Un conflicto que se expande
La Familia ha corrompido o intimidado al personal policial y de justicia. En agosto de 2008, un distribuidor de drogas en el Valle de Toluca acusó a José Manzur Ocaña, ex delegado del PGR en el estado, de darle protección a Los Zetas y La Familia. A pesar de que lo pusieron en un programa de protección a testigos, el informante fue una de las personas ejecutadas en el baño de sangre de La Marquesa, del que se habla más adelante.
A principios de noviembre de 2008, cien policías locales de Chalco, en las afueras de la Ciudad de México, exigieron la renuncia de su jefe, Carlos Adulfo Palafox, a quien acusaban de tener vínculos con La Familia. El Fiscal General del Estado de México, Alberto Bazbaz, también mencionó a Jesús García Carrasco, comandante de la Policía Judicial del estado, como un posible colaborador, después de que se informara que habría recibido 70.000 pesos por mes para proveerle información a La Familia.
Los rivales de La Familia contraatacaron. En agosto de 2008, tres cuerpos, con grotescas marcas de torturas, y con sus manos y pies atados, aparecieron en San Pablito, en el municipio de Tultepec. El mensaje-narco en la escena decía: “Todos los de la Familia michoacana morirán, pero dejo [estos cuerpos] para que me crean”. En septiembre de 2008, los enemigos le dispararon dieciocho balas a José Luis “El Jaguar” Carranza Galván, a quien el PGR identificó como el principal operador de La Familia.
La Familia no consiguió que toda la policía se rindiera. Después de que agentes pusieran bajo custodia a Miguel “El Rey” Carvajal en el Valle de Bravo en enero de 2008, recibieron por teléfono una amenaza de muerte si “tocaban” a su prisionero. En la misma línea, El Rey le dijo a la policía: “No me golpeen, porque vengo en son de paz; mis jefes ahora están conversando con sus comandantes, para llegar a un acuerdo”. A pesar de esta bravuconada, el extorsionador y sicario de La Familia siguió tras las rejas.
En septiembre de 2008, en el municipio de Nicolás Romero las autoridades capturaron a Lázaro “El Indio” Bustos Abarca Nicolás Romero, quien lideraba una banda de veinte secuestradores vinculados con La Familia. Diez días más tarde, el PGR informó el asesinato de veinticuatro personas en el parque de La Marquesa, en el Estado de México. Los oficiales plantearon la hipótesis de que los homicidios se habían producido a raíz de un conflicto entre La Familia y los hermanos Beltrán Leyva por el control de Huixquilucan, un sitio estratégico para los cargamentos de drogas. A mediados de noviembre, la policía federal puso bajo custodia a Pedro Jaime Chávez Rosales, ex director de seguridad pública de la municipalidad, a quien se consideraba involucrado en múltiples ejecuciones. En la Ciudad de México, el 31 de julio de 2008, se encontró un cuerpo en la cajuela de un Chevrolet Corsa estacionado en el distrito municipal de Coyoacán, al sur de la capital. Una nota junto al cuerpo decía: “Por no pagar. Atentamente, La Familia”.
Los distritos occidentales de Miguel Hidalgo y Cuajimalpa también se han convertido en una zona de lavado de dinero y tránsito de estupefacientes, exaltando aún más un feroz conflicto entre los narcotraficantes colombianos, Los Zetas, y La Familia. Los competidores “despachan” a sus enemigos con armas de muy alto poder: decapitaciones y asfixias con bolsas de plástico. Cerca de tres cadáveres encontrados en septiembre de 2008, un mensaje decía “Yo fui víctima de un secuestro por parte de quienes se llaman La Familia michoacana; por lo tanto, estoy haciendo justicia por mi mano propia”.
Ataque con granadas en Morelia
El PGR al principio acusó a La Familia de llevar a cabo el ataque con granadas el 15 de septiembre de 2008 en la plaza Melchor Ocampo, en Morelia. Las autoridades sugerían la teoría de que la banda fanática buscaba atraer a una gran cantidad de policías federales y al ejército hacia el estado, para evitar así que Los Zetas consolidaran sus rutas de narcotráfico.
