FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!!!! Que pasen una noche muy linda, con sus amigos, sus seres queridos, que sean muy felices.
De regalo les dejo un video, que no tiene absolutamente nada que ver con la Navidad. Pero el tema es el siguiente: a que no pueden escuchar esta música sin que se les caiga una lágrima. Una de dos: o es música celestial, o yo estoy demasiado sensible y llorona. Como sea, los dejo con un poquito de mùsica, para descansar un poco de tanto terrorismo y polìtica (creo que nos viene bien a todos).
Hasta luego, Felìz Navidad!!!!!!!
Sí, era Pavarotti cantando Nessum Dorma, aria de la ópera Turandot.
Les presento mis mejores traducciones sobre política internacional, en especial el drama del terrorismo y los conflictos bélicos. Los artículos originales provienen de reconocidas fuentes, como cadenas de noticias y organismos de investigación sobre la materia: Council on Foreign Relations, BBC News, Institute for Counter Terrorism, etc.
23 diciembre 2008
17 diciembre 2008
Piratas, terrorismo y Estados fallidos
Incluso desde el fin de la Guerra Fría, se ha hablado mucho acerca del problema de los Estados fallidos. Ahora estamos viendo algunas de las terribles consecuencias del fracaso estatal en la periferia de la región de Medio Oriente.
En Pakistán, grupos terroristas como los Talibán, Al Qaeda, y Lashkar-e-Taiba se han establecido como un estado dentro del estado. Tienen un dominio virtualmente libre en las zonas tribales de administración federal, y un menor (aunque todavía importante) margen de maniobra en la Frontera Noroeste y otras provincias. Esto les hace muy fácil lanzar ataques como los que mataron a más de 170 personas en Bombay. U otros ataques, como los que costaron la vida de soldados de la OTAN en Afganistán.
En todo el Océano Índico los piratas están aterrorizando a los barcos en tránsito. La Oficina Marítima Internacional informa que este año 92 buques han sido atacados y 36 secuestrados en las costas de Somalia y Yemen. Por lo menos 14 buques todavía siguen secuestrados, y 260 miembros de tripulación están como rehenes. Un barco de pasajeros con más de 1000 personas a bordo apenas evitó convertirse en la última presa de los piratas. Buques que no han sido tan afortunados incluyen un petrolero saudita que llevaba dos millones de barriles de crudo y un carguero ucraniano lleno de tanques y otras armas.
La depredación de los piratas y los terroristas –dos especies de delincuentes internacionales- ha causado mucha angustia y una hasta ahora infructuosa búsqueda de soluciones. La ONU ha autorizado que entren buques de guerra en aguas territoriales de Somalia y que usen “toda la fuerza necesaria” contra los piratas. Varios países, entre ellos Estados Unidos, han enviado sus propias fuerzas para colaborar, pero la cantidad es claramente insuficiente para salvaguardar miles de kilómetros de agua. Los bandidos cada vez más intrépidos están aventurándose más y más lejos de la costa en busca de presas aún más lucrativas.
La respuesta en Pakistán ha sido solamente tan limitada como ineficaz. La India, Estados Unidos, Afganistán y otros países preocupados han pasado años suplicándole a Islamabad que tomara medidas contra los terroristas. Estos ruegos han sido acompañados por ofrecimientos de ayuda y amenazas si la inacción continúa. Esto tampoco ha hecho nada bien. El ejército pakistaní parece poco dispuesto o incapaz (o tal vez las dos cosas) de tomar medidas eficaces contra los poderosos grupos jihadistas que tienen vínculos de larga data con su propio servicio de inteligencia. En la desesperación, Estados Unidos ha recurrido al asesinato de los terroristas, uno por uno, con vehículos aéreos no tripulados. Esta táctica funciona y debería continuar, pero no es más que un apósito en una gran herida abierta.
El problema esencial tanto en Somalia como en Pakistán es el fracaso del gobierno. La pregunta es: ¿qué es lo que pueden hacer, si es que se puede hacer algo, las potencias extranjeras para llevar el imperio de la ley a estas tierras tan problemáticas? En el siglo XIX la respuesta era simple: los imperialistas europeos plantarían sus banderas e impondrían sus leyes a punta de pistola. El territorio que ahora comprende Pakistán no era totalmente pacífico cuando se encontraba bajo el dominio británico. Tampoco lo era la Somalia bajo soberanía británica e italiana. Pero estaban considerablemente mejor que hoy –no sólo desde la perspectiva de los países occidentales, sino también de sus propios ciudadanos.
Podría pensarse que un imperialismo así es simplemente inaceptable hoy en día. Pero esto no es del todo cierto. Ha habido una serie de casos de imperialismo en años recientes (imperialismo en todo sentido, pero sin ese nombre, por supuesto). Bosnia y Kosovo, que todavía son pabellones de la OTAN y la Unión Europea, son ejemplos notables de cuán exitosas pueden ser estas intervenciones en el momento justo.
La verdadera dificultad en emular estos ejemplos no es la falta de legitimidad. Que puede ser conferida por las Naciones Unidas o por alguna otra organización multilateral. Más difícil de superar es la falta de voluntad. Las guerrillas han demostrado ser lamentablemente exitosas en la expulsión o la neutralización de fuerzas de paz internacionales. Piense en las tropas norteamericanas y francesas en Beirut en 1983, o el incidente de la caída del Halcón Negro en Somalia en 1993.
Con demasiada frencuencia, cuando países extranjeros acuerdan enviar tropas, están tan temerosos de las bajas que imponen normas de compromiso que excluyen la acción significativa. Piense en la ineficacia de los pacificadores de la Unión Africana con respecto al genocidio de Darfur, o los pacificadores de la ONU con respecto al genocidio de Ruanda (1994). Incluso la alianza militar más poderosa del mundo no es inmune a estos problemas. La OTAN ha encontrado evidencias de ellos en el intento de que los estados miembros cumplieran con sus obligaciones en Afganistán.
Si la OTAN no hace lo suficiente para ganar la guerra en Afganistán, su mayor prioridad, entonces hay pocas probabilidades de que asigne tropas para patrullar las áreas tribales pakistaníes o la costa de Somalia. Y si los miembros de la OTAN no actúan, ¿quién lo hará?
Esa dificultad plantea ideas cuestionables tales como la que acaba de presentar Robert Kagan (teórico de política exterior): “La comunidad internacional tiene que declarar que partes de Pakistán se han vuelto ingobernables y una amenaza para la seguridad interancional. Hay que establecer una fuerza internacional que trabaje con los pakistaníes para eliminar de raíz los campos terroristas en Cachemira y en las zonas tribales”.
Es una tragedia el hecho de que tales propuestas no tengan la posibilidad de ser hechas realidad hasta que ocurra un drama. Si sufrimos otro 11 de septiembre, o algo peor, y los culpables pueden rastrearse hasta Pakistán, entonces Estados Unidos y sus aliados reunirán los medios para actuar. Pero antes no.
Dada tan triste realidad, tiene sentido pensar en la segunda mejor alternativa. En el caso de los piratas somalíes, soluciones creativas pueden incluir el uso de potencia aérea y naval para atacar las bases desde las que operan, y emplear mercenarios de Blackwater u otros para agregar esfuerzos de protección a los de las marinas del mundo. En Pakistán eso significa continuar con los ataques aéreos y proporcionar asistencia a las milicias tribales que tienen sus propios motivos en contra de los intrusos jihadistas. En ambos lugares, Estados Unidos debería estar haciendo lo que puede, en cooperación con aliados y organizaciones multilaterales, para reforzar a la autoridad central.
Pero no debemos engañarnos al pensar que alguna de estas medidas tiene mucha posibilidad de éxito. Hasta que estemos dispuestos a colocar más espacios ingobernables bajo una administración internacional, vilezas como la piratería y el terrorismo seguirán creciendo.
En Pakistán, grupos terroristas como los Talibán, Al Qaeda, y Lashkar-e-Taiba se han establecido como un estado dentro del estado. Tienen un dominio virtualmente libre en las zonas tribales de administración federal, y un menor (aunque todavía importante) margen de maniobra en la Frontera Noroeste y otras provincias. Esto les hace muy fácil lanzar ataques como los que mataron a más de 170 personas en Bombay. U otros ataques, como los que costaron la vida de soldados de la OTAN en Afganistán.
En todo el Océano Índico los piratas están aterrorizando a los barcos en tránsito. La Oficina Marítima Internacional informa que este año 92 buques han sido atacados y 36 secuestrados en las costas de Somalia y Yemen. Por lo menos 14 buques todavía siguen secuestrados, y 260 miembros de tripulación están como rehenes. Un barco de pasajeros con más de 1000 personas a bordo apenas evitó convertirse en la última presa de los piratas. Buques que no han sido tan afortunados incluyen un petrolero saudita que llevaba dos millones de barriles de crudo y un carguero ucraniano lleno de tanques y otras armas.
La depredación de los piratas y los terroristas –dos especies de delincuentes internacionales- ha causado mucha angustia y una hasta ahora infructuosa búsqueda de soluciones. La ONU ha autorizado que entren buques de guerra en aguas territoriales de Somalia y que usen “toda la fuerza necesaria” contra los piratas. Varios países, entre ellos Estados Unidos, han enviado sus propias fuerzas para colaborar, pero la cantidad es claramente insuficiente para salvaguardar miles de kilómetros de agua. Los bandidos cada vez más intrépidos están aventurándose más y más lejos de la costa en busca de presas aún más lucrativas.
La respuesta en Pakistán ha sido solamente tan limitada como ineficaz. La India, Estados Unidos, Afganistán y otros países preocupados han pasado años suplicándole a Islamabad que tomara medidas contra los terroristas. Estos ruegos han sido acompañados por ofrecimientos de ayuda y amenazas si la inacción continúa. Esto tampoco ha hecho nada bien. El ejército pakistaní parece poco dispuesto o incapaz (o tal vez las dos cosas) de tomar medidas eficaces contra los poderosos grupos jihadistas que tienen vínculos de larga data con su propio servicio de inteligencia. En la desesperación, Estados Unidos ha recurrido al asesinato de los terroristas, uno por uno, con vehículos aéreos no tripulados. Esta táctica funciona y debería continuar, pero no es más que un apósito en una gran herida abierta.
El problema esencial tanto en Somalia como en Pakistán es el fracaso del gobierno. La pregunta es: ¿qué es lo que pueden hacer, si es que se puede hacer algo, las potencias extranjeras para llevar el imperio de la ley a estas tierras tan problemáticas? En el siglo XIX la respuesta era simple: los imperialistas europeos plantarían sus banderas e impondrían sus leyes a punta de pistola. El territorio que ahora comprende Pakistán no era totalmente pacífico cuando se encontraba bajo el dominio británico. Tampoco lo era la Somalia bajo soberanía británica e italiana. Pero estaban considerablemente mejor que hoy –no sólo desde la perspectiva de los países occidentales, sino también de sus propios ciudadanos.
Podría pensarse que un imperialismo así es simplemente inaceptable hoy en día. Pero esto no es del todo cierto. Ha habido una serie de casos de imperialismo en años recientes (imperialismo en todo sentido, pero sin ese nombre, por supuesto). Bosnia y Kosovo, que todavía son pabellones de la OTAN y la Unión Europea, son ejemplos notables de cuán exitosas pueden ser estas intervenciones en el momento justo.
La verdadera dificultad en emular estos ejemplos no es la falta de legitimidad. Que puede ser conferida por las Naciones Unidas o por alguna otra organización multilateral. Más difícil de superar es la falta de voluntad. Las guerrillas han demostrado ser lamentablemente exitosas en la expulsión o la neutralización de fuerzas de paz internacionales. Piense en las tropas norteamericanas y francesas en Beirut en 1983, o el incidente de la caída del Halcón Negro en Somalia en 1993.
Con demasiada frencuencia, cuando países extranjeros acuerdan enviar tropas, están tan temerosos de las bajas que imponen normas de compromiso que excluyen la acción significativa. Piense en la ineficacia de los pacificadores de la Unión Africana con respecto al genocidio de Darfur, o los pacificadores de la ONU con respecto al genocidio de Ruanda (1994). Incluso la alianza militar más poderosa del mundo no es inmune a estos problemas. La OTAN ha encontrado evidencias de ellos en el intento de que los estados miembros cumplieran con sus obligaciones en Afganistán.
Si la OTAN no hace lo suficiente para ganar la guerra en Afganistán, su mayor prioridad, entonces hay pocas probabilidades de que asigne tropas para patrullar las áreas tribales pakistaníes o la costa de Somalia. Y si los miembros de la OTAN no actúan, ¿quién lo hará?
Esa dificultad plantea ideas cuestionables tales como la que acaba de presentar Robert Kagan (teórico de política exterior): “La comunidad internacional tiene que declarar que partes de Pakistán se han vuelto ingobernables y una amenaza para la seguridad interancional. Hay que establecer una fuerza internacional que trabaje con los pakistaníes para eliminar de raíz los campos terroristas en Cachemira y en las zonas tribales”.
Es una tragedia el hecho de que tales propuestas no tengan la posibilidad de ser hechas realidad hasta que ocurra un drama. Si sufrimos otro 11 de septiembre, o algo peor, y los culpables pueden rastrearse hasta Pakistán, entonces Estados Unidos y sus aliados reunirán los medios para actuar. Pero antes no.
Dada tan triste realidad, tiene sentido pensar en la segunda mejor alternativa. En el caso de los piratas somalíes, soluciones creativas pueden incluir el uso de potencia aérea y naval para atacar las bases desde las que operan, y emplear mercenarios de Blackwater u otros para agregar esfuerzos de protección a los de las marinas del mundo. En Pakistán eso significa continuar con los ataques aéreos y proporcionar asistencia a las milicias tribales que tienen sus propios motivos en contra de los intrusos jihadistas. En ambos lugares, Estados Unidos debería estar haciendo lo que puede, en cooperación con aliados y organizaciones multilaterales, para reforzar a la autoridad central.
