28 julio 2009

México: La Familia (II)

Un conflicto que se expande

La Familia ha corrompido o intimidado al personal policial y de justicia. En agosto de 2008, un distribuidor de drogas en el Valle de Toluca acusó a José Manzur Ocaña, ex delegado del PGR en el estado, de darle protección a Los Zetas y La Familia. A pesar de que lo pusieron en un programa de protección a testigos, el informante fue una de las personas ejecutadas en el baño de sangre de La Marquesa, del que se habla más adelante.

A principios de noviembre de 2008, cien policías locales de Chalco, en las afueras de la Ciudad de México, exigieron la renuncia de su jefe, Carlos Adulfo Palafox, a quien acusaban de tener vínculos con La Familia. El Fiscal General del Estado de México, Alberto Bazbaz, también mencionó a Jesús García Carrasco, comandante de la Policía Judicial del estado, como un posible colaborador, después de que se informara que habría recibido 70.000 pesos por mes para proveerle información a La Familia.

Los rivales de La Familia contraatacaron. En agosto de 2008, tres cuerpos, con grotescas marcas de torturas, y con sus manos y pies atados, aparecieron en San Pablito, en el municipio de Tultepec. El mensaje-narco en la escena decía: “Todos los de la Familia michoacana morirán, pero dejo [estos cuerpos] para que me crean”. En septiembre de 2008, los enemigos le dispararon dieciocho balas a José Luis “El Jaguar” Carranza Galván, a quien el PGR identificó como el principal operador de La Familia.

La Familia no consiguió que toda la policía se rindiera. Después de que agentes pusieran bajo custodia a Miguel “El Rey” Carvajal en el Valle de Bravo en enero de 2008, recibieron por teléfono una amenaza de muerte si “tocaban” a su prisionero. En la misma línea, El Rey le dijo a la policía: “No me golpeen, porque vengo en son de paz; mis jefes ahora están conversando con sus comandantes, para llegar a un acuerdo”. A pesar de esta bravuconada, el extorsionador y sicario de La Familia siguió tras las rejas.

En septiembre de 2008, en el municipio de Nicolás Romero las autoridades capturaron a Lázaro “El Indio” Bustos Abarca Nicolás Romero, quien lideraba una banda de veinte secuestradores vinculados con La Familia. Diez días más tarde, el PGR informó el asesinato de veinticuatro personas en el parque de La Marquesa, en el Estado de México. Los oficiales plantearon la hipótesis de que los homicidios se habían producido a raíz de un conflicto entre La Familia y los hermanos Beltrán Leyva por el control de Huixquilucan, un sitio estratégico para los cargamentos de drogas. A mediados de noviembre, la policía federal puso bajo custodia a Pedro Jaime Chávez Rosales, ex director de seguridad pública de la municipalidad, a quien se consideraba involucrado en múltiples ejecuciones. En la Ciudad de México, el 31 de julio de 2008, se encontró un cuerpo en la cajuela de un Chevrolet Corsa estacionado en el distrito municipal de Coyoacán, al sur de la capital. Una nota junto al cuerpo decía: “Por no pagar. Atentamente, La Familia”.

Los distritos occidentales de Miguel Hidalgo y Cuajimalpa también se han convertido en una zona de lavado de dinero y tránsito de estupefacientes, exaltando aún más un feroz conflicto entre los narcotraficantes colombianos, Los Zetas, y La Familia. Los competidores “despachan” a sus enemigos con armas de muy alto poder: decapitaciones y asfixias con bolsas de plástico. Cerca de tres cadáveres encontrados en septiembre de 2008, un mensaje decía “Yo fui víctima de un secuestro por parte de quienes se llaman La Familia michoacana; por lo tanto, estoy haciendo justicia por mi mano propia”.

Ataque con granadas en Morelia

El PGR al principio acusó a La Familia de llevar a cabo el ataque con granadas el 15 de septiembre de 2008 en la plaza Melchor Ocampo, en Morelia. Las autoridades sugerían la teoría de que la banda fanática buscaba atraer a una gran cantidad de policías federales y al ejército hacia el estado, para evitar así que Los Zetas consolidaran sus rutas de narcotráfico.