En respuesta a estas acusaciones, la organización inmediatamente aceleró su aparato de relaciones públicas. Envió un mensaje de texto a los periodistas y residentes locales negando su participación en la tragedia, echándole la culpa a Los Zetas, que a su vez respondieron con sus propios comunicados en forma de pancartas desplegadas en sitios prominentes en Puebla, Reynosa, Cancún, Oaxaca y Nuevo Laredo. Ofrecía cinco millones de dólares, euros, u otra moneda, para cualquiera que ayudara a capturar a miembros de La Familia, que según ellos eran quienes producían el caos: “El cartel del Golfo condena enérgicamente el ataque del 15 de septiembre contra el pueblo mexicano. Ofrecemos nuestra ayuda para el arresto de los líderes que se llaman a sí mismos La Familia”. Las pancartas de los narcos mencionaban específicamente a jefes como Moreno González, Jesús “El Chango” Méndez Vargas, y Enrique “El Kiki” Tlacaltepetl.
La organización del Golfo siguió este desafío colocando una caja roja con hielo en el centro de Lázaro Cárdenas. La cabeza de uno de los miembros de sus acérrimos enemigos yacía en el centro del contenedor, y un cartel verde proclamaba: “Saludos Chayo, Rogaciano y Changa [referencias a líderes de La Familia]. Esto es por el grupo de maricas que apoyan a los terroristas de La Familia; nosotros no matamos gente inocente; matamos a terroristas como este… Nosotros no secuestramos, y tampoco queremos trabajar con ustedes, ni tener contactos con ustedes ni con aquellos en los que confían… Gracias a los que nos apoyan. Atentamente, el Cartel del Golfo 100 por ciento”.
Periodistas de la revista Proceso informaron que la policía había recibido un anónimo que indicaba el paradero de los presuntos autores de los actos de violencia. Tras reunirse con miembros de La Familia cerca del cuartel de seguridad de Cuitzeo, las autoridades arrestaron a tres Zetas por la tragedia: los capturaron, les vendaron los ojos y los esposaron. Miembros de La Familia en las prisiones declararon que habían sido sometidos a torturas físicas y psicológicas. En palabras de una hermana y esposa:
“Le preguntaron por qué había arrojado las granados, lo cual negó. Más tarde le ataron sus manos con cintas de embalar y lo golpearon con tablas de madera. Nos dijo que más tarde lo arrastraron hacia un río y lo dejaron allí toda la noche. También dice que lo tenían con los brazos arriba todo el día, siempre con los ojos vendados”.
El periódico Milenio informó también la aparición de La Familia en Guanajuato, donde emula a la mafia italiana controlando los pequeños puestos que venden cocaína y marihuana a las personas. Cuando un distribuidor local se negaba a cooperar, lo asesinaban. En el pasado, Juan José “El Azul” (llamado así por el color azulado de su piel) Esparragoza Moreno, aliado de El Chapo, controlaba Guanajuato. En una negociación entro los “capos”, El Azul le cedió la plaza a La Familia, evitando así una confrontación violenta. La dominación de Guanajuato le ayuda a La Familia a impedirles a sus rivales el acceso a Michoacán.
Organización y recursos
El periodista Richard Ravelo asegura que los 4000 miembros de La Familia nacieron y se criaron en Michoacán, que ganan entre 1.500 y 2.000 dólares por mes, y que están muy bien conectados con funcionarios locales y del estado. Según se informa, asisten a la iglesia regularmente, llevan Biblias, y distribuyen el Libro de Dios en oficinas gubernamentales. Dicen que cuentan con un gran apoyo local porque les dan asistencia a los campesinos, construyen escuelas, donan libros, evitan la venta de vino adulterado, y emplean “estrategias extremadamente fuertes” para poner orden en Tierra Caliente. De esta forma, ofrecen un contraste con el Cartel del Milenio, que ha reclutado a personas ajenas llamadas “Antizetas”.
Ellos consiguen recursos vendiendo protección a los comerciantes, vendedores ambulantes de contrabando, hoteles, bandas locales, y vendedores de droga a pequeña escala. En lugar de hablar en términos de extorsión, La Familia sostiene que “protege” a sus clientes. Los miembros de la organización llevan uniformes, armas, y conducen vehículos parecidos a los del FBI. Esto les permite una mayor libertad de movimiento en los alrededores de las áreas de su interés. Pero sin embargo, los líderes del grupo se han vuelto tan descarados que han diseñado sus propios trajes para marcar su identidad y distinguirse de sus adversarios.