Pero no debemos engañarnos al pensar que alguna de estas medidas tiene mucha posibilidad de éxito. Hasta que estemos dispuestos a colocar más espacios ingobernables bajo una administración internacional, vilezas como la piratería y el terrorismo seguirán creciendo.
Traducido de: Pirates, Terrorism and Failed States. Max Boot, Jeane J. Kirkpatrick Senior Fellow for National Security Studies. December 8, 2008. Wall Street Journal.
véase el art. original en: http://www.cfr.org/publication/17942/
El secuestro del petrolero saudita
Piratas somalíes capturados (noviembre 2008, después del secuestro del petrolero saudita)
08 diciembre 2008
Los atentados en Bombay: por qué un estilo de guerrillas y no atentados suicidas
Al Qaeda y sus grupos afiliados locales adoptaron como modo de operación el ataque suicida, y lo han utilizado siempre como parte de su repertorio terrorista. De hecho, Al Qaeda se ha convertido en el grupo dominante en el escenario mundial con respecto al terrorismo suicida. Si bien este modus operandi sigue siendo muy difícil de contrarrestar sin una inteligencia preliminar, los perpetradores de los ataques terroristas en Bombay, presuntamente afiliados a Al Qaeda, eligieron una táctica diferente.
Los ataques suicidas como ideología y simbolismo
Una de las principales fuerzas en el fenómeno de la proliferación del terrorismo suicida y su transformación de un fenómeno local a uno internacional, fue el factor ideológico. A nivel ideológico, Al Qaeda introdujo la idea del auto-sacrificio, “Istishhad”, como el supremo compromiso y la manifestación última de la jihad global, su valor organizacional principal, y se convirtió en su propia “marca registrada”. Los grupos radicales islámicos afiliados locales adoptaron el suicidio como la suprema encarnación de la jihad global, y elevaron el martirio del sacrificio personal a la condición de principio de fe. El concepto de “Istishhad” como un deber personal de llevar a cabo la jihad como parte de la guerra, es parte de una filosofía global que ve a la jihad activa contra los enemigos del Islam como un pilar ideológico central y un ideal de organización.
Lashkar-e-Taiba
Las organizaciones terroristas pan-islamistas con base en Pakistán, que están aliadas con Al Qaeda y su Frente Islámico Internacional (IIF), han sido coherentes en la búsqueda de su estrategia a largo plazo dirigida contra la India.
La más virulenta y activa de estas organizaciones es Lashkar-e-Taiba (LET), cuyos cuarteles generales antes solían estar en Muridke, cerca de Lahore, en Pakistán. Es responsable de la mayoría de los ataques suicidas en la India desde que se unió con el IFF de Bin Laden poco después de su formación en 1988. Antes de que se uniera al IFF, no creía en el terrorismo suicida. De acuerdo con Hafiz Muhammad Sa´eed, el Emir del Let,“la jihad se propagaría a través de toda Cachemira. Se esparciría hasta cada pico, cada bosque, y cada ruta”. Como parte de su nueva estrategia, el Lashkar llegó con un nuevo significado para los atacantes suicidas, que llamó Misiones “Ibn Taimiya Fida´i”, en memoria del estudioso islámico árabe medieval que realizó una cruzada en contra de lo que él veía como prácticas anti-islámicas.
El 26 de diciembre de 2001, el gobierno de los Estados Unidos designó al LeT como Organización Terrorista Extranjera. Además, el 12 de enero de 2002, el gobierno pakistaní le prohibió a la organización operar en el país. Después de las prohibiciones de Estados Unidos y Pakistán, el LeT se rebautizó a sí mismo como Jamaat U Da´awa (JUD), en un esfuerzo por evadir las sanciones y continuar las operaciones. De acuerdo al Departamento del Tesoro norteamericano, el JUD, aunque proclama ser una organización humanitaria, todavía mantiene su agenda violenta, como lo expresan sus actividades. Un reciente artículo publicado por la revista JUD, ensalza los ataques suicidas por parte de terroristas en todo el mundo, mencionando las actividades de los Talibán, los insurgentes iraquíes y la Jihad Islámica Palestina. Además, el Departamento del Tesoro sostiene que el JUD utiliza la vasta infraestructura construida por el LeT, que incluye mezquitas, madrasas y oficinas de recaudación en Pakistán utilizadas para recolectar dinero y reclutar nuevos miembros.
El 16 de enero de 2008, el “Comité de Sanción a Al Qaeda y los Talibán”, del Consejo de Seguridad de la ONU, nombró a tres kuwaitíes por proporcionar respaldo a Al Qaeda. Los tres kuwaitíes, Hamid al-Ali, Jaber al-Jalamah, y Mubarak al-Bathali, fueron agregados a la llamada “lista 1267” de la ONU de casi 500 individuos y entidades vinculadas a Al Qaeda y los Talibán. Jaber al-Jalamah proporcionaba asistencia financiera y logística para Al Qaeda en Irak. Según el Departamento del Tesoro norteamericano, esta persona reclutaba “una importante cantidad de hombres” para luchar en la organización, incluyendo potenciales atacantes suicidas, y tenía un contacto directo con Osama Bin Laden.
Mubarak al-Bathali ayudaba a recaudar fondos para una serie de organizaciones terroristas, incluyendo a Al Qaeda, Ansar al-Islam en Irak, y Lashkar-e-Taiba en Pakistán, hablando en mezquitas en Kuwait. De acuerdo con el gobierno australiano, Lashkar-e-Taiba es el ala militar de Markaz-ud-Dawa-war-Irshad (MDI). El LeT también es conocido como Paasban-e-Kashmir y Paasban-i-Ahle-Hadith. Estos datos han sido corroborados por materiales provenientes de investigaciones de inteligencia dentro de las actividades del LeT. El LeT ha estado involucrado en una serie de ataques terroristas, incluyendo ataques suicidas, contra no-musulmanes en Cachemira, fuerzas de seguridad indias e instalaciones del gobierno indio.
El gobierno de la India ha implicado públicamente a la organización terrorista Jaish-e-Mohammed, junto con Lashkar-e-Taiba, por el ataque de diciembre de 2001 al Parlamento Indio que mató a nueve personas e hirió a otras 18. Según fuentes de seguridad india, en los ataques llevados a cabo por el LeT en el Parlamento Indio el 13 de diciembre de 2001 y el ataque al sitio Ram Janambhoomi en el 2005, los atacantes usaban cinturones o chalecos suicidas.
Por qué un estilo de guerrilla y no un atentado suicida
Considerando la estrategia operativa de fondo del Lashkar, el ataque a Bombay demostró el hecho de que esta vez no estamos tratando con la clase de ataque terrorista experimentado cada vez más por la India en los últimos años –una serie de explosiones simultáneas provocadas por organizaciones islámicas radicales con el fin de matar hindúes en masa. Esta vez, vimos una plena ofensiva de estilo de guerra de guerrilla urbana, con claros sellos militares, enfocándose como objetivo en una ciudad considerada el centro económico y turístico de la India. La mezcla de objetivos, así como los informes de que los terroristas musulmanes que irrumpieron en Bombay llegaron desde afuera de la India, por mar, podría señalar el hecho de que la ofensiva fue una operación conjunta iniciada por fuerzas de la Jihad global (Al Qaeda) y grupos musulmanes indios que operan en un contexto religioso y político local.
El ataque en Bombay no fue directamente un ataque suicida, como hemos experimentado en estos últimos años, que lleva el sello de la jihad global y la inspiración de Al Qaeda. Por lo general, los ataques suicidas se caracterizan como “un método operativo en el cual el acto mismo del ataque depende de la muerte del perpetrador, una situación en la que el terrorista está plenamente consciente de que si no se mata a sí mismo, el ataque planeado no se llevará a cabo. No puede completar su misión y salir vivo al mismo tiempo”.
En el ataque en Bombay, es evidente que los perpetradores no operaban como suicidas: estaban actuando con un gran estilo de guerra de guerrilla, a pesar del resultado final en el que los terroristas fueron asesinados después de 62 largas horas de asedio y un combate decidido de puerta a puerta.
A diferencia de ataques anteriores en la India este mismo año, que consistieron en atentados como bombas plantadas de forma anónima, los agresores de Bombay eran espectacularmente confrontativos, estaban también armados con AK47 y granadas de mano, estaban altamente entrenados, determinados, y llevaron a cabo incidentes múltiples y móviles, que lograron un alto número de víctimas antes de que alguien pudiera localizar con exactitud las amenazas y reaccionar de forma efectiva.
Podría esperarse que una organización local afiliada a Al Qaeda, como Lashkar-e-Taiba o Jaish Muhammad (que todavía no se ha establecido) empleara el ataque suicida como una forma de operación más que una campaña de rápida movilización. Como se mencionó antes, Lashkar-e-Taiba ha utilizado los ataques suicidas en el pasado y habría que preguntarse por qué este no fue un ataque suicida.
¿Por qué molestarse en gastar mucho tiempo en preparativos y esfuerzos operacionales en crear un equipo de asalto altamente calificado, cuando habría sido mucho más fácil y simple enviar un grupo de atacantes suicidas que se habrían detonado a sí mismos en lugares muy concurridos logrando el mismo impacto y los mismos resultados? ¿El reciente atentado es una manifestación de una nueva tendencia que pasa de los ataques suicidas tradicionales a una nueva forma de operación? ¿Fue un caso aislado no representativo o una señal de una nueva tendencia con relación a la futura naturaleza de las organizaciones terroristas islámicas afiliadas a Al Qaeda?
Ya se están escuchando voces críticas con respecto a los operativos militares de la India, la guardia costera y la respuesta de la policía ante el ataque, señalando y criticando la lentitud y la insuficiencia de la respuesta, la completa incapacidad e incompetencia del aparato de seguridad indio, las alertas de inteligencia que fueron dadas al gobierno estatal, y que también fueron transmitidas a los servicios de seguridad de los hoteles, pero fueron ignoradas o no traducidas en medidas de seguridad… la realidad es que hubo un amplio fallo estructural en Bombay.
Obviamente, el ataque a Bombay, sacó a la superficie las críticas internas del público y las voces de respetables expertos indios contra el terrorismo llamando urgentemente a una reestructuración organizacional interna dentro de los organismos contraterroristas del gobierno indio como la Oficina de Inteligencia, el Ala de Investigación y Análisis (R&AW), el ejército, la policía del estado, la guardia costera, y los aparatos de inteligencia.
Una de las sugerencias es crear y desarrollar organismos conjuntos de coordinación para asegurar la acción operativa conjunta en todos los aspectos relacionados con el terrorismo. Cada organismo es igual y participa en forma conjunta y responsable del proceso entero de contra-terrorismo, desde la recolección hasta la acción sobre la inteligencia recogida. Si hubiera existido un sistema de este tipo, los avisos emitidos por ellos sobre la posibilidad de un ataque de Lashkar-e-Taiba por mar a Bombay (que no fueron escuchados por la policía de Bombay) la inacción no habría tenido lugar, porque el IB y la R&AW habrían sido tan responsables por las acciones subsiguientes como la Policía de Bombay.
Sin embargo, para todos nosotros fuera de la India, como observadores externos, sería prematuro en esta etapa hacer conclusiones estratégicas y operativas, y no hay necesidad de entrar en especulaciones o teorías; debemos esperar con paciencia para conseguir respuestas a través de las rigurosas investigaciones llevadas a cabo por las autoridades indias y otros gobiernos alrededor del mundo por medio de sus agencias de inteligencia y de aplicación de leyes. Las reacciones de histeria masiva, y la retórica repetida por expertos contra el terrorismo describiendo al ataque de Bombay como el “escenario del juicio final” son prematuras, contraproducentes e innecesarias en este momento. La cuestión estratégica dentro del análisis deberá proporcionar respuestas sobre cuál fue la “raison d´etre” y la intención estratégica de la organización terrorista que inició y perpetró el ataque a Bombay, ¿fue una manifestación de una nueva tendencia de modus operandi de la jihad global o un evento aislado?
Traducido de: The Mumbai Attacks – Why Guerilla-Style and not Suicide Bombing?
Jonathan Fighel. En: ICT (International Institute for Counter-Terrorism)
Jonathan Fighel. En: ICT (International Institute for Counter-Terrorism)
véase el art. original en: http://www.ict.org.il/Articles/tabid/66/Articlsid/539/currentpage/1/Default.aspx
03 diciembre 2008
Terrorismo en la India
La India ha sufrido por mucho tiempo la violencia de los ataques extremistas basados en movimientos separatistas y secesionistas, al igual que en desacuerdos ideológicos. En particular se considera que la disputa territorial sobre Cachemira (región en disputa entre la India y Pakistán) ha multiplicado los ataques terroristas a gran escala, como por ejemplo los atentados en un conmutador de trenes de Bombay en julio de 2006, y una mortífera explosión en la línea de ferrocarriles entre la India y Pakistán en febrero de 2007. La violencia relacionada con Cachemira plantea la preocupación internacional acerca de una posible vinculación en cadena de militarización islamista transnacional.
El ataque terrorista a un hotel del distrito de Bombay el 26 de noviembre, adjudicado por un grupo desconocido llamado los “Mujahideen del Decán”, parece confirmar un inquietante giro de los acontecimientos a nivel nacional. Recientemente, un grupo autodenominado Mujahideen de la India se sumó a la lista de organizaciones terroristas, adjudicándose la responsabilidad por una serie de atentados en noviembre de 2007 en el estado de Uttar Pradesh, y los ataques de 2008 en las ciudades indias de Nueva Delhi, Jaipur y Ahmedabad. Sus relaciones con el nuevo grupo Mujahideen del Decán no están claras.
Por otra parte, la India enfrenta otra amenaza extremista: una insurgencia maoísta de revolucionarios llamados “Naxalitas” ha emergido a lo largo de una amplia franja del centro de la India –llamado el “corredor rojo”- cobrándose una creciente cantidad de víctimas.