En respuesta a estas acusaciones, la organización inmediatamente aceleró su aparato de relaciones públicas. Envió un mensaje de texto a los periodistas y residentes locales negando su participación en la tragedia, echándole la culpa a Los Zetas, que a su vez respondieron con sus propios comunicados en forma de pancartas desplegadas en sitios prominentes en Puebla, Reynosa, Cancún, Oaxaca y Nuevo Laredo. Ofrecía cinco millones de dólares, euros, u otra moneda, para cualquiera que ayudara a capturar a miembros de La Familia, que según ellos eran quienes producían el caos: “El cartel del Golfo condena enérgicamente el ataque del 15 de septiembre contra el pueblo mexicano. Ofrecemos nuestra ayuda para el arresto de los líderes que se llaman a sí mismos La Familia”. Las pancartas de los narcos mencionaban específicamente a jefes como Moreno González, Jesús “El Chango” Méndez Vargas, y Enrique “El Kiki” Tlacaltepetl.

La organización del Golfo siguió este desafío colocando una caja roja con hielo en el centro de Lázaro Cárdenas. La cabeza de uno de los miembros de sus acérrimos enemigos yacía en el centro del contenedor, y un cartel verde proclamaba: “Saludos Chayo, Rogaciano y Changa [referencias a líderes de La Familia]. Esto es por el grupo de maricas que apoyan a los terroristas de La Familia; nosotros no matamos gente inocente; matamos a terroristas como este… Nosotros no secuestramos, y tampoco queremos trabajar con ustedes, ni tener contactos con ustedes ni con aquellos en los que confían… Gracias a los que nos apoyan. Atentamente, el Cartel del Golfo 100 por ciento”.

Periodistas de la revista Proceso informaron que la policía había recibido un anónimo que indicaba el paradero de los presuntos autores de los actos de violencia. Tras reunirse con miembros de La Familia cerca del cuartel de seguridad de Cuitzeo, las autoridades arrestaron a tres Zetas por la tragedia: los capturaron, les vendaron los ojos y los esposaron. Miembros de La Familia en las prisiones declararon que habían sido sometidos a torturas físicas y psicológicas. En palabras de una hermana y esposa:

“Le preguntaron por qué había arrojado las granados, lo cual negó. Más tarde le ataron sus manos con cintas de embalar y lo golpearon con tablas de madera. Nos dijo que más tarde lo arrastraron hacia un río y lo dejaron allí toda la noche. También dice que lo tenían con los brazos arriba todo el día, siempre con los ojos vendados”.

El periódico Milenio informó también la aparición de La Familia en Guanajuato, donde emula a la mafia italiana controlando los pequeños puestos que venden cocaína y marihuana a las personas. Cuando un distribuidor local se negaba a cooperar, lo asesinaban. En el pasado, Juan José “El Azul” (llamado así por el color azulado de su piel) Esparragoza Moreno, aliado de El Chapo, controlaba Guanajuato. En una negociación entro los “capos”, El Azul le cedió la plaza a La Familia, evitando así una confrontación violenta. La dominación de Guanajuato le ayuda a La Familia a impedirles a sus rivales el acceso a Michoacán.

Organización y recursos



El periodista Richard Ravelo asegura que los 4000 miembros de La Familia nacieron y se criaron en Michoacán, que ganan entre 1.500 y 2.000 dólares por mes, y que están muy bien conectados con funcionarios locales y del estado. Según se informa, asisten a la iglesia regularmente, llevan Biblias, y distribuyen el Libro de Dios en oficinas gubernamentales. Dicen que cuentan con un gran apoyo local porque les dan asistencia a los campesinos, construyen escuelas, donan libros, evitan la venta de vino adulterado, y emplean “estrategias extremadamente fuertes” para poner orden en Tierra Caliente. De esta forma, ofrecen un contraste con el Cartel del Milenio, que ha reclutado a personas ajenas llamadas “Antizetas”.