Los informes señalan una fragmentación en La Familia, cuyo grupo dirigente –conocido como “Los Sierras”- domina Tierra Caliente. Estas facciones incluyen: “Los Históricos”, que tienen vínculos con Los Zetas; “Los Extorsionistas”, conformado por empresarios y productores que se concentran en obtener dinero de cualquier persona, desde cirujanos hasta alcaldes; “Los Cobradores de Deudas”, aliados con los carteles del Milenio y de Sinaloa, y dedicados al tráfico de metanfetaminas; y un grupo sin nombre que se concentra en la venta de películas y DvDs piratas.
Los actuales líderes de La Familia, Moreno González y Méndez Vargas, fanáticos portadores de Biblias, pueden tener vínculos directos o indirectos con los devotos del movimiento Nueva Jerusalén. Dionisio “El Tío” Loya Plancarte, que alguna vez fue un Zeta, ahora se presenta a sí mismo como el portavoz de la organización.
El michoacano de 53 años que maneja la prensa y las relaciones públicas de La Familia afirma que a través de los secuestros y las ejecuciones el cartel asegura “un clima pacífico para los ciudadanos respetuosos de la ley”. Además, cita como los principales blancos de la organización a “El Chapo Guzmán y los hermanos Beltrán Leyva, porque son ellos los responsables de la adicción a las metanfetaminas en las comunidades de Michoacán”.
En octubre de 2008, las autoridades arrestaron a Wenceslao Álvarez Álvarez, un aliado de La Familia que dirigía una operación internacional en Nueva Italia, un municipio de Michoacán donde, irónicamente, en noviembre de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas estableció la primera granja comunitaria, prometiendo convertirla en un modelo de progreso para toda la nación. Al igual que muchos otros productores de Tierra Caliente, Álvarez Álvarez producía aguacates. Él dice que se pasó al narcotráfico para vengarse por el secuestro y asesinato de su padre (1999) por parte de una banda local criminal, Los Arcila. Liderados por Jorge Álvarez Arcila, un granjero local, y Daniel Farías, ex director de la prisión de Patzcuaro, estas bandas gozaban de gran impunidad, así que llevaron a cabo muchos secuestros en Tierra Caliente entre 1996 y 2000.
La red de cocaína de Álvarez Álvarez supuestamente se extendía desde Colombia, pasando por Guatemala y México, hasta Atlanta y otras ciudades estadounidenses. La DEA (Agencia Antidrogas estadounidense) lo identificó como teniente de Miguel “El L-40” Treviño Morales, una figura de alto nivel entre Los Zetas. Álvarez Álvarez dijo que los cargos en su contra eran “falsos”, insistiendo en que solamente era productor de tomates, pimientos, mangos, y otros cultivos en tierras rentadas por toda su familia. Además de sus explotaciones ilegales, también tiene sus intereses en “Los Mapaches” de Nueva Italia, un equipo de fútbol de segunda división que compró por 1 millón de pesos.
Conclusión
El grupo conocido como La Familia tiene varias similitudes con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), una amalgama entre vigilantes de derecha, milicias rurales de autodefensa, ex policías y ex militares, quienes se oponen a todos aquellos que consideran que apoyan a las guerrillas pertenecientes a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El “fervor” religioso de La Familia se manifiesta en la preferencia por las ejecuciones antes que las negociaciones. Tan fuerte es la organización, que ha obtenido una cabecera de playa en Michoacán, eclipsó a Los Zetas en el estado de México, cruzó espadas con los despiadados hermanos Beltrán Leyva en el estado de México, y desbancó una facción del cartel de Sinaloa en Guanajuato. La Familia es extremadamente volátil, por sus diversos componentes y su fanatismo sanguinario.
Los despiadados grupos de México, fuertemente armados, están llevando a cabo cada vez más operaciones al norte del Río Grande. Ignorada por Washington durante muchísimo tiempo, esta amenaza de los carteles mexicanos –y sus proveedores andinos- tiene que convertirse en una prioridad para la administración Obama.-
La Familia ha corrompido o intimidado al personal policial y de justicia. En agosto de 2008, un distribuidor de drogas en el Valle de Toluca acusó a José Manzur Ocaña, ex delegado del PGR en el estado, de darle protección a Los Zetas y La Familia. A pesar de que lo pusieron en un programa de protección a testigos, el informante fue una de las personas ejecutadas en el baño de sangre de La Marquesa, del que se habla más adelante.
