Nayef, con unos relativamente alegres 77 años, se ha desempeñado en Arabia Saudita como Ministro del Interior desde 1975, supervisando las luchas del reino contra el terrorismo y contra otras formas más pacíficas de disenso. Pero con el rey Abdullah, de 87 años, débil y avejentado, y su hermano el príncipe heredero Sultán, de 86, que se dice que sufre Alzheimer, muchos observadores del reino esperan que el ultraconservador Nayef sea el próximo jefe de la empresa familiar más rica y fuertemente armada del mundo. Entre los grandes éxitos de la línea dura del príncipe están: acusar a los “sionistas” de perpetrar los ataques del 11 de septiembre, rechazar la idea de las elecciones, y supervisar los pagos dirigidos hacia las familias de terroristas suicidas palestinos. El discurso del rey Abdullah del viernes 18 fue típico de Nayef: sin rastros de reformas política, con una prohibición de criticar a los clérigos, y una camionada de dinero para el establishment religioso wahabita del país.
2. Bahrein: Jeque Issa Qassim
El principal clérigo chiíta de Bahrein es una figura relativamente desconocida fuera de este pequeño reino del Golfo Pérsico, pero se ha convertido en un actor principal en lo que se está volviendo una creciente Guerra Fría sectaria en todo el Medio Oriente. Seguidor del Supremo Líder iraní Alí Khamenei, Qassim es tan reverenciado por la mayoría chiíta de Bahrein como desconfiado por la minoría sunita, que teme que se adhiera a la “velayat-e faqih”, la doctrina iraní del gobierno clerical.
De acuerdo con Katja Niethammer, investigadora europea, “Parece que hay pocas decisiones que pueden tomarse… sin la consulta previa con Issa Qassim, yendo desde cuestiones con respecto a la codificación planificada de la ley de estatus personal hasta la participación en las elecciones”.
Sin embargo, este clérigo ha tenido un papel relativamente moderado en los recientes eventos en Bahrein, instando a sus seguidores a que expresaran sus demandas pacíficamente. “Le digo a todo nuestro pueblo, Sunitas y Chiítas, que está prohibido derramar la sangre de cualquiera, bajo ningún pretexto”, dijo en un reciente sermón del Viernes. En otro afirmó que “Ellos pueden usar tanques y aviones para destruir nuestros cuerpos, pero nunca romperán nuestras almas y nuestros deseos de reformas”.
Uno de los oficiales más destacados en desertar del gobierno de Muammar al-Gaddafi, Jalil encabeza el Consejo Nacional de Transición, grupo que se ha presentado a sí mismo como el liderazgo político del alzamiento libio. No está claro, sin embargo, qué clase de influencia tiene Jalil, quien fue ministro de justicia de Gaddafi hasta que renunció en la protesta del 20 de febrero. Y el resto del consejo tiene entre sus miembros a gentuza de la milicia y desertores militares que componen el ejército rebelde –o de hecho el público en general. Tampoco está claro si el consejo tiene influencias más allá del este de Libia, hogar de varios de los líderes del grupo. Sin embargo, con 59 años de edad, Jalil se ha ganado el respeto en algunos puntos inverosímiles: de los defensores de los derechos humanos. En agosto de 2010, Heba Morayef, de Human Rights Watch, elogió a Jalil por su ayuda en el intento de garantizar una justicia segura para un grupo de detenidos de forma arbitraria. La DPA, agencia de noticias alemana, describe al exabogado como “un conservador y devoto musulmán, no un islamista radical”.
Cuando Ahmar repentinamente anunció su apoyo al movimiento de protesta que estuvo sacudiendo a este empobrecido país en las últimas semanas, los yemeníes y los analistas políticos llegaron a la conclusión de que el derrocamiento del Presidente Alí Abdullah Saleh era apenas una cuestión de tiempo. Anunciando su deserción, este brigadier general afirmó: “Los oficiales del ejército, que son parte importante de la comunidad y defensores del pueblo, yo proclamo, en su nombre, nuestro apoyo pacífico hacia la revolución de la juventud”.
Pero Ahmar, pariente y antiguo estrecho aliado de Saleh, no es un caballero de brillante armadura blanca. Como comandante del distrito militar noroccidental de Yemen, Ahmar ha sido la punta de lanza en la brutal lucha de Saleh contra los rebeldes chiítas, y en ocasiones ha utilizado a los jihadistas radicales como fuerza de choque. También está acusado de participar en una serie de actividades criminales. No obstante, su deserción ha sido seguida por decenas de otras figuras del régimen. “Ali Muhsin es, de lejos, la figura más poderosa en el ejército, y su anuncio abrió las compuertas”, escribe Gregory Johnsen, experto sobre Yemen en la Universidad de Princeton.
Uno de los más destacados predicadores islámicos del mundo árabe, Qaradawi ha sido durante mucho tiempo un influyente defensor de la Hermandad Musulmana de Egipto a partir de su discurso en Doha, Qatar. Qaradawi, de 84 años, ha escrito decenas de libros sobre el Islam, y ha fundado IslamOnline, un influyente sitio web religioso con un enorme seguimiento global.
Encarcelado por el rey Farouk y Gamal Abdel Nasser, Qaradawi expuso su cuota de controversia elogiando a los terroristas suicidas palestinos e iraquíes, apoyando el maltrato a la mujer “como un último recurso”, y criticando duramente a los chiítas como “herejes”. Pero él también ha mostrado en ocasiones un lado ecuménico, como cuando el jeque antes exiliado regresó a Egipto tras la caída de Hosni Mubarak para dar las oraciones del Viernes y ofrecer su sermón a los musulmanes y a los cristianos. A pesar de su avanzada edad, Qaradawi ha jugado un importante rol en el fomento de las protestas árabes, condenando a autócratas como Mubarak y el tunecino Zine el-Abidine Bel Ali, emitiendo incluso una fatwa llamando a la muerte del dictador libio Muammar al-Gaddafi – a pesar de que sus críticas hacia los gobernantes del Golfo han estado notablemente enmudecidas. Qaradawi tiene prohibido entrar en los Estados Unidos.
El Consejo Militar Supremo de Egipto –la junta que derrocó a Mubarak el 11 de febrero y que se instaló a sí misma como guardiana de la transición democrática- está formalmente dirigida por el mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi, de 75 años de edad, un ex ministro de defensa descrito en uno de los cables de WikiLeaks como el “perrito faldero de Mubarak”. Pero es Sami Enan, de 63 años, el jefe dinámico de las fuerzas armadas, quien se considera tiene el respeto de las tropas –sin mencionar el de sus homólogos estadounidenses. Enan estudió en Rusia, habla un poco de francés, y se sabe que se ha echado un par de tragos de vez en cuando, aunque nunca se entrenó en Estados Unidos. En estos días, mientras hace malabarismos con los desafíos de dirigir un país, ya no sólo un ejército, Enan habla frecuentemente con altos oficiales militares de los Estados Unidos. “Si todavía él no es el hombre del Pentágono en Egipto,” informa el New York Times, “muchos esperan que lo sea”.
Traducido de:
Out with the Old, In with the Old: The six power brokers who are looking to run the new Middle East / By Blake Hounshell. - Foreign Policy (The List), March 22, 2011