Ellos consiguen recursos vendiendo protección a los comerciantes, vendedores ambulantes de contrabando, hoteles, bandas locales, y vendedores de droga a pequeña escala. En lugar de hablar en términos de extorsión, La Familia sostiene que “protege” a sus clientes. Los miembros de la organización llevan uniformes, armas, y conducen vehículos parecidos a los del FBI. Esto les permite una mayor libertad de movimiento en los alrededores de las áreas de su interés. Pero sin embargo, los líderes del grupo se han vuelto tan descarados que han diseñado sus propios trajes para marcar su identidad y distinguirse de sus adversarios.

Los informes señalan una fragmentación en La Familia, cuyo grupo dirigente –conocido como “Los Sierras”- domina Tierra Caliente. Estas facciones incluyen: “Los Históricos”, que tienen vínculos con Los Zetas; “Los Extorsionistas”, conformado por empresarios y productores que se concentran en obtener dinero de cualquier persona, desde cirujanos hasta alcaldes; “Los Cobradores de Deudas”, aliados con los carteles del Milenio y de Sinaloa, y dedicados al tráfico de metanfetaminas; y un grupo sin nombre que se concentra en la venta de películas y DvDs piratas.

Los actuales líderes de La Familia, Moreno González y Méndez Vargas, fanáticos portadores de Biblias, pueden tener vínculos directos o indirectos con los devotos del movimiento Nueva Jerusalén. Dionisio “El Tío” Loya Plancarte, que alguna vez fue un Zeta, ahora se presenta a sí mismo como el portavoz de la organización.

El michoacano de 53 años que maneja la prensa y las relaciones públicas de La Familia afirma que a través de los secuestros y las ejecuciones el cartel asegura “un clima pacífico para los ciudadanos respetuosos de la ley”. Además, cita como los principales blancos de la organización a “El Chapo Guzmán y los hermanos Beltrán Leyva, porque son ellos los responsables de la adicción a las metanfetaminas en las comunidades de Michoacán”.

En octubre de 2008, las autoridades arrestaron a Wenceslao Álvarez Álvarez, un aliado de La Familia que dirigía una operación internacional en Nueva Italia, un municipio de Michoacán donde, irónicamente, en noviembre de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas estableció la primera granja comunitaria, prometiendo convertirla en un modelo de progreso para toda la nación. Al igual que muchos otros productores de Tierra Caliente, Álvarez Álvarez producía aguacates. Él dice que se pasó al narcotráfico para vengarse por el secuestro y asesinato de su padre (1999) por parte de una banda local criminal, Los Arcila. Liderados por Jorge Álvarez Arcila, un granjero local, y Daniel Farías, ex director de la prisión de Patzcuaro, estas bandas gozaban de gran impunidad, así que llevaron a cabo muchos secuestros en Tierra Caliente entre 1996 y 2000.

La red de cocaína de Álvarez Álvarez supuestamente se extendía desde Colombia, pasando por Guatemala y México, hasta Atlanta y otras ciudades estadounidenses. La DEA (Agencia Antidrogas estadounidense) lo identificó como teniente de Miguel “El L-40” Treviño Morales, una figura de alto nivel entre Los Zetas. Álvarez Álvarez dijo que los cargos en su contra eran “falsos”, insistiendo en que solamente era productor de tomates, pimientos, mangos, y otros cultivos en tierras rentadas por toda su familia. Además de sus explotaciones ilegales, también tiene sus intereses en “Los Mapaches” de Nueva Italia, un equipo de fútbol de segunda división que compró por 1 millón de pesos.

Conclusión

El grupo conocido como La Familia tiene varias similitudes con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), una amalgama entre vigilantes de derecha, milicias rurales de autodefensa, ex policías y ex militares, quienes se oponen a todos aquellos que consideran que apoyan a las guerrillas pertenecientes a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El “fervor” religioso de La Familia se manifiesta en la preferencia por las ejecuciones antes que las negociaciones. Tan fuerte es la organización, que ha obtenido una cabecera de playa en Michoacán, eclipsó a Los Zetas en el estado de México, cruzó espadas con los despiadados hermanos Beltrán Leyva en el estado de México, y desbancó una facción del cartel de Sinaloa en Guanajuato. La Familia es extremadamente volátil, por sus diversos componentes y su fanatismo sanguinario.