A principios de noviembre de 2008, cien policías locales de Chalco, en las afueras de la Ciudad de México, exigieron la renuncia de su jefe, Carlos Adulfo Palafox, a quien acusaban de tener vínculos con La Familia. El Fiscal General del Estado de México, Alberto Bazbaz, también mencionó a Jesús García Carrasco, comandante de la Policía Judicial del estado, como un posible colaborador, después de que se informara que habría recibido 70.000 pesos por mes para proveerle información a La Familia.
Los rivales de La Familia contraatacaron. En agosto de 2008, tres cuerpos, con grotescas marcas de torturas, y con sus manos y pies atados, aparecieron en San Pablito, en el municipio de Tultepec. El mensaje-narco en la escena decía: “Todos los de la Familia michoacana morirán, pero dejo [estos cuerpos] para que me crean”. En septiembre de 2008, los enemigos le dispararon dieciocho balas a José Luis “El Jaguar” Carranza Galván, a quien el PGR identificó como el principal operador de La Familia.
La Familia no consiguió que toda la policía se rindiera. Después de que agentes pusieran bajo custodia a Miguel “El Rey” Carvajal en el Valle de Bravo en enero de 2008, recibieron por teléfono una amenaza de muerte si “tocaban” a su prisionero. En la misma línea, El Rey le dijo a la policía: “No me golpeen, porque vengo en son de paz; mis jefes ahora están conversando con sus comandantes, para llegar a un acuerdo”. A pesar de esta bravuconada, el extorsionador y sicario de La Familia siguió tras las rejas.
En septiembre de 2008, en el municipio de Nicolás Romero las autoridades capturaron a Lázaro “El Indio” Bustos Abarca Nicolás Romero, quien lideraba una banda de veinte secuestradores vinculados con La Familia. Diez días más tarde, el PGR informó el asesinato de veinticuatro personas en el parque de La Marquesa, en el Estado de México. Los oficiales plantearon la hipótesis de que los homicidios se habían producido a raíz de un conflicto entre La Familia y los hermanos Beltrán Leyva por el control de Huixquilucan, un sitio estratégico para los cargamentos de drogas. A mediados de noviembre, la policía federal puso bajo custodia a Pedro Jaime Chávez Rosales, ex director de seguridad pública de la municipalidad, a quien se consideraba involucrado en múltiples ejecuciones. En la Ciudad de México, el 31 de julio de 2008, se encontró un cuerpo en la cajuela de un Chevrolet Corsa estacionado en el distrito municipal de Coyoacán, al sur de la capital. Una nota junto al cuerpo decía: “Por no pagar. Atentamente, La Familia”.
Los distritos occidentales de Miguel Hidalgo y Cuajimalpa también se han convertido en una zona de lavado de dinero y tránsito de estupefacientes, exaltando aún más un feroz conflicto entre los narcotraficantes colombianos, Los Zetas, y La Familia. Los competidores “despachan” a sus enemigos con armas de muy alto poder: decapitaciones y asfixias con bolsas de plástico. Cerca de tres cadáveres encontrados en septiembre de 2008, un mensaje decía “Yo fui víctima de un secuestro por parte de quienes se llaman La Familia michoacana; por lo tanto, estoy haciendo justicia por mi mano propia”.
Ataque con granadas en Morelia
El PGR al principio acusó a La Familia de llevar a cabo el ataque con granadas el 15 de septiembre de 2008 en la plaza Melchor Ocampo, en Morelia. Las autoridades sugerían la teoría de que la banda fanática buscaba atraer a una gran cantidad de policías federales y al ejército hacia el estado, para evitar así que Los Zetas consolidaran sus rutas de narcotráfico.
En respuesta a estas acusaciones, la organización inmediatamente aceleró su aparato de relaciones públicas. Envió un mensaje de texto a los periodistas y residentes locales negando su participación en la tragedia, echándole la culpa a Los Zetas, que a su vez respondieron con sus propios comunicados en forma de pancartas desplegadas en sitios prominentes en Puebla, Reynosa, Cancún, Oaxaca y Nuevo Laredo. Ofrecía cinco millones de dólares, euros, u otra moneda, para cualquiera que ayudara a capturar a miembros de La Familia, que según ellos eran quienes producían el caos: “El cartel del Golfo condena enérgicamente el ataque del 15 de septiembre contra el pueblo mexicano. Ofrecemos nuestra ayuda para el arresto de los líderes que se llaman a sí mismos La Familia”. Las pancartas de los narcos mencionaban específicamente a jefes como Moreno González, Jesús “El Chango” Méndez Vargas, y Enrique “El Kiki” Tlacaltepetl.