El ataque terrorista a un hotel del distrito de Bombay el 26 de noviembre, adjudicado por un grupo desconocido llamado los “Mujahideen del Decán”, parece confirmar un inquietante giro de los acontecimientos a nivel nacional. Recientemente, un grupo autodenominado Mujahideen de la India se sumó a la lista de organizaciones terroristas, adjudicándose la responsabilidad por una serie de atentados en noviembre de 2007 en el estado de Uttar Pradesh, y los ataques de 2008 en las ciudades indias de Nueva Delhi, Jaipur y Ahmedabad. Sus relaciones con el nuevo grupo Mujahideen del Decán no están claras.
Por otra parte, la India enfrenta otra amenaza extremista: una insurgencia maoísta de revolucionarios llamados “Naxalitas” ha emergido a lo largo de una amplia franja del centro de la India –llamado el “corredor rojo”- cobrándose una creciente cantidad de víctimas.
¿La India enfrenta una grave amenaza de grupos extremistas?
Los expertos dicen que sí. La cantidad exacta de grupos que orquestan los atentados en la India es difícil de precisar debido a la fragmentación de los movimientos, pero el país enfrenta una posible violencia perpetrada por docenas de grupos extremistas. Más de 2750 personas en toda la India han muerto a raíz de la violencia relacionada con el terrorismo en el año 2006 (1).
¿Por qué la India enfrenta un violento extremismo?
Desde principios de su historia post-colonial, la India ha experimentado violencia relacionada con movimientos separatistas e insurgentes, desde la disputa territorial sobre Cachemira, pasando por el movimiento separatista Sikh en el Punjab, hasta un movimiento secesionista en el estado nororiental de Assam.
Esta nación es la democracia más grande del mundo; con aproximadamente mil millones de habitantes, tiene una gran cantidad de minorías étnicas y religiosas (2) que están sometidas a una subordinación económica, y que frecuentemente buscan concesiones territoriales.
Conflictos inter-étnicos han golpeado a la India en sus niveles más altos. En la India los magnicidios son una constante. Mahatma Gandhi fue asesinado por un hinduista acérrimo, un año después de haber conseguido la independencia del país, por haber permitido la partición de Pakistán. A Indira Gandhi la asesinaron en 1984, miembros sikhs de su cuerpo de guardaespaldas, a raíz de la represión en el Templo Dorado de Amritsar, un santuario donde los sikhs estaban intentando la separación del Punjab (buscaban crear el estado independiente de Khalistán). Finalmente, a Rajiv Gandhi lo mató una mujer suicida en la ciudad sureña de Sriperumbudur. En este caso, Rajiv, nieto de Nehru, había abandonado a los Tigres de Tamil Eelam, una guerrilla hinduista que luchaba contra el ejército de Sri Lanka para convertir a la península de Jaffna en un estado independiente o por lo menos en una provincia de la India.
Los diferentes grupos étnicos y religiosos, o las clases sociales, frecuentemente actúan como nacionalidades individuales que provocan la movilización en apoyo a una causa. Si los reclamos no son atendidos, estos movimientos se convierten en extremismos.
Los naxalitas
Los naxalitas son extremistas de izquierda que toman su nombre de Naxalbari, un poblado del estado de Bengala Occidental donde originaron un levantamiento por primera vez en 1967. Los grandes esfuerzos contrainsurgentes de la India en la década del setenta casi aniquila a este grupo, dejándolo fragmentado en pequeñas facciones, incluyendo Guerra Popular y Centro Comunista Maoísta. En 2004, estos dos grupos se aliaron para formar el Partido Comunista de la India (Maoista). El grupo, constituido ahora por una coalición de facciones, desafía al poder del Estado con violencia para respaldar su objetivo declarado de ayudar a los pobres sin tierra, al pueblo tribal, y a las castas inferiores.
El problema de raíz en la zona de los naxalitas es la pobreza y la desigual distribución de los recursos. El problema principal es la distribución, porque los fondos están.
En el año 2004, el reajuste de las facciones de los Naxalitas resultó en un “corredor rojo” de actividad que va desde la frontera con Nepal a través de trece de los veintiocho estados de la India. La franja pasa a través de los bosques y junglas de la India central, donde el grupo se refugia y recluta combatientes en la población empobrecida de la región.
Los estados de Andrha Pradesh, Bihar, Bengala Occidental, Jharkhand, y Orissa han presenciado altos niveles de actividad de los naxalitas; pero sin embargo, la peor parte la obtuvo Chhattisgarh, que en el año 2006 tuvo más de 360 muertos a raíz de esta violencia maoísta; en Chhattisgarh, un estado con una población mayoritariamente tribal, una pobreza extrema, etc., los naxalitas han diseminado exitosamente su mensaje revolucionario enfocándose en el fracaso del sistema gubernamental.
Los naxalitas reclutan combatientes voluntariamente y a veces por la fuerza. Sus seguidores utilizan armas cortas y explosivos caseros, incluyendo minas terrestres. Recaudan fondos a través de la extorsión o la creación de administraciones paralelas para recolectar impuestos en áreas rurales donde los gobiernos locales y el estado indio parecen ausentes.
Una amenaza para la seguridad india
Los naxalitas son la mayor amenaza para la seguridad interna de la India, según lo afirmó el primer ministro Manmohan Singh en el año 2006. Los naxalitas, que serían entre diez y veinte mil hombres, libran una campaña de violencia y secuestros contra el personal de seguridad y grupos de vigilancia.
Los continuos enfrentamientos entre maoístas y el gobierno han obligado a miles de aldeanos a buscar refugio en asentamientos gubernamentales temporales o en campos de los mismos naxalitas.
Los naxalitas y el conflicto por Cachemira
El conflicto por Cachemira es un movimiento extremista separado. Cachemira ha sido durante mucho tiempo un punto candente entre los estados nucleares de Pakistán e India. Las dos naciones comenzaron un proceso de paz en 2004 para resolver sus diferencias, incluyendo el tema de Cachemira, que los ataques terroristas posteriores no han podido frustrar. Grupos activos en Cachemira y listados por el Departamento de Estado como organizaciones terroristas incluyen a Lashkar-e-Taiba, Harakat ul-Mujahideen, y Jaish-e-Muhammed. El grupo sospechoso de ser el principal partícipe en los ataques terroristas en suelo indio desde el 11 de septiembre es Lashkar-e-Taiba.
Lashkar-e-Taiba
Lashkar-e-Taiba (LeT), o “Ejército de los Puros”, es el brazo armado de una organización religiosa fundada en 1989 con sede en Pakistán. Durante la década de 1990, el grupo recibió instrucciones y financiamiento por parte de los servicios de inteligencia pakistaníes (ISI), a cambio de la promesa de tomar como objetivos a hindúes en Jammu y Cachemira y entrenar a extremistas musulmanes en suelo indio. Después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos lo incluyó en la lista de organizaciones terroristas e Islamabad lo proscribió: este grupo pasó a la clandestinidad, ya muy fragmentado, utilizando diferentes nombres... Sin embargo este grupo sigue siendo sospechoso de haber participado en varios atentados a gran escala en la India, como por ejemplo el ataque al parlamento en Nueva Delhi en diciembre de 2001, la explosión de un tren que circulaba entre la India y Pakistán en febrero de 2007, entre otros.
Movimiento de Estudiantes Islámicos de la India (SIMI)
El Movimiento de Estudiantes Islámicos de la India (SIMI), fundado en el estado de Uttar Pradesh en 1977 para promover la enseñanza del Islam, fue radicalizándose cada vez más en el decenio de 1990. El fundador original, Mohammad Siddiqi Ahmadullah (que ahora dicta clases de periodismo en la Universidad de Illinois Occidental), sostuvo que el grupo ahora es totalmente diferente al que él había creado. Al parecer, este grupo jihadista refuerza al LeT ayudándole a expandir sus actividades dentro de la India. Nueva Delhi proscribió al SIMI en el año 2001, etiquetándolo como una organización terrorista después de que varios estados indios dijeran que estaban incitando a los disturbios y la violencia. Muchos de sus miembros principales fueron encarcelados y el grupo entró en la clandestinidad en aquel momento. La organización continúa ejerciendo presión para el levantamiento de la proscripción de sus actividades, pero en febrero de 2007 la Suprema Corte de la India etiquetó al SIMI como “secesionista”y se negó a poner fin a la prohibición. La policía india sospecha que el SIMI tiene vínculos con los mujahideen indios, el grupo que reivindicó su responsabilidad por varios atentados en 2007 y 2008.
Los grupos terroristas que utilizan a Cachemira como un grito de guerra se han vinculado crecientemente con un movimiento islamista más general, según el cual la India es considerada una estado anti-musulmán. Estos grupos terroristas la ven como parte del enemigo junto a Occidente, y por lo tanto “debe” ser atacada.
Los musulmanes constituyen el grupo minoritario más grande del país, y la India tiene la segunda población musulmana más grande del mundo después de Indonesia. Sin embargo, un controvertido informe publicado por el Sachar Committee de Nueva Delhi en noviembre de 2006 encontró que los musulmanes de la India están rezagados (CS Monitor) con respecto al resto de los indios en términos de alfabetización, tasas de empleo, e ingresos. Incluso el tema de Cachemira va más allá: demuestra la incapacidad del estado indio en enfrentar la desigualdad y la situación de desventaja que tienen los musulmanes en la India.
¿Cómo combate la India a los grupos extremistas?
A pesar de las insurgencias en curso y las amenazas terroristas en la India, los expertos reconocen la postura histórica de Nueva Delhi de hacer frente efectivamente con los extremistas a través de una combinación de un fuerte despliegue militar y el tratamiento de las quejas a través de negociaciones.
Pero sin embargo grupos defensores de los derechos humanos a nivel nacional e internacional protesta sobre el enfoque a menudo torpe de la India. Human Rights Watch informa que las fuerzas de seguridad que operan en Cachemira abusan de las leyes estatales permitiendo la fuerza letal, y detalla múltiples casos donde policía o el ejército asesina a civiles inocentes. El informe llama a la tortura en la India “endémica” y cita a un abogado indio que llama a la práctica “rutina” pero dice que “la mayoría de la gente está tan contenta de salir viva de un interrogatorio, que realmente no se queja”. Amnesty International documentó abusos similares de poder por parte de personal de seguridad en el estado nororiental de Assam. El Asian Center for Human Rights, con sede en Nueva Delhi, sostiene que las fuerzas de seguridad y un grupo paramilitar con apoyo estatal mató a 330 personas durante las campañas anti-naxalitas.
Ley antiterrorismo en la India
No hay. Cuando Singh tomó el control del parlamento indio en el año 2004, una de sus primeras acciones de gobierno fue derogar el Acta de Prevención de Actividades Terroristas. Aprobada en 2002, la ley fue fustigada por grupos defensores de los derechos humanos, quienes sostenían que su lenguaje vago le daba a la policía libertad de hostigar a las minorías religiosas y étnicas.
El gobierno de Singh no ha promulgado una ley revisada para reemplazarla, pero el gobierno puede prohibir a los grupos extremistas por actividades criminales en virtud del Acta de (Prevención) de Actividades Ilegales, aprobada en 1967 y modificada en 2004.
Influencia extranjera en los grupos extremistas de la India
Grupos terroristas extranjeros se infiltran en la India para organizar ataques. En Asia es habitual que los entrenamientos de den en países vecinos. La India misma ayudó a entrenar a los extremistas de Sri Lanka, los Tigres de Tamil Eelam, durante la década de 1980, que más tarde supuestamente orquestaron el asesinato del ex primer ministro Rajiv Gandhi en 1991 en un ataque suicida. Los extremistas de la India también recibieron entrenamiento en otros países.
Influencias de otros países en el extremismo indio
Pakistán. Extremistas con base en Pakistán han desempeñado un rol durante mucho tiempo en el conflicto por Cachemira. Los servicios de inteligencia pakistaníes respaldaban a los militantes cachemires, y se sostiene que aún siguen haciéndolo. El presidente pakistaní Pervez Musharraf hizo una promesa después del 11 de septiembre tomar medidas drásticas contra los grupos terroristas que operan en Cachemira, forzando a los grupos a evolucionar, escindirse y entrar en la clandestinidad.
Bangladesh. El aumento del extremismo islámico en Bangladesh cerca de la frontera india ha causado temores de efectos colaterales en la India. Bangladesh ha servido durante mucho tiempo como un santuario y base de entrenamiento para militantes separatistas del noreste como el Frente Unido por la Liberación de Assam.
Nepal. Hay indicios de que el éxito de los rebeldes maoístas en la vecina Nepal ha reforzado a los grupos extremistas del ala izquierda en la India. Los maoístas nepaleses e indios ofrecen mutuamente apoyo ideológico y posiblemente militar. Los dos grupos lanzaron su primer ataque conjunto en el estado indio de Bihar en abril de 2005.
Notas
(1) Según un análisis del South Asia Terrorism Portal, un proyecto del Instituto para la Gestión de Conflictos, un gabinete estratégico independiente con sede en Nueva Delhi.
(2) La India está constituida por una gran cantidad de pueblos, como por ejemplo el bengalí, el tamil, el cachemir y el punjabí. A su vez, está dividida en religiones como el hinduismo, el islamismo, el budismo, y las creencias sikhs. La religión hindú, que desciende de los Vedas (libros sagrados) pero no tiene profetas, es la creencia mayoritaria. Siddarta Gautama nació, creció y desarrolló su doctrina en la India. Entretanto, en el norte, buscando un punto final para los permanentes enfrentamientos entre hinduistas y musulmanes, surgió en el siglo XV la religión sikh, que incorpora las enseñanzas védicas y las coránicas.
Los expertos dicen que sí. La cantidad exacta de grupos que orquestan los atentados en la India es difícil de precisar debido a la fragmentación de los movimientos, pero el país enfrenta una posible violencia perpetrada por docenas de grupos extremistas. Más de 2750 personas en toda la India han muerto a raíz de la violencia relacionada con el terrorismo en el año 2006 (1).
¿Por qué la India enfrenta un violento extremismo?