Los despiadados grupos de México, fuertemente armados, están llevando a cabo cada vez más operaciones al norte del Río Grande. Ignorada por Washington durante muchísimo tiempo, esta amenaza de los carteles mexicanos –y sus proveedores andinos- tiene que convertirse en una prioridad para la administración Obama.-
* Referencia: México: La Familia (primera parte):
http://sara-terrorismointernacional.blogspot.com/2009/07/mexico-la-familia.html

Traducido de: Another deadly mexican syndicate. George W Grayson, for FPRI
ISN (International Relations and Security Network)
véase el art. original en:
http://www.isn.ethz.ch/isn/Current-Affairs/Security-Watch/Detail/?id=95963&lng=en

14 julio 2009

México: La Familia


El número de víctimas mortales relacionadas con el narcotráfico en México se ha duplicado (y aún más) el año pasado, llendo de 2.275 en el año 2007 hasta 5.207 en el 2008. Un contribuyente cada vez más importante para este terrible caos es la tenebrosa Familia Michoacana, o “La Familia”. Su centro de operaciones es el estado de Michoacán, en la costa del Pacífico, hogar de rutas de tráfico y sofisticadas fábricas productoras de metanfetaminas. También está el puerto Lázaro Cárdenas, un “ábrete sésamo” para la importación de drogas.

Aunque se organizó ya hace varios años, La Familia salió a la luz pública el 6 de septiembre de 2006, cuando veinte delincuentes enmascarados irrumpieron en un club nocturno llamado Sol y Sombra, en Uruapán, Michoacán: dispararon tiros al aire, corrieron hasta el segundo piso, y desde allí arrojaron cinco cabezas humanas hacia la pista de baile. Tras de sí dejaron un mensaje escrito en un cartón: “La familia no mata por dinero. No asesina a mujeres. No mata a personas inocentes, sólo a aquellos que merecen morir. Sepan que esto es justicia divina”.

El dueño del club nocturno, Carlos Álvarez, muy nervioso, justificó a los asaltantes. “Estos hombres no vinieron a lastimar a nadie, ellos trabajan contra la gente mala, aquellos hombres cuyas cabezas cortaron eran como alimañas”, según informó National Public Radio.

Víctor Alejandro, propietario de una pequeña tienda en la carretera, frente al salón de baile, dice que tiene miedo de ser visto hablando con un extraño. “Hay informantes por todas partes”, afirma.

El día anterior, los asesinos habían capturado a sus víctimas en una tienda de mecánicos; les cortaron la cabeza con cuchillos bowie, mientras los hombres se retorcían de dolor. “Nadie hace algo así, a menos que se quiera dejar un mensaje enorme”, dijo un oficial de justicia norteamericano.

Un mensaje similar apareció al pie de una cruz negra en Apatzingan, en el corazón de Tierra Caliente, que abarca 32 municipios en la intersección de Michoacán, Guerrero y el Estado de México. En esta zona altamente productiva, La Familia, Los Zetas (paramilitares vinculados con el poderoso Cartel del Golfo, con base en Tamaulipas), y el Cartel del Milenio local, de la familia Valencia, se enfrentaron en una sangrienta guerra por el control de las zonas de cultivo y las rutas de tráfico.

Además, Michoacán encuentra a varias organizaciones criminales luchando por la cocaína y los precursores químicos para la fabricación de metanfetaminas, que llegan a través del puerto Lázaro Cárdenas, el puerto más grande del estado, o también por otros puntos de entrada cercanos. Este fue el portón de acceso para que el multimillonario chino-mexicano Zhenli Ye Gon, quien ahora está bajo arresto en los Estados Unidos, importara químicos para la producción de metanfetaminas en super laboratorios en todo el estado. La importancia del puerto Lázaro Cárdenas yace en su ubicación estratégica: la mitad de la población de México vive dentro de los casi 300 kilómetros de esta ciudad costera.