La organización del Golfo siguió este desafío colocando una caja roja con hielo en el centro de Lázaro Cárdenas. La cabeza de uno de los miembros de sus acérrimos enemigos yacía en el centro del contenedor, y un cartel verde proclamaba: “Saludos Chayo, Rogaciano y Changa [referencias a líderes de La Familia]. Esto es por el grupo de maricas que apoyan a los terroristas de La Familia; nosotros no matamos gente inocente; matamos a terroristas como este… Nosotros no secuestramos, y tampoco queremos trabajar con ustedes, ni tener contactos con ustedes ni con aquellos en los que confían… Gracias a los que nos apoyan. Atentamente, el Cartel del Golfo 100 por ciento”.
Periodistas de la revista Proceso informaron que la policía había recibido un anónimo que indicaba el paradero de los presuntos autores de los actos de violencia. Tras reunirse con miembros de La Familia cerca del cuartel de seguridad de Cuitzeo, las autoridades arrestaron a tres Zetas por la tragedia: los capturaron, les vendaron los ojos y los esposaron. Miembros de La Familia en las prisiones declararon que habían sido sometidos a torturas físicas y psicológicas. En palabras de una hermana y esposa:
“Le preguntaron por qué había arrojado las granados, lo cual negó. Más tarde le ataron sus manos con cintas de embalar y lo golpearon con tablas de madera. Nos dijo que más tarde lo arrastraron hacia un río y lo dejaron allí toda la noche. También dice que lo tenían con los brazos arriba todo el día, siempre con los ojos vendados”.
El periódico Milenio informó también la aparición de La Familia en Guanajuato, donde emula a la mafia italiana controlando los pequeños puestos que venden cocaína y marihuana a las personas. Cuando un distribuidor local se negaba a cooperar, lo asesinaban. En el pasado, Juan José “El Azul” (llamado así por el color azulado de su piel) Esparragoza Moreno, aliado de El Chapo, controlaba Guanajuato. En una negociación entro los “capos”, El Azul le cedió la plaza a La Familia, evitando así una confrontación violenta. La dominación de Guanajuato le ayuda a La Familia a impedirles a sus rivales el acceso a Michoacán.
Organización y recursos
El periodista Richard Ravelo asegura que los 4000 miembros de La Familia nacieron y se criaron en Michoacán, que ganan entre 1.500 y 2.000 dólares por mes, y que están muy bien conectados con funcionarios locales y del estado. Según se informa, asisten a la iglesia regularmente, llevan Biblias, y distribuyen el Libro de Dios en oficinas gubernamentales. Dicen que cuentan con un gran apoyo local porque les dan asistencia a los campesinos, construyen escuelas, donan libros, evitan la venta de vino adulterado, y emplean “estrategias extremadamente fuertes” para poner orden en Tierra Caliente. De esta forma, ofrecen un contraste con el Cartel del Milenio, que ha reclutado a personas ajenas llamadas “Antizetas”.
Ellos consiguen recursos vendiendo protección a los comerciantes, vendedores ambulantes de contrabando, hoteles, bandas locales, y vendedores de droga a pequeña escala. En lugar de hablar en términos de extorsión, La Familia sostiene que “protege” a sus clientes. Los miembros de la organización llevan uniformes, armas, y conducen vehículos parecidos a los del FBI. Esto les permite una mayor libertad de movimiento en los alrededores de las áreas de su interés. Pero sin embargo, los líderes del grupo se han vuelto tan descarados que han diseñado sus propios trajes para marcar su identidad y distinguirse de sus adversarios.
Los informes señalan una fragmentación en La Familia, cuyo grupo dirigente –conocido como “Los Sierras”- domina Tierra Caliente. Estas facciones incluyen: “Los Históricos”, que tienen vínculos con Los Zetas; “Los Extorsionistas”, conformado por empresarios y productores que se concentran en obtener dinero de cualquier persona, desde cirujanos hasta alcaldes; “Los Cobradores de Deudas”, aliados con los carteles del Milenio y de Sinaloa, y dedicados al tráfico de metanfetaminas; y un grupo sin nombre que se concentra en la venta de películas y DvDs piratas.