Desde principios de su historia post-colonial, la India ha experimentado violencia relacionada con movimientos separatistas e insurgentes, desde la disputa territorial sobre Cachemira, pasando por el movimiento separatista Sikh en el Punjab, hasta un movimiento secesionista en el estado nororiental de Assam.
Esta nación es la democracia más grande del mundo; con aproximadamente mil millones de habitantes, tiene una gran cantidad de minorías étnicas y religiosas (2) que están sometidas a una subordinación económica, y que frecuentemente buscan concesiones territoriales.
Conflictos inter-étnicos han golpeado a la India en sus niveles más altos. En la India los magnicidios son una constante. Mahatma Gandhi fue asesinado por un hinduista acérrimo, un año después de haber conseguido la independencia del país, por haber permitido la partición de Pakistán. A Indira Gandhi la asesinaron en 1984, miembros sikhs de su cuerpo de guardaespaldas, a raíz de la represión en el Templo Dorado de Amritsar, un santuario donde los sikhs estaban intentando la separación del Punjab (buscaban crear el estado independiente de Khalistán). Finalmente, a Rajiv Gandhi lo mató una mujer suicida en la ciudad sureña de Sriperumbudur. En este caso, Rajiv, nieto de Nehru, había abandonado a los Tigres de Tamil Eelam, una guerrilla hinduista que luchaba contra el ejército de Sri Lanka para convertir a la península de Jaffna en un estado independiente o por lo menos en una provincia de la India.
Los diferentes grupos étnicos y religiosos, o las clases sociales, frecuentemente actúan como nacionalidades individuales que provocan la movilización en apoyo a una causa. Si los reclamos no son atendidos, estos movimientos se convierten en extremismos.
Los naxalitas
Los naxalitas son extremistas de izquierda que toman su nombre de Naxalbari, un poblado del estado de Bengala Occidental donde originaron un levantamiento por primera vez en 1967. Los grandes esfuerzos contrainsurgentes de la India en la década del setenta casi aniquila a este grupo, dejándolo fragmentado en pequeñas facciones, incluyendo Guerra Popular y Centro Comunista Maoísta. En 2004, estos dos grupos se aliaron para formar el Partido Comunista de la India (Maoista). El grupo, constituido ahora por una coalición de facciones, desafía al poder del Estado con violencia para respaldar su objetivo declarado de ayudar a los pobres sin tierra, al pueblo tribal, y a las castas inferiores.
El problema de raíz en la zona de los naxalitas es la pobreza y la desigual distribución de los recursos. El problema principal es la distribución, porque los fondos están.
En el año 2004, el reajuste de las facciones de los Naxalitas resultó en un “corredor rojo” de actividad que va desde la frontera con Nepal a través de trece de los veintiocho estados de la India. La franja pasa a través de los bosques y junglas de la India central, donde el grupo se refugia y recluta combatientes en la población empobrecida de la región.
Los estados de Andrha Pradesh, Bihar, Bengala Occidental, Jharkhand, y Orissa han presenciado altos niveles de actividad de los naxalitas; pero sin embargo, la peor parte la obtuvo Chhattisgarh, que en el año 2006 tuvo más de 360 muertos a raíz de esta violencia maoísta; en Chhattisgarh, un estado con una población mayoritariamente tribal, una pobreza extrema, etc., los naxalitas han diseminado exitosamente su mensaje revolucionario enfocándose en el fracaso del sistema gubernamental.
Los naxalitas reclutan combatientes voluntariamente y a veces por la fuerza. Sus seguidores utilizan armas cortas y explosivos caseros, incluyendo minas terrestres. Recaudan fondos a través de la extorsión o la creación de administraciones paralelas para recolectar impuestos en áreas rurales donde los gobiernos locales y el estado indio parecen ausentes.
Una amenaza para la seguridad india
Los naxalitas son la mayor amenaza para la seguridad interna de la India, según lo afirmó el primer ministro Manmohan Singh en el año 2006. Los naxalitas, que serían entre diez y veinte mil hombres, libran una campaña de violencia y secuestros contra el personal de seguridad y grupos de vigilancia.
Los continuos enfrentamientos entre maoístas y el gobierno han obligado a miles de aldeanos a buscar refugio en asentamientos gubernamentales temporales o en campos de los mismos naxalitas.
Los naxalitas y el conflicto por Cachemira
El conflicto por Cachemira es un movimiento extremista separado. Cachemira ha sido durante mucho tiempo un punto candente entre los estados nucleares de Pakistán e India. Las dos naciones comenzaron un proceso de paz en 2004 para resolver sus diferencias, incluyendo el tema de Cachemira, que los ataques terroristas posteriores no han podido frustrar. Grupos activos en Cachemira y listados por el Departamento de Estado como organizaciones terroristas incluyen a Lashkar-e-Taiba, Harakat ul-Mujahideen, y Jaish-e-Muhammed. El grupo sospechoso de ser el principal partícipe en los ataques terroristas en suelo indio desde el 11 de septiembre es Lashkar-e-Taiba.
Lashkar-e-Taiba
Lashkar-e-Taiba (LeT), o “Ejército de los Puros”, es el brazo armado de una organización religiosa fundada en 1989 con sede en Pakistán. Durante la década de 1990, el grupo recibió instrucciones y financiamiento por parte de los servicios de inteligencia pakistaníes (ISI), a cambio de la promesa de tomar como objetivos a hindúes en Jammu y Cachemira y entrenar a extremistas musulmanes en suelo indio. Después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos lo incluyó en la lista de organizaciones terroristas e Islamabad lo proscribió: este grupo pasó a la clandestinidad, ya muy fragmentado, utilizando diferentes nombres... Sin embargo este grupo sigue siendo sospechoso de haber participado en varios atentados a gran escala en la India, como por ejemplo el ataque al parlamento en Nueva Delhi en diciembre de 2001, la explosión de un tren que circulaba entre la India y Pakistán en febrero de 2007, entre otros.
Movimiento de Estudiantes Islámicos de la India (SIMI)
El Movimiento de Estudiantes Islámicos de la India (SIMI), fundado en el estado de Uttar Pradesh en 1977 para promover la enseñanza del Islam, fue radicalizándose cada vez más en el decenio de 1990. El fundador original, Mohammad Siddiqi Ahmadullah (que ahora dicta clases de periodismo en la Universidad de Illinois Occidental), sostuvo que el grupo ahora es totalmente diferente al que él había creado. Al parecer, este grupo jihadista refuerza al LeT ayudándole a expandir sus actividades dentro de la India. Nueva Delhi proscribió al SIMI en el año 2001, etiquetándolo como una organización terrorista después de que varios estados indios dijeran que estaban incitando a los disturbios y la violencia. Muchos de sus miembros principales fueron encarcelados y el grupo entró en la clandestinidad en aquel momento. La organización continúa ejerciendo presión para el levantamiento de la proscripción de sus actividades, pero en febrero de 2007 la Suprema Corte de la India etiquetó al SIMI como “secesionista”y se negó a poner fin a la prohibición. La policía india sospecha que el SIMI tiene vínculos con los mujahideen indios, el grupo que reivindicó su responsabilidad por varios atentados en 2007 y 2008.
Los grupos terroristas que utilizan a Cachemira como un grito de guerra se han vinculado crecientemente con un movimiento islamista más general, según el cual la India es considerada una estado anti-musulmán. Estos grupos terroristas la ven como parte del enemigo junto a Occidente, y por lo tanto “debe” ser atacada.
Los musulmanes constituyen el grupo minoritario más grande del país, y la India tiene la segunda población musulmana más grande del mundo después de Indonesia. Sin embargo, un controvertido informe publicado por el Sachar Committee de Nueva Delhi en noviembre de 2006 encontró que los musulmanes de la India están rezagados (CS Monitor) con respecto al resto de los indios en términos de alfabetización, tasas de empleo, e ingresos. Incluso el tema de Cachemira va más allá: demuestra la incapacidad del estado indio en enfrentar la desigualdad y la situación de desventaja que tienen los musulmanes en la India.
¿Cómo combate la India a los grupos extremistas?
A pesar de las insurgencias en curso y las amenazas terroristas en la India, los expertos reconocen la postura histórica de Nueva Delhi de hacer frente efectivamente con los extremistas a través de una combinación de un fuerte despliegue militar y el tratamiento de las quejas a través de negociaciones.
Pero sin embargo grupos defensores de los derechos humanos a nivel nacional e internacional protesta sobre el enfoque a menudo torpe de la India. Human Rights Watch informa que las fuerzas de seguridad que operan en Cachemira abusan de las leyes estatales permitiendo la fuerza letal, y detalla múltiples casos donde policía o el ejército asesina a civiles inocentes. El informe llama a la tortura en la India “endémica” y cita a un abogado indio que llama a la práctica “rutina” pero dice que “la mayoría de la gente está tan contenta de salir viva de un interrogatorio, que realmente no se queja”. Amnesty International documentó abusos similares de poder por parte de personal de seguridad en el estado nororiental de Assam. El Asian Center for Human Rights, con sede en Nueva Delhi, sostiene que las fuerzas de seguridad y un grupo paramilitar con apoyo estatal mató a 330 personas durante las campañas anti-naxalitas.
Ley antiterrorismo en la India
No hay. Cuando Singh tomó el control del parlamento indio en el año 2004, una de sus primeras acciones de gobierno fue derogar el Acta de Prevención de Actividades Terroristas. Aprobada en 2002, la ley fue fustigada por grupos defensores de los derechos humanos, quienes sostenían que su lenguaje vago le daba a la policía libertad de hostigar a las minorías religiosas y étnicas.
El gobierno de Singh no ha promulgado una ley revisada para reemplazarla, pero el gobierno puede prohibir a los grupos extremistas por actividades criminales en virtud del Acta de (Prevención) de Actividades Ilegales, aprobada en 1967 y modificada en 2004.
Influencia extranjera en los grupos extremistas de la India
Grupos terroristas extranjeros se infiltran en la India para organizar ataques. En Asia es habitual que los entrenamientos de den en países vecinos. La India misma ayudó a entrenar a los extremistas de Sri Lanka, los Tigres de Tamil Eelam, durante la década de 1980, que más tarde supuestamente orquestaron el asesinato del ex primer ministro Rajiv Gandhi en 1991 en un ataque suicida. Los extremistas de la India también recibieron entrenamiento en otros países.
Influencias de otros países en el extremismo indio
Pakistán. Extremistas con base en Pakistán han desempeñado un rol durante mucho tiempo en el conflicto por Cachemira. Los servicios de inteligencia pakistaníes respaldaban a los militantes cachemires, y se sostiene que aún siguen haciéndolo. El presidente pakistaní Pervez Musharraf hizo una promesa después del 11 de septiembre tomar medidas drásticas contra los grupos terroristas que operan en Cachemira, forzando a los grupos a evolucionar, escindirse y entrar en la clandestinidad.
Bangladesh. El aumento del extremismo islámico en Bangladesh cerca de la frontera india ha causado temores de efectos colaterales en la India. Bangladesh ha servido durante mucho tiempo como un santuario y base de entrenamiento para militantes separatistas del noreste como el Frente Unido por la Liberación de Assam.
Nepal. Hay indicios de que el éxito de los rebeldes maoístas en la vecina Nepal ha reforzado a los grupos extremistas del ala izquierda en la India. Los maoístas nepaleses e indios ofrecen mutuamente apoyo ideológico y posiblemente militar. Los dos grupos lanzaron su primer ataque conjunto en el estado indio de Bihar en abril de 2005.
Notas
(1) Según un análisis del South Asia Terrorism Portal, un proyecto del Instituto para la Gestión de Conflictos, un gabinete estratégico independiente con sede en Nueva Delhi.
(2) La India está constituida por una gran cantidad de pueblos, como por ejemplo el bengalí, el tamil, el cachemir y el punjabí. A su vez, está dividida en religiones como el hinduismo, el islamismo, el budismo, y las creencias sikhs. La religión hindú, que desciende de los Vedas (libros sagrados) pero no tiene profetas, es la creencia mayoritaria. Siddarta Gautama nació, creció y desarrolló su doctrina en la India. Entretanto, en el norte, buscando un punto final para los permanentes enfrentamientos entre hinduistas y musulmanes, surgió en el siglo XV la religión sikh, que incorpora las enseñanzas védicas y las coránicas.
Editorial del mismo blog. Sara.
Video: los ataques en Bombay.
24 noviembre 2008
Libros Recomendados
Mi biblioteca se derrumbó sin piedad apenas intenté guardar el enésimo libro. Del desastre que quedó, rescato mis libros favoritos, y quiero que los vean, que son mucho muy interesantes. Tengo más, pero vamos de a poquito.
Misha Glenny. McMafia: el crimen sin fronteras. Buenos Aires: Ediciones Destino, 2008 (Col. Imago Mundi).
Con el colapso de la Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín, y la desregulación de los mercados financieros internacionales en 1989, gobiernos y empresarios se intoxicaron por los pronósticos de una expansión sin límites hacia nuevos mercados abiertos. Nadie prevería que el mayor éxito de estos eventos sería la globalización del crimen organizado. Las estimaciones actuales indican que el comercio ilegal representa cerca de la quinta parte del PBI mundial.
McMafia es una investigación intrépida, abarcadora, con plena autoridad, de la nueva capacidad probada del crimen organizado alrededor del mundo de encontrar mercados financieros motivados por una demanda evidentemente insaciable de productos ilegales. Ya sea discutiendo sobre la mafia rusa, los carteles de droga colombianos, o la mano de obra traficante china, Misha Glenny deja en claro cómo el crimen organizado se alimenta de la pobreza del mundo en desarrollo, cómo explota las nuevas tecnologías en la forma del delito cibernético y el robo de identidad, y cómo el crimen y el terror globales están alimentadas por la misma fuente: la triunfante prosperidad económica de Occidente.
Para rastrear los dispares filamentos de esta historia semejante a una hidra, Misha Glenny, prestigioso periodista de la BBC, habló con policías, víctimas, políticos, y miembros del submundo global en Europa del Este, América del Norte y América Latina, África, Medio Oriente, China, Japón e India. Este libro reúne y conecta historias de delincuentes ucranianos, blanqueadores de dinero de Dubai, estafadadores de Nigeria, miembros de los sindicatos de drogas en Colombia y Canadá, ciberdelincuentes de Brasil, traficantes de personas en China, etc.