ORIGENES

Varias corrientes se han incorporado en esta heterogénea organización, que surgió en el año 2004 con la “misión” declarada de erradicar el tráfico de metanfetaminas, o “hielo”, y otros narcóticos, además de los secuestros, la extorsión, el asesinato por encargo, los asaltos en las carreteras, y los robos, de acuerdo a uno de sus fundadores, Nazario Moreno González, “El Chayo” o “El Más Loco”. La Familia puede haberse iniciado como vigilantes determinados a impedir la fabricación y el transporte de metanfetaminas (“meth”) por parte del Cartel del Milenio, con base en Michoacán, un fiel aliado del Joaquín “El Chapo” o “El Tío” Guzmán Loera y su Cartel de Sinaloa, el principal competidor de sus homólogos del Golfo.

También está la posibilidad de que hayan salido a la luz para impedir que Los Zetas entraran en su jurisdicción (alguacilazgo). Carlos Rosales Mendoza, un narco-criminal, antiguo miembro del Cartel del Milenio local, cambió su lealtad hacia el Cartel del Golfo. En respuesta al pedido de su nuevo aliado, el jefe del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, envió a Los Zetas liderados por Efraín Teodoro Torres (o “Zeta 14”) y Gustavo “El Erótico” González Castro, para ayudar a Rosales Mendoza a proteger su plaza en La Unión, un municipio en Guerrero, cerca de Petacalco y Lázaro Cárdenas en la costa del Pacífico.

Otro cómplice del Cartel del Golfo era Carlos Pinto Rodríguez, natural de Huerta de Gámbara, en Tierra Caliente. Pinto Rodríguez se volvió mucho más violento tras la muerte de su hijo en una balacera. Después de que Rosales Mendoza participara en un infructuoso intento de liberar a Cárdenas Guillén de la prisión de alta seguridad de La Palma, el ejército lo capturó en su atractiva residencia en la Colonia Lomas de Santa María, Morelia, el 24 de octubre de 2004. EsMas y Reforma informaron que Rosales Mendoza les ofreció un jugoso soborno si sus captores lo liberaban.

En reacción a la incursión de Los Zetas, Juan José “El Abuelo” Farías, dirigente de la guardia rural local, un ejército uniformado auxiliar mexicano vinculado con la 43 Zona Militar en Apatzinga tomó la ofensiva. Trató de expulsar a los intrusos de su región, como si fuera un agente de la Resistencia Francesa luchando contra los Nazis. Mientras tanto, él mismo estaba sospechado de ser un importante narcotraficante de la región. Se pensaba que había trabajado con Rubén Oseguera Cervantes, también llamado Nemesio, quien a su vez es el primo de Abigail y José Mendoza Valencia, parientes de Armando Valencia Cornelio, jefe del Cartel del Milenio hasta su encarcelamiento en La Palma.

En represalia por la oposición de Farías, Los Zetas decapitaron al fabricante de quesos Raúl Farías Alejandres, pariente del Abuelo, el 4 de septiembre de 2006. Una nota dejada cerca del cuerpo advertía: “Uno por uno ustedes caerán. Saludos. La Familia les envía sus saludos”. Siguieron cuatro decapitaciones más.

El Abuelo, un intrépido luchador Zeta, propietario de restaurantes, hoteles, y huertos, ha desaparecido, tal vez porque el la Oficina del Fiscal General (PGR) está investigando sus posibles conecciones con Ye Gon. Tanto él como sus seguidores están aliados con los Valencias y el Cartel de Sinaloa.

En el año 2007, Uriel Farías Álvarez, hermano del Abuelo y hombre fuerte del PRI, obtuvo una aplastante victoria por la alcaidía de Tepalcatepec, que, junto con Aguililla, Apatzingan y Buenavista Tomatlán, se encuentra en un corredor que conecta Tierra Caliente con Jalisco. Se ríe de la idea de que él o sus familiares tengan vínculos con el submundo: “Mi hermano sólo mantenía la mirada en las órdenes del Ejército. Y como resultado, se dijo que era un narco”.

