Revolucionaria, las fuerzas armadas regulares, y los oficiales encargados de la aplicación de las leyes han financiado proyectos de construcción a gran escala en suburbios residenciales en la parte norte de Teherán. Antes de que Ahmadinejad fuera elegido presidente, las autoridades locales se abstenían de emitir permisos que reconocían la terminación de edificioes, lo que hacía imposible para los propietarios asegurarse una escritura legal. Pero una vez que Ahmadinejad llegó al poder, y los conservadores reemplazaron a los reformistas en el consejo de la ciudad de Teherán, las municipalidades concedieron permisos para todos los edificios relevantes, y aquellos que participaron en esto obtuvieron enormes beneficios.

Las implicancias para la economía no son buenas. Las compañías controladas por las fuerzas de seguridad están obteniendo cada vez más acceso a préstamos y créditos a bajas tasas de interés, pero a su vez tienden a ser malos prestamistas, lo que complica el sistema bancario con préstamos pendientes. A principios de 2008, el Majlis aprobó un proyecto de ley para el establecimiento de una Organización Constructora Basij, un movimiento que entregaría proyectos económicos del sector privado al Basij, ampliando aún más la ya descomunal burocracia estatal y dañando seriamente a la economía.

Con una semejante interdependencia entre la administración estatal y las fuerzas de seguridad, cabe preguntarse quién controla a quién. De hecho, la amplia infiltración de la Guardia Revolucionaria por parte de la red de Khamenei ha socavado seriamente la independencia de la Guardia Revolucionaria. Khomeini, ya fallecido, solía limitarse a sí mismo en la designación de altos jefes de la Guardia Revolucionaria; Khamenei designa personalmente a cada uno de los jefes de brigada. Todo esto sugiere que Irán no es una dictadura militar o un estado-guarnición, sino un sultanato de los últimos días.
traducido de: The latter-day sultan. Akbar Ganji. (Freedom is not free. Akbar Ganji´s Website, under construction)
véase el art. original en: http://www.akbarganji.org/?p=66
El art. apareció en la edición en línea de Foreign Affairs, pero como ha cambiado su sistema de consulta (ahora es por suscripción) seguimos el art. original en el sitio web de su autor.
Ayatollah Ali Khameni (Oración de los Viernes)



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