Al mismo tiempo, McMafia plantea una profunda reflexión sobre los abismos de la globalización, en donde las fronteras que separan lo legal de lo ilegal son cada vez más borrosas. Después de leer este libro, cambia nuestra percepción sobre el mundo.
Sobre el autor. Misha Glenny ha sido corresponsal de The Guardian y de la BBC en Europa del Este, y como tal fue testigo del hundimiento del comunismo y de los conflictos bélicos de la antigua Yugoslavia. Es autor de tres libros sobre Europa del Este y los Balcanes, y suele ser consultado habitualmente por los gobiernos europeos y norteamericano sobre cuestiones políticas de gran profundidad. Durante tres años fue responsable de una ONG que contribuyó a la reconstrucción de Serbia, Macedonia y Kosovo.
Terry Eagleton. Terror santo. Buenos Aires: Debate, 2008
“Terror santo” ofrece una profunda investigación sobre la idea del terror, llamando la atención sobre las fuentes políticas, filosóficas, literarias y teológicas que sirven para trazar su genealogía desde la Antigüedad hasta nuestros días. Terry Eagleton construye una metafísica del terror a partir de los clásicos de la literatura y la filosofía de todos los tiempos: Sófocles, San Pablo, Santo Tomás de Aquino, Shakespeare, Robespierre, Conrad, Dostoievski, Stendha, entre otros. El terror convive con nuestras sociedades desde siempre, como un mecanismo de control y de legitimación del poder.
Sobre el autor. Terry Eagleton es posiblemente el crítico cultural en lengua inglesa más importante de nuestros días. Nacido en Salford, en 1943, se doctoró en el Trinity College de Cambridge, y ha sido profesor en las universidades más importantes del Reino Unido. Tras su paso por Cambridge y Oxford, obtuvo la cátedra John Rylands de Teoría Cultural de la Universidad de Manchester. Entre sus obras más reconocidas figuran: “Después de la teoría” y “El portero”.
Gilles Kepel (dir.) Las políticas de Dios. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2006 (Col. Documentos)
¿Qué persiguen los movimientos religiosos que se desarrollan en todo el mundo? ¿Quiénes son los actores? ¿Cuál es su impacto real? ¿Qué distingue o acerca a los activistas islámicos, judíos, católicos, protestantes, ortodoxos o hinduistas? En definitiva, ¿cuáles son las calves religiosas de lo que dominado la coyuntura política en el final del siglo XX y los albores del siglo XXI?
Contenido. Los procedimientos de la reislamización. El Frente Islámico de Salvación entre la prisa y la paciencia. Irán: de la revolución al islamismo hizbulah.
La Iglesia Católica en busca de un nuevo lugar en el mundo. La primacía de la evangelización.
Sobre los escombros del comunismo. Las ambigüedades del renacimiento religioso en Rusia. China: islam y cristianismo en el crepúsculo del comunismo.
Un viaje por los bajos fondos globales. El mayor fresco imaginable sobre la economía en las sombras que mueve un 20 por ciento de los negocios mundiales.
“Detrás de cualquier gran fortuna –dijo Balzac- se oculta un crimen. Misha Glenny ha actualizado esta observación a nuestro tiempo”. Cristopher Hitchens.
Con el colapso de la Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín, y la desregulación de los mercados financieros internacionales en 1989, gobiernos y empresarios se intoxicaron por los pronósticos de una expansión sin límites hacia nuevos mercados abiertos. Nadie prevería que el mayor éxito de estos eventos sería la globalización del crimen organizado. Las estimaciones actuales indican que el comercio ilegal representa cerca de la quinta parte del PBI mundial.
McMafia es una investigación intrépida, abarcadora, con plena autoridad, de la nueva capacidad probada del crimen organizado alrededor del mundo de encontrar mercados financieros motivados por una demanda evidentemente insaciable de productos ilegales. Ya sea discutiendo sobre la mafia rusa, los carteles de droga colombianos, o la mano de obra traficante china, Misha Glenny deja en claro cómo el crimen organizado se alimenta de la pobreza del mundo en desarrollo, cómo explota las nuevas tecnologías en la forma del delito cibernético y el robo de identidad, y cómo el crimen y el terror globales están alimentadas por la misma fuente: la triunfante prosperidad económica de Occidente.
Para rastrear los dispares filamentos de esta historia semejante a una hidra, Misha Glenny, prestigioso periodista de la BBC, habló con policías, víctimas, políticos, y miembros del submundo global en Europa del Este, América del Norte y América Latina, África, Medio Oriente, China, Japón e India. Este libro reúne y conecta historias de delincuentes ucranianos, blanqueadores de dinero de Dubai, estafadadores de Nigeria, miembros de los sindicatos de drogas en Colombia y Canadá, ciberdelincuentes de Brasil, traficantes de personas en China, etc.
Al mismo tiempo, McMafia plantea una profunda reflexión sobre los abismos de la globalización, en donde las fronteras que separan lo legal de lo ilegal son cada vez más borrosas. Después de leer este libro, cambia nuestra percepción sobre el mundo.
Sobre el autor. Misha Glenny ha sido corresponsal de The Guardian y de la BBC en Europa del Este, y como tal fue testigo del hundimiento del comunismo y de los conflictos bélicos de la antigua Yugoslavia. Es autor de tres libros sobre Europa del Este y los Balcanes, y suele ser consultado habitualmente por los gobiernos europeos y norteamericano sobre cuestiones políticas de gran profundidad. Durante tres años fue responsable de una ONG que contribuyó a la reconstrucción de Serbia, Macedonia y Kosovo.
Terry Eagleton. Terror santo. Buenos Aires: Debate, 2008
Son muchos los que creen conocer los orígenes del terrorismo que llena diariamente las páginas de los periódicos y las pantallas de televisores de todo el mundo y que contemplamos con una mezcla de horror y fascinación.
“Terror santo” ofrece una profunda investigación sobre la idea del terror, llamando la atención sobre las fuentes políticas, filosóficas, literarias y teológicas que sirven para trazar su genealogía desde la Antigüedad hasta nuestros días. Terry Eagleton construye una metafísica del terror a partir de los clásicos de la literatura y la filosofía de todos los tiempos: Sófocles, San Pablo, Santo Tomás de Aquino, Shakespeare, Robespierre, Conrad, Dostoievski, Stendha, entre otros. El terror convive con nuestras sociedades desde siempre, como un mecanismo de control y de legitimación del poder.
Sobre el autor. Terry Eagleton es posiblemente el crítico cultural en lengua inglesa más importante de nuestros días. Nacido en Salford, en 1943, se doctoró en el Trinity College de Cambridge, y ha sido profesor en las universidades más importantes del Reino Unido. Tras su paso por Cambridge y Oxford, obtuvo la cátedra John Rylands de Teoría Cultural de la Universidad de Manchester. Entre sus obras más reconocidas figuran: “Después de la teoría” y “El portero”.
Gilles Kepel (dir.) Las políticas de Dios. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2006 (Col. Documentos)
¿Qué persiguen los movimientos religiosos que se desarrollan en todo el mundo? ¿Quiénes son los actores? ¿Cuál es su impacto real? ¿Qué distingue o acerca a los activistas islámicos, judíos, católicos, protestantes, ortodoxos o hinduistas? En definitiva, ¿cuáles son las calves religiosas de lo que dominado la coyuntura política en el final del siglo XX y los albores del siglo XXI?
Contenido. Los procedimientos de la reislamización. El Frente Islámico de Salvación entre la prisa y la paciencia. Irán: de la revolución al islamismo hizbulah.
La Iglesia Católica en busca de un nuevo lugar en el mundo. La primacía de la evangelización.
Sobre los escombros del comunismo. Las ambigüedades del renacimiento religioso en Rusia. China: islam y cristianismo en el crepúsculo del comunismo.
Transfiguraciones, ajustes, chapuzas. La proliferación de lo divino en el África subsahariana. El papel político de los protestantes en América Latina.
Secularización y retorno de lo reprimido religioso. El nacionalismo hindú: de la construcción ideológica a la movilización política. Sionismo, mesianismo y tradición judía.
Sobre el autor. Gilles Kepel es profesor del Instituto de Estudios Políticos de París Sciences Po, investigador de CNRS y gran especialista en el mundo musulmán. Kepel es el mayor experto europeo en las sociedades islámicas y ha escrito varios libros sobre temas musulmanes, entre los que se destacan: “Yihad, crónica de una guerra en Oriente” y “La revancha de Dios”.
Viviane Forrester. El crimen occidental. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008 (Tezontle)
Viviane Forrester. El crimen occidental. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008 (Tezontle)
Hay una laguna en el epílogo de la Segunda Guerra Mundial: si bien los Aliados condujeron una guerra clásica, heroica y victoriosa contra la Alemania expansionista, la guerra contra el nazismo jamás tuvo lugar. El fenómeno del racismo, que estuvo en la base de la guerra, no fue resuelto: fue considerado en sus formas más siniestras y reparado en sus consecuencias extremas, pero no en sus sustancias ni en sus orígenes.
Aunque durante las décadas de 1930 y 1940 las democracias occidentales se opusieron por principio a la ideología de la Alemania nazi, eso no se tradujo en una reacción seria y concreta de rechazo y oposición contra los maltratos y las persecuciones a los judíos. Una documentación precisa e irrefutable revela las dimensiones trágicas del abandono de los judíos europeos por Occidente durante el Tercer Reich.
Viviane Forrester desarrolla un enfoque novedoso acerca de la génesis del conflicto en Oriente Próximo y demuestra hasta qué punto los israelíes y los palestinos no son víctimas unos de otros, sino que unos y otros lo son de una larga historia europea que los condujo a un conflicto artificial e interminable. En tal sentido, sostiene: “Una historia europea en la que ninguno de los dos fue el verdugo ni el culpable. Los árabes reciben el lastre, el castigo de un desastre al que son totalmente ajenos; los judíos, víctimas de este desastre, incitados, cuando no acorralados en un papel de intrusos, y sin poder ver que, aunque voluntariosos, aunque vencedores, se los había puesto en cuarentena”.
"El crimen Occidental” presenta un punto de vista nuevo acerca de la tragedia que atraviesa Oriente Próximo y permite pensar desde otra perspectiva las responsabilidades de un conflicto que parece inexorable.
Sobre la autora. Viviane Forrester: novelista, ensayista, y crítica literaria francesa, ampliamente reconocida por sus ensayos sobre las consecuencias del neoliberalismo y la globalización. Asimismo es considerada una especialista en Vincent van Gogh y Virginia Woolf.
Manual de terrorismo para principiantes que indica las condiciones de tiempo y dinero que se precisan, los estudios que hay que seguir, los exámenes que se han de salvar, las aptitudes y facultades necesarias para conseguirlo, el modo de establecerse y las probabilidades de perfeccionamiento y éxito en la profesión; iluminado con tablas e ilustraciones, y rematado por ejemplos e interludios divertidos, destinados a distraer el espíritu durante el estudio.
Del Prólogo
Yo, Virgilio, negro de piel y esclavo por condición, me propongo transcribir aquí, con los medios de que dispongo, los consejos y lecciones que me transmitió mi Maestro en el transcurso de nuestra vida en común.
Hasta el momento de su Gran Ocultación, no escatimó tiempo ni sufrimientos en inculcarme los diez mandamientos del terrorismo, así como su filosofía y el espíritu de esta cofradía en plena expansión. Me enseñó cómo y por qué preservar la gran tradición de las innovaciones censurables, así como a distinguir entre aficionados y artistas, hasta que hizo de mí un discípulo consumado.
Tengo la esperanza de que este tratado esté a la altura del pensamiento de mi Maestro y pueda así instruir a aquellos que se propongan seguir el camino de los Artificios.
Soy plenamente consciente de los errores y variaciones que mi pobre memoria haya podido introducir en este breviario, y espero que tengáis la bondad de perdonarme si es que de algún modo he traicionado el pensamiento de mi Maestro.
Lección segunda: Tener un lado místico Al día siguiente mi Maestro se levantó al alba como era su costumbre. Me lo encontré en plena meditación. En bata, sentado sobre un pequeño cojín redondo, con las rodillas abiertas apoyadas sobre el suelo, las manos una sobre la otra, los ojos entornados y la mirada vaga pero resuelta. Respiraba con regularidad. Muchas veces me había explicado los principios del zen tal como él lo practicaba, pero confieso que me seguía resultando igual de misterioso. Así que me tomé mi desayuno mientras lo vigilaba por el rabillo del ojo, tal como él me había ordenado. Como cada mañana, temía que desfalleciese, que se encorvase o se durmiese, ya que entonces debería servirme del bastón ad hoc (pues ésas eran sus órdenes) para sacudirle un golpe seco y contundente de arriba hacia abajo justo en el nacimiento de la espalda. Además, sospecho que lo hacía expresamente: dormirse o retorcerse apenas llegaba yo al salón para ponerme a prueba. Mis golpes siempre le parecían demasiado suaves.
—Virgilio —me decía—, golpeas como una niñata. Si tuviésemos a mano un buen japonés, bien grandote, rudo y tosco, verías tú cómo se utiliza un kyosaku: sin sentimiento. Haz lo que tienes que hacer, aquí y ahora. Aquí y ahora, Virgilio. Vosotros, negros bastardos del Caribe, siempre estáis distraídos. No le harías daño ni a un gato. O mejor dicho sí, sois capaces de mataros entre vosotros por una mujer, un pollo o una botella de ron con un salvajismo poco común, pero sin ningún método, distraídamente, en absoluto desorden. Te pido que le avientes un solo golpe, fuerte y bien medido, a un blanco que no te ha hecho nada, y tú vas y vacilas. Éste es un bastón místico, Virgilio: me vuelve a poner en mi sitio, me recuerda que tengo un cuerpo sobre esta tierra, que debo estar aquí y ahora, y nada más, sin albergar ningún otro pensamiento ni deseo. Y tú, al manejar el bastón, debes hacerlo sin odio, sin piedad, sin sentimientos de ninguna clase, sin otro interés que el de cumplir la orden recibida. Debes golpear una sola vez, eso es todo.