CÓMO DESCRIBE SUS OBJETIVOS LA FAMILIA

Cartas hechas a mano, mal escritas, enigmáticas, aparecieron junto a las cabezas cortadas en Uruapán como parte de su intensa campaña propagandística destinada a intimidar a los enemigos, aterrorizar a la población local, e inhibir la acción del gobierno. Al igual que Los Zetas, La Familia difunde noticias de sus obras a nivel nacional a través de los medios de comunicación convencionales, pero también utiliza videos por internet y pancartas dispuestas escrupulosamente.

Pisándoles los talones a la atrocidad de Uruapán, La Familia publicó un anuncio a página completa en los periódicos proclamando ser combatientes del crimen. El Sol de Morelia y La Voz de Michoacán publicaron dicho manifiesto. Al margen de tales expresiones de virtuosismo cívico, 18 de 32 oficiales de policía en el área de Tepalcatepec renunciaron tras haber recibido amenazas de muerte provenientes de La Familia, mientras que los periódicos locales ejercían la autocensura con respecto a esta siniestra banda.

El 18 de agosto de 2006, la organización decapitó a Jesús Rodríguez Valencia, miembro del Cartel del Milenio, colocando el siguiente mensaje cerca de su cadáver: “Todo lo que sube cae por su propio peso, podrías estar así, te saluda La Familia”. Tres meses más tarde, la policía descubrió dos cuerpos en la autopista Zamora-La Barca, junto a los que había una nota que decía: “Para aquellos que venden cristal. Esto es justicia divina. Atentamente, La Familia”. “Justicia Divina. No a los fabricantes de meth, La Familia” rezaba el texto de una nota dejada junto a un cadáver encontrado en la autopista Jacona-Los Reyes. El mensaje apareció en una tarjeta verde, reflejando el color que La Familia usa en sus emblemas, rótulos y comunicados.

En total, las autoridades les atribuyen 17 decapitaciones solamente en el año 2006. Entre el asesinato de Rodríguez Valencia en agosto de 2006 y el 31 de diciembre de 2008, La Familia mató a muchísimas personas, tal vez cientos. Hubo 233 ejecuciones en Michoacán, y la mayoría de sus víctimas pertenecían a una u otra banda criminal.

Lo que podría haber comenzado como un pequeño grupo de hombres armados para proteger a sus hijos de las metanfetaminas, se ha convertido en uno de las organizaciones criminales más importantes, que justamente está tan bien armada y organizada como cualquiera de las organizaciones narcotraficantes de más alto rango en México.

La Oficina del Fiscal General afirma que los elementos de la organización no sólo venden narcóticos en la mayoría de los municipios de su estado original, sino que también buscan dominar la ruta de distribución hacia la frontera con Estados Unidos, que serpentea a través del territorio que tradicionalmente estaba en manos del Cartel de Sinaloa. Para eso, han establecido refugios para sus traficantes en puntos estratégicos a lo largo de la ruta hacia el norte. Si bien se origina en Michoacán, La Familia ha extendido sus actividades hasta el Estado de México, donde controla o ha llevado a cabo operaciones en varios municipios.


(Continuará)

Traducido de: Another deadly Mexican syndicate. By George W Grayson, for FPRI.
ISN (International Relations and Security Network)
véase el art. original en:
http://www.isn.ethz.ch/isn/Current-Affairs/Security-Watch/Detail/?id=95963&lng=en

01 julio 2009

Las Mujeres en las Fuerzas Militares y de Seguridad



Mientras la cantidad de mujeres disminuye en los ejércitos y las fuerzas de paz, hay una creciente atención en las cuestiones de género y sexualidad en los estudios sobre relaciones internacionales y seguridad, escribe Jody Ray Bennett, de ISN Security Watch.