Los actuales líderes de La Familia, Moreno González y Méndez Vargas, fanáticos portadores de Biblias, pueden tener vínculos directos o indirectos con los devotos del movimiento Nueva Jerusalén. Dionisio “El Tío” Loya Plancarte, que alguna vez fue un Zeta, ahora se presenta a sí mismo como el portavoz de la organización.
El michoacano de 53 años que maneja la prensa y las relaciones públicas de La Familia afirma que a través de los secuestros y las ejecuciones el cartel asegura “un clima pacífico para los ciudadanos respetuosos de la ley”. Además, cita como los principales blancos de la organización a “El Chapo Guzmán y los hermanos Beltrán Leyva, porque son ellos los responsables de la adicción a las metanfetaminas en las comunidades de Michoacán”.
En octubre de 2008, las autoridades arrestaron a Wenceslao Álvarez Álvarez, un aliado de La Familia que dirigía una operación internacional en Nueva Italia, un municipio de Michoacán donde, irónicamente, en noviembre de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas estableció la primera granja comunitaria, prometiendo convertirla en un modelo de progreso para toda la nación. Al igual que muchos otros productores de Tierra Caliente, Álvarez Álvarez producía aguacates. Él dice que se pasó al narcotráfico para vengarse por el secuestro y asesinato de su padre (1999) por parte de una banda local criminal, Los Arcila. Liderados por Jorge Álvarez Arcila, un granjero local, y Daniel Farías, ex director de la prisión de Patzcuaro, estas bandas gozaban de gran impunidad, así que llevaron a cabo muchos secuestros en Tierra Caliente entre 1996 y 2000.
La red de cocaína de Álvarez Álvarez supuestamente se extendía desde Colombia, pasando por Guatemala y México, hasta Atlanta y otras ciudades estadounidenses. La DEA (Agencia Antidrogas estadounidense) lo identificó como teniente de Miguel “El L-40” Treviño Morales, una figura de alto nivel entre Los Zetas. Álvarez Álvarez dijo que los cargos en su contra eran “falsos”, insistiendo en que solamente era productor de tomates, pimientos, mangos, y otros cultivos en tierras rentadas por toda su familia. Además de sus explotaciones ilegales, también tiene sus intereses en “Los Mapaches” de Nueva Italia, un equipo de fútbol de segunda división que compró por 1 millón de pesos.
Conclusión
El grupo conocido como La Familia tiene varias similitudes con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), una amalgama entre vigilantes de derecha, milicias rurales de autodefensa, ex policías y ex militares, quienes se oponen a todos aquellos que consideran que apoyan a las guerrillas pertenecientes a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El “fervor” religioso de La Familia se manifiesta en la preferencia por las ejecuciones antes que las negociaciones. Tan fuerte es la organización, que ha obtenido una cabecera de playa en Michoacán, eclipsó a Los Zetas en el estado de México, cruzó espadas con los despiadados hermanos Beltrán Leyva en el estado de México, y desbancó una facción del cartel de Sinaloa en Guanajuato. La Familia es extremadamente volátil, por sus diversos componentes y su fanatismo sanguinario.
Los despiadados grupos de México, fuertemente armados, están llevando a cabo cada vez más operaciones al norte del Río Grande. Ignorada por Washington durante muchísimo tiempo, esta amenaza de los carteles mexicanos –y sus proveedores andinos- tiene que convertirse en una prioridad para la administración Obama.-
* Referencia: México: La Familia (primera parte):
http://sara-terrorismointernacional.blogspot.com/2009/07/mexico-la-familia.html
Traducido de: Another deadly mexican syndicate. George W Grayson, for FPRI
ISN (International Relations and Security Network)
véase el art. original en:http://www.isn.ethz.ch/isn/Current-Affairs/Security-Watch/Detail/?id=95963&lng=en
Traducido de: Another deadly mexican syndicate. George W Grayson, for FPRI
ISN (International Relations and Security Network)
véase el art. original en:http://www.isn.ethz.ch/isn/Current-Affairs/Security-Watch/Detail/?id=95963&lng=en