Confieso que en más de una ocasión estuve a punto de aprovecharme de la situación y administrarle a mi querido Maestro una paliza de la que se hubiese acordado, pero el simple hecho de ser él quien me lo había ordenado le quitaba toda la gracia. Así las cosas, yo era una niñata que temía el momento en que me tocaría volver a empuñar aquel artefacto de madera para cumplir con esta baja faena.
Loreta Napoleoni. Yihad: cómo se financia el terrorismo en la nueva economía. Ed. Tendencias, 2004
Loreta Napoleoni. Yihad: cómo se financia el terrorismo en la nueva economía. Ed. Tendencias, 2004
“Si nos limitamos a seguir la pista del dinero, los elementos que permiten la existencia de redes terroristas a menudo se localizan en los Estados Unidos y otros países occidentales”. The Star Ledger.
Sobre la nueva economía del terrorismo islámico actual. Su autora, especialista en terrorismo, economía y mundo árabe, ofrece una perspectiva inédita: el terrorismo islámico, afirma Napoleoni, no es religioso en realidad, sino económico.
A lo largo de estos últimos cincuenta años, el dominio económico y político de Occidente ha obstaculizado la expansión de una economía emergente y de una fuerza financiera existente en el mundo musulmán. Esta fuerza ha establecido alianzas con grupos armados islamistas y con líderes religiosos pertenecientes a la línea más dura, dentro de una campaña que persigue librar a los países musulmanes de la influencia occidental, así como de los dirigentes oligárquicos orientales. Como en la cruzadas, la religión no es más que un mero instrumento para el reclutamiento de efectivos; la verdadera fuerza impulsora es la economía.
El núcleo de “Yihad” gira en torno a la demostración de que, a lo largo de este último medio siglo, los miembros de las organizaciones armadas han sido perseguidos en sus países de origen por parte de las mismas fuerzas políticas que les han animado a servir, fuera de su territorio, a los intereses económicos de Occidente y de sus aliados, dualidad que ha proporcionado a las organizaciones del terror la oportunidad de organizar su propia economía. Este fenómeno es definido por la autora como la Nueva Economía del Terror, una red internacional que relaciona los sistemas de apoyo y logísticos de los grupos armados.
“La economista Loretta Napoleoni llega a una reveladora conclusión: que la Nueva Economía del Terror es un sistema económico internacional de rápido crecimiento que genera alrededor de 1.5 billones de dólares al año, el doble que el PIB británico”. The Wall Street Journal.
Sobre la autora. Loretta Napoleoni se licenció en la Escuela Superior de Estudios Internacionales de la Universidad John Hopkins (Estados Unidos) en 1981, tras obtener una de las prestigiosas becas Fulbright. Desde entonces ha trabajado como consultora en Londres, como economista en el Fondo Monetario Internacional, el Banco Nacional de Hungría, el Chase Manhattan y en la agencia de bolsa Laurie Millbnak y como economista jefe en el Banco Narodny de Moscú. Gracias a su trabajo como consultora, ha viajado con asiduidad a Paquistán, Turquía, Irán y otros países de Oriente Próximo, donde ha tenido la oportunidad de entrar en contacto con líderes políticos y financieros de primer orden.
10 noviembre 2008
Carta de Mahmoud Ahmadinejad a Barack Obama
El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, envió esta carta al presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, el 6 de Noviembre de 2008. La traducción al inglés es del Washington Post.
"En el nombre de Dios, el Compasivo, el MisericordiosoSr. Barack ObamaPresidente electo de los Estados Unidos de AméricaLo felicito por haber obtenido la mayoría de los votos de aquellos que tomaron parte en las elecciones. Como usted sabe, las oportunidades que Dios les da a sus súbditos pasan rápidamente. Ellas pueden ser utilizadas para el perfeccionamiento de la humanidad y para beneficio de las naciones o, Dios no lo quiera, para detrimento de las naciones.Espero que elija honrar los verdaderos intereses del pueblo y la justicia y la equidad por sobre los insaciables apetitos de la minoría egoísta. Use esta oportunidad de servir en la medida que pueda. Y deje un buen nombre detrás suyo.La gente espera una respuesta inmediata y clara a las presiones por un cambio fundamental en el gobierno americano en materia de políticas tanto nacionales como internacionales. Este es el deseo de todas las naciones del mundo y también de la nación americana, y debe ser el objetivo y fundamento de todos los futuros programas y acciones de gobierno.Por un lado, la nación americana, que tiene inclinaciones espirituales, espera que su gobierno concentre su energía y voluntad en servir al pueblo; que haga frente a la actual crisis económica; que reestablezca el prestigio, la moral y la esperanza del país; que erradique la pobreza y la discriminación; y que renueve el respeto por las personas, su seguridad y sus derechos. También se esperan políticas que fortalezcan las bases de la familia –parte de las enseñanzas de los sagrados profetas, que también son venerados en América.Por otra parte, las naciones del mundo esperan un fin a las políticas basadas en el belicismo, la invasión, la intimidación, el engaño, la humillación a otros países mediante la imposición de exigencias injustas y tendenciosas, y un enfoque diplomático que ha engendrado el odio hacia los líderes de América y que ha socavado el respeto hacia su pueblo. Ellas quieren ver acciones basadas en la justicia, el respeto por los derechos humanos y las naciones, la amistad y la no-intervención en los asuntos de otras naciones. Quieren que el gobierno americano mantenga sus intervenciones dentro de las fronteras de su propio país.En la sensible región de Medio Oriente, en particular, la expectativa está en que las injustas acciones de los últimos 60 años den paso a una política que fomente los plenos derechos para todas las naciones, especialmente las naciones oprimidas de Palestina, Irak y Afganistán.La nación constructora de una gran civilización y buscadora de justicia, Irán, vería con agrado grandes cambios, justos y verdaderos, en las políticas y las acciones, en especial en esta región.
Si se adoptan medidas en la senda de la justicia, hacia la meta de llevar a cabo las enseñanzas de los santos profetas, se espera que Dios todopoderoso ayude y que los enormes daños causados en el pasado sean de alguna forma reducidos.Pido a Dios el Altísimo que conceda a toda la humanidad y a todas las naciones la salud y la felicidad, el honor y la prosperidad, y que conceda a los gobernantes y funcionarios la capacidad de aprender del pasado y utilizar cada oportunidad para servir, difundir el amor y la bondad, para erradicar la opresión, hacer justicia y seguir las sagradas directrices.
Mahmoud Ahmadinejad"
Traducido de: Letter from President Ahmadinejad to Barack Obama. En: Council on Foreign Relations. Essential Documents.
véase el art. original en: http://www.cfr.org/publication/17706/letter_from_president_ahmadinejad_to_barack_obama.html
31 octubre 2008
Guerra contra el terror: guerra o metáfora? (segunda parte)
C. Las leyes de la Guerra
La ley de la guerra, también conocida como la ley del conflicto armado, está compuesta por todas aquellas disposiciones legales, tratados y principios tradicionales que son aplicables al uso de la fuerza. La ley de la guerra se centra tanto en la correcta focalización de objetivos militares como en el tratamiento hacia los enemigos detenidos, prisioneros de guerra y otros no-combatientes. El corpus central de la ley de la guerra está establecido en las Convenciones de Ginebra de 1949. Las Convenciones de Ginebra abarcan cuatro categorías:
• Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949, Por la Mejora de las Condiciones de los Heridos y Enfermos en las Fuerzas Armadas en el Campo [de batalla];
• Convención de Ginebra del 12 de agosto, de 1949, por la Mejora de las Condiciones de los Heridos, Enfermos, y Náufragos, Miembros de las Fuerzas Armadas en el Mar [la Marina];
• Convención de Ginebra del 12 de agosto, de 1949, Relativa al Tratamiento hacia los Prisioneros de Guerra;
• Convención de Ginebra del 12 de agosto, de 1949, Relativa a las Protecciones de Personas Civiles en Tiempos de Guerra.
En los Estados Unidos, la Directiva 5100.77, párrafo 5.3.1, exige a todas las fuerzas militares norteamericanas el cumplimiento de la ley de la guerra en la ejecución de operaciones militares en todos los conflictos armados, independientemente de cómo se caracterice el conflicto armado en particular.
Con la incorporación de las disposiciones de las Convenciones de Ginebra y todas las leyes internacionales existentes con respecto a la conducta en un conflicto armado, el ejército norteamericano ha codificado la ley de la guerra en el Manual de Campaña 27-10 sobre las Leyes de la Guerra Terrestre [Field Manual 27-10, Department of the Army, Field Manual of the Law of Land Warfare (FM 27-10)]. El FM 27-10 afirma que el objetivo básico de la ley de la guerra es limitar el impacto de los inevitables males de la guerra mediante:
* la protección tanto de los combatientes como de los no-combatientes, contra el sufrimiento innecesario;
* la protección de ciertos derechos humanos fundamentales de las personas que caen en manos del enemigo, particularmente prisioneros de guerra, heridos, enfermos, y civiles;
* facilitar el restablecimiento de la paz.
Ejemplos del código de la guerra incluyen normas de sentido común, como la exigencia de tratar a los prisioneros y detenidos de forma humana; no deben ser abusados bajo ninguna circunstancia. Además, también son componentes fundamentales de la legalidad de la guerra la prohibición de la focalización (para el ataque militar) en lugares civiles y protegidos, como hospitales y sitios religiosos; el deber de tratar a los no-combatientes con dignidad y respecto; y la obligación de proteger a aquellos que se rinden.
La legislación de un conflicto armado describe a los objetivos legítimos que pueden ser destruidos en el contexto adecuado de las operaciones militares. El principio general es que el ejército actuando en un entorno bélico puede matar al enemigo, ya sea combatiente legal o beligerante “no-privilegiado”, y puede incluir en cualquier categoría a civiles que toman parte en las hostilidades. Un combatiente enemigo, sea parte de un ejército organizado o un civil que participa en actividades militares, es un objetivo legítimo en todo momento, y puede ser legalmente asesinado, incluso en un ataque sorpresivo.
Por lo tanto, los ataques sin previo aviso no excluyen el uso de violencia involucrando el elemento de sorpresa. Todos “los combatientes están sujetos a ataque si están participando en hostilidades por medio del fuego, maniobras y asalto; proporcionando logística, comunicaciones, recursos administrativos u otro apoyo”.
La ley de la guerra prohíbe absolutamente el asesinato de no-combatientes, excepto como una cuestión de daños colaterales: los civiles pueden ser muertos accesoriamente a un ataque legítimo hacia un objetivo militar. Los civiles que mantienen una estrecha cercanía a un objetivo militar asumen el riesgo de ser asesinados por fuego enemigo. Focalizarse específicamente en civiles inocentes como objetivo militar es siempre ilegal y criminal.
D. Crímenes de Guerra
Las violaciones a la ley de la guerra están etiquetadas como crímenes de guerra, y dependiendo de la gravedad del delito, clasificadas ya sea como contravenciones graves o simples.
En FM 27-10: “El término crimen de guerra es la expresión técnica de una violación de la ley de la guerra por parte de cualquier persona o personas, militares o civiles. Toda violación de la ley de la guerra es un crimen de guerra”. Las infracciones graves se relaciones con aquellas violaciones establecidas como tales en las Convenciones de Ginebra, e incluirían los siguientes actos cometidos contra personas o propiedades específicamente protegidas por las Convenciones de Ginebra: asesinato intencional; torturas o tratamiento inhumano, incluyendo experimentos biológicos; o causa intencional de grandes sufrimientos o graves lesiones al cuerpo o la salud.
Todas las naciones tienen la obligación de investigar los alegatos de crímenes de guerra y, en el caso de una infracción grave, procesar o extraditar al acusado a la nación que lo procesará. Es política de los Estados Unidos que todo el personal militar norteamericano acusado sea procesado por cortes marciales en virtud de las disposiciones sustantivas del Código Uniforme de Justicia Militar (Uniformed Code of Military Justice).
E. Estado de Derecho [el imperio de la ley]
La frase “estado de derecho” tiene una gran variedad de connotaciones. El término fue acuñado por estudiosos juristas occidentales a fines del siglo XVI, y se usaba básicamente para referirse al sistema legal común de jurisprudencia con particular énfasis en la igualdad ante los tribunales de justicia. En términos de comportamiento internacional, el sentido más moderno está directamente asociado con todas aquellas normas jurídicas y estándares legales de comportamiento reconocidos y practicados entre los Estados civilizados en el contexto de la comunidad de naciones. A nivel nacional, el estado de derecho significa que los Estados siguen los mandatos de la ley como se encuentra en las leyes del país.
F. La Guerra Contra el Terror
La frase “Guerra contra el Terror” fue acuñada por el presidente Bush a bordo del Air Force One, el 11 de septiembre de 2001, y en un discurso a la nación (el día siguiente), el presidente caracterizó a los ataques utilizando aviones como armas como “actos de guerra”. Por lo tanto, el principio del uso del término “Guerra contra el Terror” está establecido claramente como el 11 de septiembre de 2001, cuando diecinueve miembros de la organización terrorista Al Qaeda secuestraron cuatro aviones de pasajeros mientras volaban, y los utilizaron para matar a aproximadamente 3000 personas en suelo de los Estados Unidos.
El término “Guerra contra el Terror” es una de las muchas frases utilizadas para describir al conflicto en curso entre los Estados Unidos y la red terrorista Al Qaeda, grupos terroristas del estilo de Al Qaeda, y todo Estado que los patrocina o los respalda. Otros sinónimos incluyen: la Guerra Global contra el Terrorismo, y la Guerra Global contra el Terror.