Foto: Un miembro femenino del batallón etíope de la Misión de las Naciones Unidas en Liberia (UNMIL) se une a los observadores militares en un desfile para recibir las medallas en reconocimiento de su contribución a la misión.
A lo largo de los últimos cinco años, los asuntos militares se han convertido cada vez más en un espacio único de análisis para los téoricos de las relaciones internacionales, los economistas políticos, sociólogos, antropólogos, y, más recientemente, especialistas en estudios de género y sexualidad.

El enfoque de los estados-naciones sobre la monopolización y movilización de las fuerzas ha sido analizado desde muchas perspectivas en el mundo académico, es difícil encontrar una disciplina que ya no haya intentado penetrar en el ámbito de la guerra militarizada o algún aspecto de la fuerza o la violencia organizada.

Tal es el caso de dos focos relativamente nuevos de las ciencias sociales y, lo que es más importante, de las relaciones internacionales (RI). En concreto, abarcan el fenómeno de las compañías privadas militares y de seguridad (CPMS) y los estudios de género y el análisis dentro de los asuntos internacionales, siendo esta última una cuestión situada más a menudo en las relaciones internacionales (RI) como un tema de derechos humanos internacionales.

Hasta ahora, lo poco que existía sobre análisis de género en estudios de seguridad se enfocaba principalmente en las culturas masculinas dentro de instituciones dominadas en gran parte por los hombres, como las fuezas policíacas y militares.

Sin embargo, este análisis ha logrado trascender no solo en el ámbito del mantenimiento de la paz internacional, sino también en la industria de las CPMS, dos áreas que durante muchísimo tiempo han sido inmunes al examen de una perspectiva de género y sexualidad.

Si bien algunos especialistas en seguridad se han mostrado más que dispuestos a compartir sus investigaciones, en un giro inesperado, los analistas de género y sexualidad ya habían empezado a concentrarse en la abrumadora ausencia de mujeres en los ejércitos, las fuerzas de paz internacionales y las CPMSs (compañías privadas militares y de seguridad).


El 2 de junio, una atribulada ONU publicó un informe destacando la disminución del personal femenino en las misiones de paz, alegando que las mujeres pacificadoras constituían “sólo el ocho por ciento de la fuerza policial de la ONU y aproximadamente un dos por ciento de los soldados proporcionados por los estados miembros”.


Esto ha hecho que la ONU pase a la ofensiva, publicando un conjunto de herramientas de reformas del sector de seguridad y género (Gender and Security Sector Reform Toolkit), que pretende servir como una “herramienta comprehensiva para fortalecer la respuesta del sector de seguridad ante la violencia contra la mujer y otros crímenes basados en el género”, destacando al mismo tiempo los posibles roles operativos de las mujeres en la ONU y en la industria privada (CPMS).


La teniente Carmen Estrella, asistente especial del asesor militar adjunto de la ONU , explica por qué es esencial el rol de las mujeres en las operaciones de seguridad: “Las mujeres aportan un rostro más suave en las operaciones de mantenimiento de paz de la ONU , uno que no tiene nada que ver con el combate pero sí con el mantenimiento de la paz […] Podemos ayudar a las mujeres de esos países a ver y comprender que tienen una voz y que pueden ser parte del proceso de paz, y esto es lo que la ONU está intentando promover”.

Pero junto con la disminución de la población femenina como reclutas, con una industria militar y de seguridad privada en expansión, los especialistas en seguridad están empezando a considerar si es que, y cómo, estas compañías podrían llenar este vacío. Aquí es donde entra en juego el rol de las CPMS, no solo como actor que podría ser potencialmente efectivo en las futuras misiones de paz, sino como un mecanismo que tiene el potencial de “mejorar enormemente la efectividad operativa a través del sector [militar y de seguridad privado] y configurar positivamente su desarrollo futuro”.

Los especialistas del sector de reforma de la seguridad (SRS) ya están intentando incorporar cuestiones de género y sexualidad dentro de las recomendaciones políticas a la industria de las CPMS, reconociendo que, al igual que las fuerzas policíacas y militares, las CPMS a menudo contienen “subculturas machistas que no proporcionan un entorno hospitalario para las mujeres”.