En su discurso ante una sesión conjunta del Congreso y el Pueblo Americano el 20 de septiembre de 2001, el presidente Bush citó a Al Qaeda y las naciones que la respaldan a esa “red radical de terroristas” como el enemigo en la Guerra contra el Terror, de los Estados Unidos.
Sin embargo, no hay dudas de que la frase “Guerra contra el Terror” no es una descripción exacta del conflicto, y puede ser muy engañosa. El terrorismo no es un enemigo, es un método empleado por un enemigo. A su vez, el conflicto no es contra todos los grupos terroristas en el mundo; hay miles. Ni siquiera abarca a todos los grupos terroristas radicales islámicos, como el Hamas.
G. Combatientes enemigos
La ley de la guerra permite la detención indefinida de combatientes enemigos (combatientes enemigos legales y combatientes enemigos ilegales). Estas personas no necesitan ser acusadas de un delito y pueden ser mantenidas en detención hasta que el conflicto armado se termine. La teoría detrás de esta particular ley de guerra no es castigar a los detenidos, sino retenerlos para evitar que se reincorporen a las fuerzas enemigas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, Estados Unidos detuvo a más de 450.000 alemanes e italianos dentro del país. Nadie sugiere seriamente que estas personas deberían ser acusadas de un crimen o liberadas; nadie desafía la validez de la detención indefinida.
Después de un cierto debate interno, la administración Bush afirmó que las Convenciones de Ginebra de 1949 se aplicaban al conflicto del 2002 en Afganistán y, por tanto, al gobierno talibán. Sin embargo, el presidente Bush también determinó unilateralmente que los combatientes detenidos que pertenecían a Al Qaeda y los Talibán no calificaban para el status de “prisionero de guerra” ni tampoco tenían derecho a las protecciones en el Artículo Común 3 de las Convenciones de Ginebra, que establece los estándares mínimos de tratamiento para detenidos en un conflicto armado.
La administración Bush razonaba que, ya que los combatientes de Al Qaeda pertenecían a una organización terrorista y que no son miembros reconocidos de una fuerza armada, ellos son combatientes enemigos ilegales o beligerantes ilegales en virtud de la ley de la guerra. El párrafo 60 (b) del FM 27-10 señala que las “personas que no son miembros de las fuerzas armadas como se definen en [las Convenciones de Ginebra], que portan armas o participan en otra conducta hostil para el enemigo, de esta manera se privan a ellas mismas de muchos de los privilegios inherentes a los miembros de la población civil”. Esto significa que son responsables de las violaciones de la ley de la guerra, pero no tienen derecho al estatus de prisioneros de guerra.
En cuanto a los combatientes talibán capturados, Estados Unidos determinó que tampoco tienen derecho al estatus de prisioneros de guerra en virtud de las Convenciones de Ginebra, a causa de su imposiblidad de cumplir con el criterio de dichas convenciones que exigen que los combatientes legales usen insignias militares distintivas, por ejemplo, uniformes, que los hagan distinguibles de la población civil a distancia. Los talibán “no se distinguían efectivamente de la población civil”.
El punto de vista técnico de la administración Bush sobre los detenidos fue rechazado por un fallo de la Suprema Corte en el caso Hamdan vs. Rumsfeld. La Corte encontró que el Artículo Común 3 de las Convenciones de Ginebra de hecho protegía a los detenidos de ser sujetos a violencia, ultrajes contra la dignidad personal, tortura, y tratamiento cruel, humillante, o degradante. Aunque las directivas del Departamento de Defensa existentes, órdenes, políticas y doctrina ya se ajustaban a los estándares del Artículo Común 3, el Departamento de Defensa emitió rápidamente nuevos directrices de tratamiento a detenidos que incorporaron los estándares básicos establecidos en el Artículo Común 3.
Después de la campaña militar en Afganistán (2002), la gran mayoría de los combatientes talibán fue procesada y puesto en libertad en Afganistán. Aproximadamente mil combatientes de Al Qaeda y los Talibán fueron entregados a las fuerzas norteamericanas para su disposición. Aquellos que fueron entregados al ejército norteamericano se consideraban demasiado peligrosos como para la libertad condicional o eran sospechosos de cometer crímenes de guerra. A principios de 2008, menos de 300 todavía quedaban detenidos en la Bahía de Guantánamo, Cuba. Todas estas personas están detenidas actualmente hasta que se considere que no representan ya un peligro, que las hostilidades terminen, o en los casos de aproximadamente 80 personas, que se presenten cargos en su contra por crímenes de guerra asociados para ser tratados por una comisión militar.
Continuará...........
traducido de: The War on Terror - War or Metaphor? By Prof. Jefferey F. Addicott. International Institute for Counter-Terrorism (ICT)
véase el art. original en: http://www.ict.org.il/Articles/tabid/66/Articlsid/474/currentpage/1/Default.aspx
Los prisioneros en Guantánamo tienen derechos. La Corte Suprema (Estados Unidos)...
La Corte Suprema (Estados Unidos) falla a favor de los detenidos en Gitmo
14 octubre 2008
Guerra contra el Terror: ¿Guerra o Metáfora?
I. INTRODUCCIÓN
En declaraciones formuladas en noviembre de 2007, el presidente George W. Bush le recordaba al Congreso que Estados Unidos seguía en estado de guerra (la llamada “Guerra contra el terror”): “Estamos en guerra, y no podemos ganar esta guerra deseando que se termine o pretendiendo que no existe” (1). Considerando el hecho de que el presidente Bush nunca vaciló en este punto de vista, su comentario no fue una sorpresa. Sin embargo, incluso siete años después del ataque terrorista de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001, hay muchos que todavía se niegan a aceptar la premisa de que Estados Unidos esté en estado de guerra. Para ellos, el término “Guerra Contra el Terror” no tiene nada que ver con un verdadero conflicto armado internacional; simplemente es una metáfora, similar a la era de la “guerra contra la pobreza” de Johnson o la era de la “guerra contra las drogas” de Reagan.
Según su razonamiento, como no hay una “guerra”, los terroristas deberían ser tratados de la misma forma en que lo eran antes del 11 de septiembre de 2001, por el proceso penal nacional.
Sin dudas, la fricción entre aquellos que creen que la Guerra contra el Terror es una guerra verdadera (y debería ser peleada de acuerdo a la ley internacional de la guerra) versus aquellos que no lo creen, ha creado profundas fisuras en la comunidad jurídica y, por extensión, en la sociedad en su conjunto. Si bien los ciudadanos individuales tienen derecho a sus opiniones personales sobre la cuestión, lo que resuena en una democracia representativa en última instancia es lo que el gobierno dice. En resumen, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial del gobierno de Estados Unidos ¿ven a la Guerra contra el Terror como una guerra real? En otras palabras, si uno acepta la premisa de que Estados Unidos está en estado de guerra, entonces las diversas medidas adoptadas por el gobierno, por ejemplo el uso de las comisiones militares, asesinatos selectivos, y centros de detención, son perfectamente legítimas. Por otro lado, si uno no acepta la premisa de que la Guerra contra el Terror es una guerra de verdad, entonces se puede hacer un caso muy fuerte sobre la cantidad de arenas de interés en donde Estados Unidos ha participado en actividades que claramente violan las leyes nacionales e internacionales.II. DEFINICIONES
Antes de explorar las posiciones expresadas por parte del gobierno federal con respecto a la Guerra contra el Terror, es imperativo que se establezcan ciertas definiciones centrales. No se puede lograr ningún progreso serio o una comprensión inteligente sin una definición clara de los términos asociados con el tema en discusión. Lamentablemente, algunos de los términos fundamentales en este análisis, como “Guerra contra el Terror”, e incluso “terrorismo”, presentan problemas especiales y podrían ser materia fácilmente de capítulos enteros por su propio derecho.
A. TerrorismoNo hay ninguna definición de terrorismo aceptada internacionalmente. Si bien la ONU utiliza el término en varias convenciones y protocolos internacionales relacionados con las actividades terroristas, este organismo mundial nunca ha podido lograr un consenso entre los Estados miembros. Hay doce convenciones internacionales diferentes relacionadas con el terrorismo, y diez actos criminales identificados como terrorismo. Los actos delictivos específicos asociados con el terrorismo son: secuestro, sabotaje de aviación, actos de violencia en aeropuertos, actos de violencia con respecto a la navegación marítima, actos de violencia contra plataformas fijas, delitos contra personas protegidas internacionalmente, atentados terroristas con bombas, y apoyo a organizaciones como fachada que sirven como conductos financieros para grupos terroristas.
Incluso en la secuela de los terribles ataques terroristas del 11 de septiembre, la propuesta de una definición internacional de terrorismo ofrecida por la Comisión Ad Hoc sobre Terrorismo no fue adoptada por la Asamblea General. El principal obstáculo para su aceptación surgía de la Organización de la Conferencia Islámica. De manera increíble, en un análisis de tipo “el fin justifica los medios”, la Organización de la Conferencia Islámica quería que la definición de terrorismo excluyera a las llamadas guerras de liberación nacional contra las ocupaciones extranjeras.
Hasta la fecha, el mejor esfuerzo por una definición por parte de las Naciones Unidas fue ofrecido por el ex Secretario General, Kofi Annan. La definición de Annan, del 2005, hace caso omiso a toda referencia al tema de la “causa” que impulsa al acto terrorista, mientras que al mismo tiempo rechaza la duplicidad inherente en el viejo adagio de que todo hombre que lucha por la libertad de un hombre es un terrorista de otro hombre. Su definición propuesta de terrorismo internacional simplemente abarcaba a toda persona que intencionalmente tomaba como blanco a los civiles:
A. Cualquier acción constituye terrorismo si tiene la intención de causar la muerte o graves daños corporales a civiles o no-combatientes, con el propósito de intimidar a la población u obligar a un Gobierno o a una organización internacional a realizar o abstenerse de realizar cualquier acto.A partir de la definición de Annan, se puede hacer una lista de cuatro características clave del terrorismo, que refleja la actividad e ignora las causas:
1. El uso ilegal de la violencia dirigida contra civiles para producir temor en un grupo objetivo.
2. La constante amenaza de futuros actos de violencia.
3. Un carácter predominantemente político o ideológico del acto.
4. El deseo de movilizar o inmovilizar a un grupo objetivo dado.Por supuesto, el hecho de que la ONU no tenga una definición aceptada de terrorismo, no impide que se involucre permanentemente en una retórica interminable sobre “terrorismo”. Por ejemplo, la Resolución 1368 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el 12 de septiembre de 2001, utiliza el término terrorismo seis veces en la breve página condenatoria del “horrible ataque terrorista” del 11 de septiembre.
Desde una perspectiva nacional, Estados Unidos tiene muchas definiciones de terrorismo diseminadas a lo largo de una amplia variedad de estatutos, regulaciones y directivas penales. Por ejemplo, el Acta Patriótica contiene una definición tanto de terrorismo nacional como terrorismo internacional. El terrorismo nacional es definido en el Acta Patriótica como el “uso ilegal, o la amenaza de uso, de la fuerza o la violencia por parte de un grupo o individuos con base [en Estados Unidos]… cometido contra personas o propiedades para intimidar o coaccionar a un gobierno, la población civil… en fomento de objetivos políticos o sociales”.El terrorismo internacional está definido de la siguiente manera:
El terrorismo internacional involucra actos violentos o actos peligrosos para la vida humana que violan las leyes penales de los Estados Unidos o de cualquier estado, o que serían una violación penal si se cometieran dentro de la jurisdicción de los Estados Unidos o de cualquier estado. Estos actos aparecen destinados a intimidar o coaccionar a una población civil, influir en la política de un gobierno por medio de la intimidación o coacción, o afectar la conducta de un gobierno por medio del asesinato o el secuestro. Los actos terroristas internacionales ocurren fuera de los Estados Unidos o trascienden las fronteras nacionales en términos de cómo los terroristas los logran, las personas que parecen tener la intención de coaccionar o intimidar, o el lugar en el cual operan los perpetradores.
B. Guerra.
El uso de los términos “guerra” o “acto de guerra” tradicionalmente se refiere al uso ilegal de la fuerza agresiva por parte de un Estado contra otro Estado. Históricamente, estos actos ilegales se producen, la mayoría de las veces, sin una declaración formal de guerra. El acto agresivo en sí mismo desencadena el subsiguiente conflicto armado internacional. Actualmente, el concepto de guerra es por lo general analizado en virtud de los mandatos de la Carta de las Naciones Unidas. Como se consagra en los Artículos 2(3) y 2(4) de la Carta de las Naciones Unidas, el objetivo básico de las Naciones Unidas es el mantenimiento de una “fuerza internacional de paz y seguridad”. Dado que todos los miembros de las Naciones Unidas son reconocidos como Estados soberanos iguales, ninguna nación puede recurrir a “la amenaza o [el] uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado” para resolver cualquier tipo de diferencia. Esto, así como la clara prohibición en el Artículo 1, para cualquier Estado, de cometer “actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz”, sirve como el marco legal para la condena de la agresión ilegal.
Aquellas naciones que participen en la agresión ilegal están sujetas a las provisiones de los capítulos VI y VII de la Carta de las Naciones Unidas. El Capítulo VI autoriza al Consejo de Seguridad a investigar cualquier situación que pudiera poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y formular recomendaciones para la resolución pacífica de esas controversias.
El Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas autoriza al Consejo de Seguridad a determinar la existencia de una amenaza, un quebrantamiento de la paz, o un acto de agresión, y tomar las medidas apropiadas en respuesta. Si bien la ONU no tiene un brazo militar permanente para hacer cumplir los resultados específicos, la Carta de las Naciones Unidas reconoce en el Artículo 51 el “derecho inherente de la legítima defensa propia o colectiva si un ataque armado ocurre contra algún miembro de las Naciones Unidas”.