Los argumentos del lado del SRS son multifacéticos. Por un lado, el argumento es político: las compañías privadas militares y de seguridad deberían contratar más mujeres para legitimar aún más una industria que ya se ha visto empañada en casi todos sus niveles. Este argumento fue declarado después de que varios informes sacaran a la luz numerosos abusos contra compañeras mujeres que formaban parte del personal (militar y contratado), abusos que se habían institucionalizado socialmente entre los contratistas, casi sin ninguna amonestación o castigo para los ofensores (abusadores).

El segundo argumento es funcional. Los especialistas del SRS sostienen que en algunos casos, el rol operativo de las mujeres puede ser más ventajoso que el de los hombres en varios contextos. Por ejemplo, un informe del SRS enumera algunas áreas potenciales en donde las mujeres pueden incrementar la efectividad operativa de una misión pacificadora:

“La investigación muestra que los hombres y mujeres locales tienden a ver al personal femenino como más accesible y menos amenazador, aún en las sociedades tradicionales; [...] para servir como modelos de un rol positivo para las mujeres locales que están considerando unirse, por ejemplo, a la policía; [...] para encarar un enfoque diferente en la detección de riesgos para la seguridad, mejorando potencialmente la identificación de los tipos específicos de peligro al que están expuestas las mujeres en las sociedades anfitrionas”.

Concluye de modo muy interesante: “En las sociedades tradicionales, como las de Afganistán e Irak, es peligroso para una mujer local ser vista hablando con el personal de seguridad masculino; pero sin embargo, sí podría hablar con una mujer. Por lo tanto, el empleo de un equipo femenino puede asegurar una mejor utilización de los recursos; la extracción/recolección de información podría ser más efectiva, y el análisis de las cuestiones que afectan a las comunidades locales , más preciso”.

Algunos investigadores que se enfocan en las cuestiones de género y sexualidad, advierten que los ejércitos, las fuerzas de paz de la ONU y la industria privada, todos por igual, deben tener cuidado de no manejar las cuestiones sobre mujeres como un programa internacional de “acción afirmativa” basado en el género. Hay que evitar caer en el paradigma de “mujeres que pueden hacer todo lo que los hombres hacen”.

“Esto no es solamente algo que las mujeres ya han demostrado, sino que ha sido sobre-enfatizado por el sistema de géneros, hasta el punto que en las situaciones militares, si se convierte en el foco, podría ser instigador de violencia y/o inseguridad (es decir, se lo acusa de un desplazamiento agresivo de la ira visto en situaciones de rehenes, o de desquitarse con las víctimas, en un intento de justificar la dominación masculina o del estado)” (Gail M. Zuckerwise, invest. del Graduate Programme of Cultural Analysis, Universiteit van Amsterdam, en declaraciones a ISN Security Watch).


“El rol de la mujer debe enmarcarse como una adición positiva sin enfatizar en los aspectos negativos que `normativamente` se vinculan con la mujer en el ejército”.


Por ahora, la ONU es el mayor perdedor en lo que respecta a la población de mujeres en sus propias fuerzas. Mientras el ejército norteamericano busca programas alternativos de reclutamiento para facilitar su creciente demanda de personal, uno podría esperar que las mujeres seguirán siendo consideradas para varios roles funcionales por parte del Departamento de Defensa. Las compañías de la industria privada posiblemente encararán el tema como lo haría cualquier negocio, y hasta la fecha no hay ningún plan estratégico conocido que reconozca el rol de la mujer en la fuerza de operaciones, o un reconocimiento oficial de las subculturas machistas internas.


Sin embargo, los estudiantes de cuestiones de género y sexualidad seguirán colocando estas cuestiones a la vanguardia de sus propios estudios, que inevitablemente irrumpirán en las preocupaciones más amplias de los estudios de las relaciones internacionales y la seguridad.
Traducido de: The softer side of security. By: Jody Ray Bennett for ISN Security Watch
International Relations and Security Network