El Artículo 51 establece lo siguiente:
“Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armando contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales. Las medidas tomadas por los Miembros en ejercicio del derecho de legítima defensa serán comunicadas inmediatamente al Consejo de Seguridad, y no afectarán en manera alguna la autoridad y responsabilidad del Consejo conforme a la presente Carta para ejercer en cualquier momento la acción que estime necesaria con el fin de mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales”
Reconociendo que el Artículo 51 emplea el término “ataque armado” y no el término “agresión”, es imprescindible comprender qué se entiende exactamente por “ataque armado”. Para definir mejor cuándo ocurre un uso ilegal de la fuerza en violación de los Artículos 2(3) y 2(4), hay que buscar la definición de agresión adoptada por la resolución de la Asamblea General de la ONU. Un Estado participa en una agresión de las siguientes formas, de acuerdo a la Definición de Agresión de la ONU:
Artículo 1
La agresión es el uso de la fuerza armada por parte de un Estado contra la soberanía, la integridad territorial, o la independencia política de otro Estado, o de cualquier forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas.
Artículo 2
El primer uso de la fuerza armada por parte de un Estado en contravención de la Carta constituirá evidencia a prima facie de un acto de agresión.
Artículo 3
Cualquiera de los siguientes actos, independientemente de que haya o no una declaración de guerra, se caracterizará como un acto de agresión:
(a) La invasión o el ataque por parte de las fuerzas armadas de un Estado… a otro Estado o parte del mismo;
(b) El bombardeo por parte de las fuerzas armadas de un Estado contra el territorio de otro Estado…
(c) El bloqueo de puertos o costas de un Estado por parte de las fuerzas armadas de otro Estado;
(d) El ataque por parte de las fuerzas armadas de un Estado a las fuerzas armadas terrestres, navales o aéreas de otro Estado, o a su flota mercante o aérea;
(e) El uso de las fuerzas armadas de un Estado… en contravención de las condiciones provistas en el acuerdo o cualquier extensión de su presencia en tal territorio más allá de la terminación del acuerdo;
(f) La acción de un Estado que permita que su territorio, que ha sido puesto a disposición de otro Estado, sea utilizado por ese otro Estado para perpetrar un acto de agresión contra un tercer Estado;
(g) El envío por un Estado, o en su nombre, de bandas armadas, grupos irregulares, o mercenarios, que lleven a cabo actos de fuerza armada contra otro Estado, de una gravedad tal que sean equiparables a los actos enumerados anteriormente, o su participación sustancial en ellos.
---------------------------------- CONTINUARÁ
Traducido de: The War on Terror - War or Metaphor? Jefferey F. Addicott. ICT, International Institute for Counter-Terrorismo
véase el art. original (pero todavía no, esperen que termine de traducir todo) en: http://www.ict.org.il/Articles/tabid/66/Articlsid/474/currentpage/1/Default.aspx
En declaraciones formuladas en noviembre de 2007, el presidente George W. Bush le recordaba al Congreso que Estados Unidos seguía en estado de guerra (la llamada “Guerra contra el terror”): “Estamos en guerra, y no podemos ganar esta guerra deseando que se termine o pretendiendo que no existe” (1). Considerando el hecho de que el presidente Bush nunca vaciló en este punto de vista, su comentario no fue una sorpresa. Sin embargo, incluso siete años después del ataque terrorista de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001, hay muchos que todavía se niegan a aceptar la premisa de que Estados Unidos esté en estado de guerra. Para ellos, el término “Guerra Contra el Terror” no tiene nada que ver con un verdadero conflicto armado internacional; simplemente es una metáfora, similar a la era de la “guerra contra la pobreza” de Johnson o la era de la “guerra contra las drogas” de Reagan.
Según su razonamiento, como no hay una “guerra”, los terroristas deberían ser tratados de la misma forma en que lo eran antes del 11 de septiembre de 2001, por el proceso penal nacional.
Sin dudas, la fricción entre aquellos que creen que la Guerra contra el Terror es una guerra verdadera (y debería ser peleada de acuerdo a la ley internacional de la guerra) versus aquellos que no lo creen, ha creado profundas fisuras en la comunidad jurídica y, por extensión, en la sociedad en su conjunto. Si bien los ciudadanos individuales tienen derecho a sus opiniones personales sobre la cuestión, lo que resuena en una democracia representativa en última instancia es lo que el gobierno dice. En resumen, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial del gobierno de Estados Unidos ¿ven a la Guerra contra el Terror como una guerra real? En otras palabras, si uno acepta la premisa de que Estados Unidos está en estado de guerra, entonces las diversas medidas adoptadas por el gobierno, por ejemplo el uso de las comisiones militares, asesinatos selectivos, y centros de detención, son perfectamente legítimas. Por otro lado, si uno no acepta la premisa de que la Guerra contra el Terror es una guerra de verdad, entonces se puede hacer un caso muy fuerte sobre la cantidad de arenas de interés en donde Estados Unidos ha participado en actividades que claramente violan las leyes nacionales e internacionales.II. DEFINICIONES
Antes de explorar las posiciones expresadas por parte del gobierno federal con respecto a la Guerra contra el Terror, es imperativo que se establezcan ciertas definiciones centrales. No se puede lograr ningún progreso serio o una comprensión inteligente sin una definición clara de los términos asociados con el tema en discusión. Lamentablemente, algunos de los términos fundamentales en este análisis, como “Guerra contra el Terror”, e incluso “terrorismo”, presentan problemas especiales y podrían ser materia fácilmente de capítulos enteros por su propio derecho.
A. TerrorismoNo hay ninguna definición de terrorismo aceptada internacionalmente. Si bien la ONU utiliza el término en varias convenciones y protocolos internacionales relacionados con las actividades terroristas, este organismo mundial nunca ha podido lograr un consenso entre los Estados miembros. Hay doce convenciones internacionales diferentes relacionadas con el terrorismo, y diez actos criminales identificados como terrorismo. Los actos delictivos específicos asociados con el terrorismo son: secuestro, sabotaje de aviación, actos de violencia en aeropuertos, actos de violencia con respecto a la navegación marítima, actos de violencia contra plataformas fijas, delitos contra personas protegidas internacionalmente, atentados terroristas con bombas, y apoyo a organizaciones como fachada que sirven como conductos financieros para grupos terroristas.
Incluso en la secuela de los terribles ataques terroristas del 11 de septiembre, la propuesta de una definición internacional de terrorismo ofrecida por la Comisión Ad Hoc sobre Terrorismo no fue adoptada por la Asamblea General. El principal obstáculo para su aceptación surgía de la Organización de la Conferencia Islámica. De manera increíble, en un análisis de tipo “el fin justifica los medios”, la Organización de la Conferencia Islámica quería que la definición de terrorismo excluyera a las llamadas guerras de liberación nacional contra las ocupaciones extranjeras.
Hasta la fecha, el mejor esfuerzo por una definición por parte de las Naciones Unidas fue ofrecido por el ex Secretario General, Kofi Annan. La definición de Annan, del 2005, hace caso omiso a toda referencia al tema de la “causa” que impulsa al acto terrorista, mientras que al mismo tiempo rechaza la duplicidad inherente en el viejo adagio de que todo hombre que lucha por la libertad de un hombre es un terrorista de otro hombre. Su definición propuesta de terrorismo internacional simplemente abarcaba a toda persona que intencionalmente tomaba como blanco a los civiles:
A. Cualquier acción constituye terrorismo si tiene la intención de causar la muerte o graves daños corporales a civiles o no-combatientes, con el propósito de intimidar a la población u obligar a un Gobierno o a una organización internacional a realizar o abstenerse de realizar cualquier acto.A partir de la definición de Annan, se puede hacer una lista de cuatro características clave del terrorismo, que refleja la actividad e ignora las causas:
1. El uso ilegal de la violencia dirigida contra civiles para producir temor en un grupo objetivo.
2. La constante amenaza de futuros actos de violencia.
3. Un carácter predominantemente político o ideológico del acto.
4. El deseo de movilizar o inmovilizar a un grupo objetivo dado.Por supuesto, el hecho de que la ONU no tenga una definición aceptada de terrorismo, no impide que se involucre permanentemente en una retórica interminable sobre “terrorismo”. Por ejemplo, la Resolución 1368 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el 12 de septiembre de 2001, utiliza el término terrorismo seis veces en la breve página condenatoria del “horrible ataque terrorista” del 11 de septiembre.
Desde una perspectiva nacional, Estados Unidos tiene muchas definiciones de terrorismo diseminadas a lo largo de una amplia variedad de estatutos, regulaciones y directivas penales. Por ejemplo, el Acta Patriótica contiene una definición tanto de terrorismo nacional como terrorismo internacional. El terrorismo nacional es definido en el Acta Patriótica como el “uso ilegal, o la amenaza de uso, de la fuerza o la violencia por parte de un grupo o individuos con base [en Estados Unidos]… cometido contra personas o propiedades para intimidar o coaccionar a un gobierno, la población civil… en fomento de objetivos políticos o sociales”.El terrorismo internacional está definido de la siguiente manera:
El terrorismo internacional involucra actos violentos o actos peligrosos para la vida humana que violan las leyes penales de los Estados Unidos o de cualquier estado, o que serían una violación penal si se cometieran dentro de la jurisdicción de los Estados Unidos o de cualquier estado. Estos actos aparecen destinados a intimidar o coaccionar a una población civil, influir en la política de un gobierno por medio de la intimidación o coacción, o afectar la conducta de un gobierno por medio del asesinato o el secuestro. Los actos terroristas internacionales ocurren fuera de los Estados Unidos o trascienden las fronteras nacionales en términos de cómo los terroristas los logran, las personas que parecen tener la intención de coaccionar o intimidar, o el lugar en el cual operan los perpetradores.
B. Guerra.
El uso de los términos “guerra” o “acto de guerra” tradicionalmente se refiere al uso ilegal de la fuerza agresiva por parte de un Estado contra otro Estado. Históricamente, estos actos ilegales se producen, la mayoría de las veces, sin una declaración formal de guerra. El acto agresivo en sí mismo desencadena el subsiguiente conflicto armado internacional. Actualmente, el concepto de guerra es por lo general analizado en virtud de los mandatos de la Carta de las Naciones Unidas. Como se consagra en los Artículos 2(3) y 2(4) de la Carta de las Naciones Unidas, el objetivo básico de las Naciones Unidas es el mantenimiento de una “fuerza internacional de paz y seguridad”. Dado que todos los miembros de las Naciones Unidas son reconocidos como Estados soberanos iguales, ninguna nación puede recurrir a “la amenaza o [el] uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado” para resolver cualquier tipo de diferencia. Esto, así como la clara prohibición en el Artículo 1, para cualquier Estado, de cometer “actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz”, sirve como el marco legal para la condena de la agresión ilegal.
Aquellas naciones que participen en la agresión ilegal están sujetas a las provisiones de los capítulos VI y VII de la Carta de las Naciones Unidas. El Capítulo VI autoriza al Consejo de Seguridad a investigar cualquier situación que pudiera poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y formular recomendaciones para la resolución pacífica de esas controversias.
El Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas autoriza al Consejo de Seguridad a determinar la existencia de una amenaza, un quebrantamiento de la paz, o un acto de agresión, y tomar las medidas apropiadas en respuesta. Si bien la ONU no tiene un brazo militar permanente para hacer cumplir los resultados específicos, la Carta de las Naciones Unidas reconoce en el Artículo 51 el “derecho inherente de la legítima defensa propia o colectiva si un ataque armado ocurre contra algún miembro de las Naciones Unidas”.
El Artículo 51 establece lo siguiente:
“Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armando contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales. Las medidas tomadas por los Miembros en ejercicio del derecho de legítima defensa serán comunicadas inmediatamente al Consejo de Seguridad, y no afectarán en manera alguna la autoridad y responsabilidad del Consejo conforme a la presente Carta para ejercer en cualquier momento la acción que estime necesaria con el fin de mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales”
Reconociendo que el Artículo 51 emplea el término “ataque armado” y no el término “agresión”, es imprescindible comprender qué se entiende exactamente por “ataque armado”. Para definir mejor cuándo ocurre un uso ilegal de la fuerza en violación de los Artículos 2(3) y 2(4), hay que buscar la definición de agresión adoptada por la resolución de la Asamblea General de la ONU. Un Estado participa en una agresión de las siguientes formas, de acuerdo a la Definición de Agresión de la ONU:
Artículo 1
La agresión es el uso de la fuerza armada por parte de un Estado contra la soberanía, la integridad territorial, o la independencia política de otro Estado, o de cualquier forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas.
Artículo 2
El primer uso de la fuerza armada por parte de un Estado en contravención de la Carta constituirá evidencia a prima facie de un acto de agresión.
Artículo 3
Cualquiera de los siguientes actos, independientemente de que haya o no una declaración de guerra, se caracterizará como un acto de agresión:
(a) La invasión o el ataque por parte de las fuerzas armadas de un Estado… a otro Estado o parte del mismo;
(b) El bombardeo por parte de las fuerzas armadas de un Estado contra el territorio de otro Estado…
(c) El bloqueo de puertos o costas de un Estado por parte de las fuerzas armadas de otro Estado;
(d) El ataque por parte de las fuerzas armadas de un Estado a las fuerzas armadas terrestres, navales o aéreas de otro Estado, o a su flota mercante o aérea;
(e) El uso de las fuerzas armadas de un Estado… en contravención de las condiciones provistas en el acuerdo o cualquier extensión de su presencia en tal territorio más allá de la terminación del acuerdo;
(f) La acción de un Estado que permita que su territorio, que ha sido puesto a disposición de otro Estado, sea utilizado por ese otro Estado para perpetrar un acto de agresión contra un tercer Estado;
(g) El envío por un Estado, o en su nombre, de bandas armadas, grupos irregulares, o mercenarios, que lleven a cabo actos de fuerza armada contra otro Estado, de una gravedad tal que sean equiparables a los actos enumerados anteriormente, o su participación sustancial en ellos.
---------------------------------- CONTINUARÁ
Traducido de: The War on Terror - War or Metaphor? Jefferey F. Addicott. ICT, International Institute for Counter-Terrorismo
véase el art. original (pero todavía no, esperen que termine de traducir todo) en: http://www.ict.org.il/Articles/tabid/66/Articlsid/474/currentpage/1/Default.aspx
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